Capítulo Seis: Oye bonita, ¿Quieres ser mi novia?

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8 ha sido la cantidad de veces que él me había llamado "cariño", 5 ha salido la cantidad de cervezas que me he tomado. 13 han sido las veces que me he sonrojado y unas 10mil veces la camarera se le ha insinuado a Scott.

Estábamos en North Beach, el famoso barrio italiano, en uno de esos pequeños y románticos restaurantes que desde niña soñaba con visitar. No es algo muy lujoso pero siempre me ha encantado. Ahora más porque aquí, sentada en esta silla he conocido un poco más de Scott y cada chica que entra y nos ve se lo come con los ojos, incluso la mesera que nos atiende, que ha tratado de llamar su atención de todas las maneras posibles pero él, apenas se da cuenta de su existencia. Yo solo sonrío orgullosa y le presto atención a cada una de sus palabras.

Aunque creo que es demasiado inteligente para mí, quiero decir, ha sido excelencia académica estos últimos años y por las opiniones en los diversos temas que me ha dado, me ha dejado con la boca abierta. Este chico es un poco más que increíble.

—Aun no entiendo por qué juegas fútbol, si quieres ser doctor.- fruncí el ceño mientras me limpiaba la boca con la servilleta. Creo que ya no puedo más.

El sólo se rió.—Tengo que ganarme alguna beca para poder entrar a una buena universidad porque mi mamá no puede costearla. Y bueno, puedo conseguirla si juego y no soy malo.- contestó él, llevaba un pequeño brillo en los ojos. Algo me dice que está orgulloso de lo que hace.

—Ya había escuchado eso, todos los años, a los mejores jugadores de la escuela le dan una beca, pero pensé que jugabas solo porque te gustaba.

—Al principio sí, pero desde que mi padre cayó enfermo y perdió su empleo, sus ahorros y con ello-mi fondo para la universidad-tuve que verlo como una forma de.- movió sus manos- salir adelante, para poder ayudar a mi familia.

Me mordí la lengua para no chillar por la ternura que el me estaba provocando.

—Quisiera verte jugar.- fue lo único que dije, algo que descubrí hoy es que no le gusta hablar mucho sobre la condición de su padre, lo incomoda.

—¿Nunca has ido a ver un partido en la escuela?

Negué con la cabeza.—Nunca me ha llamado la atención, soy una chica más de béisbol.

Él sonrió.—Bien, cambiaron la fecha y el domingo tendremos un partido contra Bridgemont, va a ser una cosa intensa.-Podía notar la emoción en sus ojos.

—¿Cómo ha estado la cena?.- la rubia alta ojos claros intervino antes de que pudiera abrir la boca.

Noté que llevaba los dos primeros botones de su camisa sueltos y los labios ligeramente pintados de un rojo carmesí que no traía antes. Ah, lo siento mesera-gata-roba-citas, hoy no es tu día.

—Excelente gracias.- dijo Scott con una sonrisa.

—Bien ¿Les apetece algo más.- ella ni siquiera estaba mirándome, estaba muy-demasiado-inclinada hacia Scott con aquel gran y exagerado escote. Entendí que lo que dijo, llevaba doble sentido.

Patética.

Scott me miró y se rió.—Solo unas últimas cervezas y la cuenta por favor.

—¿No van a probar el postre? Hoy el chef preparó una muy buena tarta de arándanos y canela.

—No, gracias. Estamos bien así.

El continuaba mirándome, tratando de contener la risa y la rubia se fue haciendo rabieta, porque al parecer, no había conseguido nada de lo que quería.

—Cristo Emma, podrías solo haberle aventado un tenedor.- dijo el riendo.

—¿De qué hablas?.- pregunté seca.

Don't You Remember?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora