Omega

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- Creo que no tengo el placer de conocerte, ¿cuánto tiempo llevas con nosotros?.- escuché a mi espalda una voz grave que sonaba algo extraña y opaca, así que me giré para encontrarme de cara con un pecho e incliné la cabeza para ver hacia la máscara, era uno de los Nameless Ghouls.
- ¡Hey, hola!.- saludé algo cohibida y me fijé en que este Ghoul también era bastante grande, con unos preciosos ojos azules tras la máscara. Uno de los símbolos de su uniforme brillaba más: un círculo con un palo.- Pues yo soy la nueva, por así decirlo, llegué aquí ayer a la noche.
- ¡Vaya!.- exclamó el Ghoul con tono claramente sorprendido.- No llevas aquí ni un día y ya estás completamente hechizada por él.

Señaló con la cabeza hacia Papa y su grupo de admiradoras, le seguí la mirada y asentí levemente.
- Bueno, no puedes culparme, es muy hipnotizante.- conteste, volviéndolo a mirar a él y encogiéndome de hombros.
- Tienes razón. Por cierto, yo soy Omega.- se presentó, tendiéndome la mano.
- Yo soy Yami.- acepté su mano, sorprendiéndome de lo increíblemente caliente y callosa que la tenía.- Tú estabas ahí arriba antes, ¿verdad?
- Sí, yo soy el guitarrista rítmico, el de la guitarra negra.- asintió él, guiñándome un ojo y pude notar que estaba sonriendo tras la máscara.
- Vale, entonces me lo anoto para diferenciarte si no veo bien el símbolo.- contesté riéndome un poco y señalando el símbolo más brillante de su pecho.
- ¿Sabes lo que significan nuestros símbolos?.- me preguntó, tomando asiento en el taburete que Sara había dejado libre y cogiendo un par de copas de vino, tendiéndome una.
- No.- admití, cogiendo la copa y bebiendo un sorbo. ¡Wow! El vino estaba muy rico y tenía toda la pinta de ser de los traicioneros.
- Pues si te aburro demasiado me paras, ¿vale?.- Omega me informó, soltando una carcajada agradable y yo no pude más que sonreírle de vuelta.- Nosotros llevamos aquí los símbolos alquímicos de los 5 elementos.
Después señaló cada uno de ellos en orden descendente: agua, fuego, quintaesencia (Éter), Tierra y Aire. El suyo era Éter y me explicó un poco qué cualidades había destacado cada uno de los 5 Nameless Ghouls principales para recibir su símbolo.
- Así que eres Omega, quintaesencia o Éter.- resumí, acabándome la copa de vino.- El Hermano Omega, debería llamarte, ¿no?
- Efectivamente, pero llámame Omega, por favor, sin formalidades.- me pidió, apurando la suya y cogiendo una segunda.
- De acuerdo.- respondí asintiendo, cogiendo otra copa para mí y brindando con la de él.- ¡Naz Drovie!
- ¿Eso es ruso?.- preguntó Omega, observándome sin beber.
- Nah, es Polaco, es que yo brindo en el idioma que más me apetezca en cada momento.- declaré, riéndome y bebiendo un sorbo.
- ¿Ah, sí? Pues, ¡Skôl!.- respondió Omega, bebiendo él también.
Sonreí para mí misma, sabía que solamente era mi primer día en esa Orden tan extraña pero mi primera impresión del lugar era que realmente me sentía muy a gusto.
No lo conocía desde apenas 10 minutos pero Omega me caía muy bien, era un grandullón muy agradable pero parecía que yo había despertado la "envidia" de alguna que otra hermana dado que él me estaba prestando toda su atención. Entonces él se dio cuenta como las miraba (eran un grupito de 4 que nos observaban con expresión agria).
- No les hagas caso.- me aconsejó, inclinándose un poco más hacia mí.- Una de ellas intentó ser la favorita de Papa con malas artes y, bueno, fueron puestas en evidencia pero no las echamos ya que no hubo suficientes votos del Clero. Pero a mí no me preguntes más sobre el tema...
Dicho esto se encogió de hombros, bebió un poco más y las miró directamente, provocando que ellas desviasen su atención a otro de los Hermanos Ghoul que andaba por ahí cerca, comenzando a hablar con él y a zorrear, no había otra forma de definirlo.
Aparté la mirada de ellas, dándome cuenta de como Papa se dirigía a la salida de la estancia con un par de cariñosas hermanas, carraspeé y volví a mirar a Omega, el cual no había perdido detalle y bebí el resto de mi copa de un trago.
- ¡Bienvenida a la Orden!.- exclamó Omega, riéndose de mí pero pude darme cuenta de que era sin mala fé.
- Gracias Omega.- murmuré enfurruñada, aunque más conmigo misma que con él.
En respuesta me palmeó el hombro con su gran manaza mientras se reía y no pude evitar reírme yo también con él, ignorando como Papa nos echaba una mirada antes de irse y como había otro Nameless Ghoul que no nos quitaba ojo.
Perdí la noción del tiempo hablando con Omega hasta que, de repente, me di cuenta de que el ambiente en la sala se había calentado encaminándose hacia una orgía. Muchas hermanas estaban tocándose entre ellas casi sin ropa o a alguno de los hermanos Ghoul sin pudor alguno. ¡Oh, vaya!
Carraspeé, sintiéndome ligeramente incómoda y Omega tocó su rodilla con la mía.
