Recuperación

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Yami POV: Durante el día siguiente estuve de lo más paranoica y saltaba ante cualquier gilipollez, incluso hubo un momento en el que Sara y Mary se enfadaron conmigo al verme tan asustadiza pero no me atrevía a decirles que creía que la psicópata de Carol pretendía joderme viva esa misma noche porque, ¿cómo les iba a explicar mis sospechas sin contarles lo que habíamos hecho Water y yo? Mi cerebro había llegado a su límite y sabía que yo estaba inaguantable. No llegamos a discutir, simplemente ellas encontraron una excusa para andar sin mí.
En la biblioteca mi paranoia llegó a su punto álgido, notaba que me observaban pero, cuando me giraba, nadie me estaba mirando. Colocando la última tanda de libros a última hora del día vi a Water saliendo de la estancia, ¿me estaba vigilando? ¿Protegiendo? Suspiré, agotada mental y físicamente. Seguramente era él quien me estuvo observando todo el día.
Me froté cansinamente la cara, decidida a irme a la habitación sin cenar, era buena idea, huir y esconderme en mi habitación con la puerta cerrada hasta mañana. Me despedí de la Hermana Marge y salí de la biblioteca.
Caminé con paso apurado hacia las habitaciones, por suerte nadie se cruzó por mi camino, pasé al lado de las escaleras del Gran Salón y escuché un grito ahogado, un golpe y como alguien pedía auxilio. Sin pensarlo comencé a bajar las escaleras, quizás me di cuenta de que era una trampa demasiado tarde, en mitad del camino frené porque una figura encapuchada había salido de una esquina oscura y me iba a lanzar algo a la cara pero logré esquivarlo más o menos, noté que era algún líquido que me había mojado el hombro derecho y parte de la espalda. Un líquido que olía muy fuerte, inflamable. Empujé a la figura con fuerza y cayó escaleras abajo pero no era la única, apareció una segunda figura y me lanzó un zippo.
Apenas tuve tiempo de pensar, noté como me golpeaba el pecho y mi ropa comenzó a arder. Me quité el velo de un manotazo rápidamente gritando mientras el fuego comenzaba a quemar mi brazo y mi espalda, me tiré al suelo y rodé escaleras abajo. Me golpeé con fuerza la frente al llegar abajo y jadeé intentando pedir ayuda pero no pude. Todo había pasado en apenas unos segundos.
- ¿Qué cojones?.- escuche la voz de Omega que se acercaba por las escaleras.- ¡YAMI!
Sus pasos se aceleraron, me rodeó con sus brazos y grité de dolor antes de desmayarme.
Me desperté, agitada, pero Omega me agarró por el hombro bueno y me pegó a la cama.
- Tranquila pequeña boxeadora, tranquila, soy yo.- dijo con tono apaciguador.
Dejé de pelear, calmándome y miré alrededor, estábamos en la enfermería. Tenía un gotero enganchado en la vena del brazo derecho, volví a mirar a Omega.
- No sé qué ha pasado pero la persona culpable no quedará impune.- comentó, suspirando cansado.- A tu lado había una Hermana encapuchada, muerta.
Me quedé callada, yo sabía que había sido cosa de Carol y su séquito, si la Hermana que habían encontrado a mi lado era de sus habituales...
- Era tu compañera de confirmación en la Orden, una tal Jenny. ¿La conocías?.- me preguntó él, fijando su mirada en mí.
No me decepcioné siquiera, sabía que la hija de puta no me atacaría en persona ni haría nada que pudiera implicarla pero me daba la sensación de que Omega sabía perfectamente quien era la cabecilla de mi ataque aunque mi confianza en el grandullón había mermado bastante últimamente.
- No.- respondí secamente, cerrando los ojos.
Hubo un par de minutos de silencio entre nosotros hasta que escuché como Omega suspiraba otra vez.
- Descansa, ¿vale?.- Omega me dio un apretón en mi hombro bueno y escuché como se marchaba, cerrando la puerta tras de sí.
Entré en un ligero duermevela que se rompió cuando escuché el leve "click" de la puerta, me incorporé nerviosa y preparada para defenderme ante un ataque pero fue Water quien apareció, exhalé de alivio al reconocerlo.
- ¡Joder!.- escuché como murmuraba en voz muy baja.
- No es tan terrible.- contesté yo, acostándome de nuevo contra la almohada.
Sabía que me había quemado la escápula y el hombro derechos, por el nivel de dolor de la quemadura seguramente era de nivel II como mucho, las quemaduras mientras más duelen menos peligrosas son. Ignorando eso y el golpe de la frente, me encontraba bastante bien.
Él se acercó a la cama, sus ojos repasaron todo mi cuerpo y quedaron fijos en el vendaje. Su mirada azul pasó a ser metálica y fría, en ese momento supe que estaba enfadado. Él había estado detrás de mí casi todo el día pero no apareció cuando pasó el ataque.
- ¿Tú estabas allí?.- pregunté, desviando mi mirada, no quería que él viese que me dolía la idea.
- No.- respondió con enfado.- Papa me hizo llamar para una gilipollez que no admitía un "no"... Pensé que estarías segura, ya casi estabas en tu habitación cuando me marché... ¡Joder! ¡Querían quemarte la cara!
Lo miré, tenía las manos en puño a cada lado de su cuerpo, ¿se sentía culpable? ¡No! ¡Furioso!
- ¡Eh! Lo esquivé... más o menos. Soy más dura de lo que parezco.-comenté sonriendo débilmente.
- Lo sé, eres una mujer de armas tomar.- respondió él, retirando su máscara y bajando la cabeza directamente a mis labios, besándome. Ese beso me electrizó y acaloró, haciendo que mi dolor pasase a segundo plano. Water se separó un poco, mirándome a los ojos.- No puedo quedarme más, he de irme pero ella va a pagar. Lo prometo.
Asentí, abrí la boca para darle las gracias pero él me calló besándome otra vez, gemí contra su boca notando como la lujuria comenzaba a dominarme pero él se separó y, acariciándome la mejilla, se fue.
A la mañana siguiente aún estaba medio dormida cuando noté algo frío y suave agarrándome la mano, inspiré profundamente y me llegó el aroma de Papa. Tragué saliva, dudando si podría hacerme la dormida para no tener que enfrentarme a él en ese momento.
- Siento mucho que pasase esto, Yami. ¿Qué tal te encuentras?.- noté otro toque suave y frío en mi mejilla y abrí los ojos, enfocándolos en su mirada dispar.
- Bastante bien, Papa.- respondí perezosamente.- Pronto estaré recuperada.
Él asintió sin dejar de mirarme, su mano descendió por mi mandíbula y me acarició la piel expuesta de mi hombro sano, dejando un hormigueo tras su toque. Suspiró y cerró los ojos un instante.
- ¿Qué pasó exactamente?.- me preguntó, abriendo los ojos.
- Salí de la biblioteca y, al pasar por las escaleras, me pareció escuchar algo raro así que bajé y me atacaron.- dije directamente, manteniendo todo lo de Water al margen.- Fueron dos, una debió de escapar y la otra... bueno, la empujé escaleras abajo y...
- Ni se te ocurra sentirte culpable.- me regañó él con voz autoritaria.
- Pero... está muerta.- le reproché con un mohín, notando como me entraban ganas de llorar.
- Mejor ella que tú.- respondió seriamente.
Lo miré, abriendo los ojos asombrada, su mirada era de determinación y estuve segura de que lo decía en serio.
- ¿Por qué yo?.- pregunté, sin poder dejar de mirarlo.
No me respondió, simplemente bajó su cabeza y me besó. ¡Vaya, estando en enfermería a la gente le daba por besarme! Abrí mi boca y él introdujo su lengua, saboreándome con ansia. Jadeé sonoramente cuando la lujuria volvió a mí, levanté mi mano izquierda para cogerlo por la nuca e impedir que rompiese el beso. Escuché como Papa soltaba una ligera carcajada sin dejar de besarme hasta que se separó un poco y pasó su lengua por mis labios.
- Espero que te recuperes pronto porque no voy a poder contenerme durante mucho más sin ti.- murmuró Papa contra mis labios.
- Lo intentaré.- murmuré de vuelta, notando como mis latidos del corazón ensordecían mis oídos.
Nos quedamos perdidos cada uno en la mirada del otro hasta que escuchamos como la puerta se abría, entonces Papa se incorporó rápidamente y vimos como Mary y Sara aparecían en la habitación quedándose boquiabiertas durante un segundo hasta reaccionar.
- ¡Buenos días Papa!.- dijeron a la vez.
- ¡Buenos días Hermanas!.- respondió Papa tranquilamente y me miró.- Espero entonces tu pronta recuperación, Hermana Yami.
- Sí, Papa. Muchas gracias, Papa.- respondí, mirando de reojo las sonrisas de mis amigas.
Tan pronto como Papa salió de la habitación ambas se acercaron a mí y levanté la mano para que no me bombardeasen a preguntas.
- ¡Eh! Yo hablo y vosotras escucháis, ¿de acuerdo?.- les pregunté intentando no reír con sus caras. Ambas asintieron y narré otra vez mi ataque, añadiendo ahora la visita de nuestro Papa.
- Parecía preocupado.- dijo Sara arqueando las cejas.
- Yo ya lo sabía.- comentó Mary, guiñándome un ojo.
- Os estáis yendo por las ramas, ¿importa más que Papa me haya visitado que el ataque que me ha traído aquí?.- les pregunté, entrecerrando los ojos.
- El ataque sabemos bien de quien ha sido obra.- Sara se sentó al borde de la cama y Mary la siguió.
- Lo que pasa que es difícil culpar a Carol por esto.- dijo Mary, acariciándome el pelo.- ¡Oh! Se te han quemado las puntas.
Sabía que era infantil ponerse a llorar por eso pero noté como las lágrimas comenzaban a bajar por mis mejillas sin control, me abrazaron ambas por cada lado con cuidado de no hacerme daño y lloré durante un rato hasta que se me pasó.
- Tranquila, esto lo arreglo yo en un momento.- dijo Mary, levantándose y cogiendo una banqueta.- Ven, siéntate aquí.
Me levanté con muchísimo cuidado, el hombro escocía un poco pero estaba bien. Me senté en el taburete dejando que las manos de Mary me peinasen y cortasen las puntas quemadas. Era muy relajante así que cerré los ojos mientras Sara se ponía delante de mí y, con un poco de maquillaje, tapaba el moratón.
- ¡Ala! Como nueva.- dijo Mary, pasándome un espejo y me sentí mucho mejor al verme en mi reflejo. Sonreí, contenta por tener a esas dos locas adorables a mi lado.
- Gracias chicas. ¡Sois las mejores!.- dije, intentando no echarme a llorar otra vez.
- Lo sabemos.- dijo Sara, sacándome la lengua.
En ese momento llegó la Hermana de la Enfermería para cambiarme los vendajes, aplicándome una crema de aloe vera y rosa mosqueta para ayudar a la cicatrización, me dijo que había tenido mucha suerte y que la quemadura no hizo laceración, que fue todo muy superficial.
- Estarás con la piel sensible y molesta durante un par de semanas.- comentó ella, mientras también me hacía la cura del golpe.- Y esto también curará pronto.
Le agradecí las atenciones, me quitó el gotero de la vena y se marchó diciéndome que en un rato me traerían algo de comer para recuperar fuerzas.
Al par de días me dejaron salir de esa pequeña jaula de la enfermería y volví a mi habitación, la Hermana Pecadora se había pasado mientras todavía estaba en la enfermería para decirme que durante esa semana estaba exenta de mis tareas y que esperaba que me recuperase pronto, aparte de pretender atrapar a la/las culpables del ataque.
Iba a cambiarme los vendajes todos los días y, cada día, la Hermana me decía que estaba mejorando muchísimo. La verdad es que casi no habían pasado 5 días del ataque y la piel ya no me escocía ni molestaba al tocarme aunque aún tenía un par de tonos rojos en la zona más quemada. El golpe de la frente también evolucionaba bien.
Volvía a mi habitación esa mañana cuando me sorprendió ver a un Ghoul delante de mi puerta, Omega. No dije nada hasta que me acerqué y él me miró a los ojos.
- ¿Por qué estás enfadada conmigo?.- me preguntó directamente.
- Sé que no tienes la obligación de contarme tus movidas, Omega.- comencé, intentando dejar que la rabia no se apoderase de mí pero fallé conforme iban saliendo las palabras.- Pero al menos deberías haberme dicho que te follabas a esa zorra.
Me di la vuelta para entrar en mi habitación, por el rabillo del ojo vi no demasiado lejos a otro Ghoul y lo reconocí, Water. Abrí la puerta y entré pero Omega impidió que la cerrase.
- Yami, por favor, escucha al menos lo que tengo que decir.- me pidió Omega, sujetando mi puerta.
- ¡No quiero! ¿Vale?.- le respondí casi chillando, enfadada y herida.
- Yami...- el tono de Omega era suplicante.
- ¡Omega!.- escuché como Water lo llamaba, su voz era de advertencia.- Te ha dicho que no.
Saqué un poco mi cabeza para mirarlo mientras Omega se apartaba ligeramente, mirando con odio al Ghoul más pequeño.
- ¡Tú aquí no pinchas ni cortas, Water!.- gruñó Omega.
- ¡Oh, sí que pincho, Aether!.- le respondió éste con un tono jocoso, utilizando su nombre formal.
Los azules ojos de Omega se ensancharon, apretó los puños y escuché como tomaba una inspiración por la nariz.
- ¡Vete!.- le ordenó Water con tono absoluto acercándose un paso más a nosotros.
Omega me miró pero no le devolví la mirada, carraspeó incómodo pero finalmente se dio la vuelta y se marchó por el pasillo. Vi como Water relajaba su cuerpo al verlo alejarse y me miraba.
- Tienes buen aspecto, nena.- me dijo, apoyándose en el quicio de mi puerta.
Arqueé una ceja ante el apelativo cariñoso del Ghoul, no era que me molestase precisamente pero tampoco quería que él se pensase que comía de su mano.
- No soy tu nena Water.- respondí, entrecerrando los ojos.
- Lo sé.- dijo él, llevando su mano a mi mejilla y dejando que su pulgar se posase en mi labio inferior, presionó para abrirlo un poco.
Exhalé aire sonoramente, sin apartar mi mirada de la de él, la cual se había oscurecido notablemente presa de algún pensamiento lujurioso. Mentiría si dijese que yo no deseaba besarlo, me gustaban mucho los esporádicos besos que compartíamos cuando él no podía resistirse y se quitaba la máscara para mí, cosa que yo sabía que les estaba prohibida tanto a los Ghouls, como a Papa. Y, como si el simple pensamiento lo hubiese invocado, éste apareció también en escena, ésto parecía un desfile de pretendientes de Yami en algún programa barato del corazón.
Water separó su mano lentamente de mi cara mientras miraba a Papa, él parecía estar evaluándonos con la mirada primero al Ghoul y luego a mí. Me preguntaba por qué Papa iba en su traje casual a plena luz del día en una mañana cualquiera.
- Me alegra mucho ver que estás casi completamente recuperada, Hermana Yami.- comentó Papa neutramente.
- Sí, Papa, ya me encuentro mucho mejor.- dije, sonrojándome violentamente cuando mi mente calenturienta se imaginó un escenario muy poco probable entre él, Water y yo. Los deseaba a ambos y mis sentimientos por ellos eran tan confusos que mi cerebro había llegado a la conclusión de que le daba igual. Why not both? Porque sabía que ellos no accederían a compartirme, lo tenía muy claro, sabía que había alguna especie de rivalidad entre ambos.
- ¿Crees que estás lo suficientemente bien para acompañarme a mí y algunas Hermanas a hacer un recado fuera de la Orden?.- me preguntó Papa, guiñándome su precioso ojo verde.
- ¿Un recado?.- pregunté confusa.
- Sí, para la preparación de la Luna de Sangre.- contestó Papa, ignorando a Water completamente.
- Yo voy también.- dijo éste.
- En mi ausencia me gustaría que tú llevases las riendas de la Orden.- respondió Papa, mirando al Ghoul con intensidad.
Water se quedó callado un par de segundos y, tal como había hecho Omega antes, cerró los puños e inspiró por la nariz.
- Sí, Papa.- dijo él, agachando un poco la cabeza y me miró.- Si necesitas algo, ya sabes dónde estoy, Hermana Yami.
Casi no fui capaz de contener la carcajada que quería escapar de mis labios, era la primera vez que él me llamaba así y se veía que le había costado mantener el tono formal que se supone que había entre nosotros. Papa se puso en mi campo de visión y lo miré fijamente, me escaneó con su mirada durante unos segundos.
- Deberíamos ir, ya nos están esperando.- dijo él, sin moverse delante de mí.
Yo di un paso hacia él, vi como su máscara se estiraba un poco cuando la piel de debajo sonrió y yo le sonreí de vuelta. Nos pusimos en camino y llegamos a la puerta de la Orden donde Mary, Sara y Alpha esperaban junto a un coche.
- ¿Estamos listos?.- preguntó Mary, poniéndose tras el volante.
- ¡Vamos!.- dije, sentándome en la parte trasera con Papa a mi izquierda y Sara al otro lado.
Estábamos hombro con hombro, el aroma de Papa llegó hasta mí e inspiré lentamente por la nariz, deleitándome sutilmente...o no tanto, ya que sentí como su pecho vibraba en una carcajada baja y el meñique de su mano derecha se aventuró subrepticiamente a mi pierna, rozando levemente mi piel. Me mordí el labio para contenerme e inspiré otra vez, centrándome. 

La Orden del GrucifixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora