Water POV: Estuve detrás de ella todo el día, observando impotente como el miedo hacía mella en ella, como sus amigas la dejaban sola... Y como otro par de Hermanas también la seguían, no eran del grupo de Carol pero no iba a alejarme de ella para descubrirlo, hasta que Yami no llegase a la noche a su habitación no iba a separarme de su lado.
Ya estaba acabando su jornada en la biblioteca cuando noté que tenía a alguien detrás de mí, me giré y me encontré frente a una mirada dispar.
- ¿Por qué estás detrás de ella?.- me susurró furioso, agarrando mi antebrazo.
Me solté de su agarre de un tirón, miré hacia Yami que estaba colocando los últimos libros y lo volví a mirar a él.
- Hablemos fuera.- susurré de vuelta, echándole un último vistazo a Yami.
Él se adelantó conmigo a sus talones, nos alejamos un poco de esa zona y se detuvo girándose para mirarme.
- ¿Acaso no soportas un poco de competencia desleal, T?.- le pregunté sonriendo bajo la máscara.
- Aquí yo estoy por encima de ti.- dijo él en un gruñido.
- Eso es lo que tú te crees, que te eligiesen a ti como Papa y no a mí fue por pura suerte.- repliqué, mirando por encima de su hombro y viendo como Yami se dirigía a su habitación.
- Supéralo de una puta vez, cuando estás de buenas eres soportable pero cuando te pones en plan capullo eres un auténtico gilipollas.- me respondió él, enfadado.
- Lo mismo podríamos decir de ti, T.- contraataqué.
- ¿Podríamos?.- preguntó, claramente confuso.
Me reí a carcajadas de él mientras me alejaba hacia nuestras habitaciones, un piso por encima de las de las Hermanas confirmadas. Escuché como Papa soltaba una palabrota y se iba hacia su propia habitación.
Entonces escuché jaleo proveniente del Gran salón y un mal presentimiento me asaltó, salí corriendo hacia allí a tiempo de vislumbrar a una figura femenina que se alejaba corriendo y vi como Omega aparecía con Yami en brazos, salió apuradamente hacia la enfermería sin ni siquiera verme. Bajé las escaleras, donde el olor a inflamable y humo todavía perduraban, entonces vi a alguien en el suelo, otra figura femenina encapuchada.
Me agaché a su lado para tomarle el pulso: estaba muerta. Le retiré la capucha y no me sorprendí al descubrir que no era del grupo de Carol, seguramente la habían amenazado o la habían manipulado para que atacase a Yami.
Me puse manos a la obra para limpiar ese desastre, llamé a la mortuoria para que se llevasen el cadáver e hice un par de gestiones hasta que vino Omega. Lo miré de reojo, por primera vez en mucho tiempo sentí miedo, me atreví a mirarlo después de pensármelo mucho y sentí una ola de alivio. Por la mirada del grandullón, Yami debía encontrarse bien.
Me encaminé a la enfermería con paso apurado, abrí la puerta y escuché el susurro de las sábanas, la vi incorporada y como su expresión pasó al alivio cuando me reconoció. Eso me hizo sentirme... ¿feliz? ¡Oh, mierda! ¡Me estaba colando por ella de verdad! Me distraje de mis pensamientos al ver sus heridas.
- ¡Joder!.- murmuré bajito, sintiendo como la ira me dominaba. ¡No debería haberla dejado sola!
- No es tan terrible.- comentó ella, relajándose de nuevo sobre las almohadas.
Me acerqué a su cama tragando saliva, ahora me sentía inseguro sobre qué decir o hacer. Repasé su cuerpo, tenía vendaje sobre su hombro y una herida en la frente. Estaba muy seguro de que la zorra de Carol no había planeado que las cosas hubiesen salido tan bien para su víctima, ni que ella se hubiese defendido, ni que...
- ¿Tú estabas allí?.- me preguntó ella, mirando por la ventana y sacándome de mis tenebrosos pensamientos.
- No.- contesté casi con un gruñido al recordar mi conversación con Papa.- Papa me hizo llamar para una gilipollez que no admitía un "no"... Pensé que estarías segura, ya casi estabas en tu habitación cuando me marché... ¡Joder! ¡Querían quemarte la cara!
Percibí como ella me examinaba, me sentía enfadado, quizás demasiado. Iba a tener una charla con él, tanto sobre ella como sobre sus deberes hacia la Orden, ya me estaba comenzando a cansar de algunas de sus gilipolleces. Y sobre Carol, la muy zorra...
- ¡Eh! Lo esquivé... más o menos. Soy más dura de lo que parezco.- dijo ella sonriéndome.
Y, así, de esa forma tan sencilla mi enfado se esfumó y se transformó en el deseo perpetuo que sentía hacia ella.
- Lo sé, eres una mujer de armas tomar.- le respondí, quitándome la máscara y dejándome llevar hasta su boca. Noté perfectamente como todo su cuerpo reaccionaba al beso, tenía tantas ganas de que ella fuera mía que casi me dolía, me separé un poco haciendo un esfuerzo.- No puedo quedarme más, he de irme pero ella va a pagar. Lo prometo.
Ella asintió sonrojada y abrió la boca para decirme algo que no le dejé pronunciar, la callé besándola otra vez, saboreando su lengua y ella gimió contra mí. ¡Oh, joder! Me separé un poco bruscamente porque perdería los estribos si seguíamos así y ella estaba herida, le acaricié la mejilla antes de irme.
Salí de la enfermería cerrando la puerta a mi espalda, suponía que no la volverían a atacar de momento pero ésta vez no iba a arriesgarme. Sabía que Carol estaba mal de la cabeza pero que no se podía permitir ser descuidada, podría volver a liarla como la última vez y cagarla de nuevo. El Clero no sería indulgente una segunda vez, nunca daban segundas oportunidades ni siquiera se la darían a alguien con su posición.
Después estuve vigilando la habitación de Yami en la enfermería hasta que le dieron el alta. Observé como Papa la visitaba pero supe que no habían hecho nada ya que, de la misma forma que yo me contuve, él había hecho lo mismo. Al final nos parecíamos más de lo que ninguno de los dos queríamos admitir.
Ella volvía a su habitación un día, conmigo a una distancia prudencial siempre vigilando. Omega estaba esperándola en su puerta así que me escondí un poco, el grandullón la había cagado con ella por culpa de Carol y yo sabía que ya no se llevaban de la misma forma desde el incidente abierto que hubo en el Gran Salón.
Hablaron un poco hasta que ella se dispuso a entrar en su habitación, me miró durante un segundo y abrió la puerta pero la manaza de Omega la detuvo suplicando. ¡Suficiente!
- ¡Omega!.- le advertí con tono frío.- Te ha dicho que no.
Ambos me miraron, ella con sorpresa y él con odio. Él se intuía correctamente quien era yo en realidad y eso le escocía mucho al robusto Ghoul.
- ¡Tú aquí no pinchas ni cortas, Water!.- me gruñó él de mal humor.
- ¡Oh, sí que pincho, Aether!.- le respondí, ocultando una sonrisa. Lo había puesto en su lugar solamente llamándolo así. Lo miré fríamente mientras se debatía internamente apretando los puños, así que di un paso más autoritariamente.- ¡Vete!
Él la miró, quizás esperando que lo detuviese pero ella ni siquiera le dirigió la mirada, sus ojos estaban fijos en mí así que él no pudo hacer nada más que marcharse. ¡Por fin!
- Tienes buen aspecto, nena.- comenté, devolviéndole la mirada a ella y apoyándome en el marco de su puerta.
Yami me miró arqueando una ceja en gesto desdeñoso, sabía que le había gustado el apodo pero ella era muy testaruda para admitirlo.
- No soy tu nena Water.- respondió entrecerrando los ojos.
- Lo sé.- contesté conteniendo una risa, miré hacia su cama y me puse cachondo al recordar como ella estuvo a mi merced aquella noche.
Le acaricié con suavidad, liberé su labio inferior de sus dientes y deseé hacerle tantas cosas, si la empujaba levemente hacia la habitación y nos encerrábamos ahí... Ella se tensó de golpe, mirando por encima de mi hombro, giré lentamente la cabeza y vi a Papa, como no. ¡Qué oportuno! Retiré mi mano lentamente sin dejar de mirarlo. Él estaba con su traje, lo que significaba que iba a salir.
Efectivamente, algo relacionado con la Luna de Sangre, iban a salir a hacer unas compras y él quería que ella los acompañase. Me olía que él querría intentar algo con ella otra vez y no se lo iba a permitir.
- Yo voy también.- dije, adelantándome y mirándolo.
- En mi ausencia me gustaría que tú llevases las riendas de la Orden.- respondió Papa, ¿qué? Me quedé confuso mientras él me miraba intensamente. ¡Qué movimiento más sucio por su parte!
Apreté la mandíbula con fuerza, inspirando por la nariz. No tenía otra opción pero se lo iba a hacer pagar, ya encontraría la manera.
- Sí, Papa.- respondí sumisamente y la miré.- Si necesitas algo, ya sabes dónde estoy, Hermana Yami.
Su expresión de sorpresa no tuvo precio, una sonrisa tiró de sus labios y me di cuenta de que era la primera vez que la llamaba así. Tenía un sabor agridulce en la boca. Él se acercó un poco a ella, Yami lo miró interrogativamente y luego se fue con él.
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La Orden del Grucifix
FanfictionFanfiction. OC/ Papa Emeritus III. La historia nos narra como Yami, una chica espontánea y normal, se ve de repente en una mala situación. Al conocer al Papa Emeritus III y sus Nameless Ghouls todo su mundo se vuelve patas arriba.