- ¡Eh! No tienes por qué sentirte incómoda, Yami, ya te acostumbrarás.- murmuró con tono suave.- Si lo prefieres podemos salir y dar una vuelta por fuera, el monasterio es precioso ahora por la noche.
Entonces se me atascó la respiración, viendo lo que estaba pasando en la sala era probable de que Omega esperase que él y yo... Levanté la mirada para buscar a Mary o Sara pero no las logré distinguir entre la gente y comencé a agobiarme.
- Tal vez en otro momento, Omega.- repliqué nerviosamente levantándome de golpe, tropezando con él y dándome cuenta, con pesar, que estaba bastante ebria.
Sus brazos me rodearon para ayudarme a mantener el equilibrio mientras una carcajada profunda brotaba de su pecho.
- Parece que tienes que acostumbrarte a muchas cosas por aquí.- comentó él, levantándose también.- Te acompañaré a tu habitación, ¿vale? Prometo portarme bien.
Me guiñó uno de sus preciosos ojos, respondí negando con la cabeza sonriendo pero dejé que me acompañase hasta la puerta de mi habitación porque la verdad es que necesitaba su apoyo o acabaría dormida en algún seto del jardín.
Antes de darme cuenta llegamos a la puerta de mi habitación, apenas recordaba el camino que habíamos seguido, así que abrí la puerta para comprobarlo y, efectivamente, ahí estaba mi mochila.
- Gracias Omega, eres muy amable.- murmuré, incapaz de mirarle.
- No hay de qué, espero verte pronto por ahí.- me respondió él con una sonrisa en la voz y me acarició el hombro antes de alejarse por el pasillo.
Entré en la habitación cerrando la puerta y suspiré, esfumados mis temores de que Omega intentase algo conmigo me di cuenta de que se había portado como un caballero y de que ya tenía un amigo más en la Orden, aunque puede que alguna enemiga también.
Me encogí de hombros, no pude evitar pensar en Papa y volví a suspirar de nuevo mientras me quitaba la ropa y me ponía mi pijama (culotte negros y camiseta gigante de Iron Maiden).
Varias horas después, a la mañana siguiente, me levanté para ir al baño comunal. Los pasillos estaban desiertos y me dio la impresión de que los Lunes en la Orden eran todos de "resaca", sonreí mirando mi reflejo del baño e hice mis cosas.
Al volver a mi habitación decidí vestirme para dar una vuelta e ir conociendo el monasterio: encontré la biblioteca, varias aulas, las cocinas y la enfermería. Un fuerte sentimiento agridulce me arrasó al pasar por allí, sin poder evitar recordar mis años de medicina y otras cosas.
De repente noté como me sacudían de los hombros, pegué un pequeño grito ahogado y lancé un puñetazo al aire a ciegas.
- ¡Ouch! Oye Yami, ¿no serás sonámbula?.- me preguntó Omega, soltándome para frotarse el hombro, donde había recibido el golpe.
- Lo-lo siento Omega...- tartamudeé de prisa, parpadeando varias veces.- Me has sorprendido.
- Llevabas casi 15 minutos con la mirada perdida.- comentó él, apoyando su mano en mi hombro y dándome un apretón.- ¿Estás bien?
¡Oh, mierda! Miré a nuestro alrededor, confirmando que ya debería haber pasado un buen rato porque había algo más de movimiento que cuando antes. Cerré los ojos con fuerza y apreté la mandíbula con rabia, ya estaba montando espectáculos y no llevaba un puto día ahí.
- Lo siento de veras...- me disculpé, abriendo los ojos para mirar a Omega.- Digamos que tengo así como un Síndrome de Estrés Post-traumático y, bueno, mi cerebro se desconecta de la realidad.
- Y tanto que desconectas, ¿estás bien?.- me preguntó, la expresión de sus ojos era de preocupación.
- Sí, tranquilo, no es nada.- contesté, obligándome a sonreír un poco para tranquilizar al grandullón.
- Ya sé que todavía no confías en nadie de por aquí pero quiero que sepas que yo soy tu amigo, ¿eh? Pequeña boxeadora.- comentó Omega, rodeando mis hombros con su brazaco.- ¿Qué te parece si vamos a desayunar?
En ese instante me rugieron las tripas y, con la carcajada de Omega rugiéndome en los oídos, fuimos hacia el salón comedor para desayunar. Allí se nos unieron Mary y Sara, las cuales no se sorprendieron de ver a Omega y lo trataron como a un amigo, con familiaridad y buen rollo.
Pasaron 3 semanas con rapidez pasmosa, conforme ya descubrí todo lo que me rodeaba en el monasterio y aprendía los rezos que teníamos que orar en las misas de los Domingos.
Siempre andaba con Mary y Sara por la Orden completamente ignorante de que un Ghoul en particular no nos quitaba ojo mientras que mi amistad con Omega se fue profundizando, me resultaba increíblemente fácil hablar con él de cualquier cosa.
También aprendí un poco de historia referente a la Orden gracias a mi tarea asignada dentro de ella: limpieza de la enorme biblioteca y los pasillos anexos, lo único es que había una sección de la biblioteca a la cual no tenía acceso. ¡Y la curiosidad me mataba pero no tenía la llave para entrar allí!

La Orden del GrucifixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora