El Beso, la historia y... algo más

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Cerrando la puerta de mi habitación rápidamente con llave, entré en el baño entornando un poco la puerta para darme la ducha más fría del mundo y me desnudé completamente. Mi pobre ropa interior no iba a poder recuperarse de ese asalto de Papa. Me quedé desnuda frente al espejo, mirando mi reflejo turbado por ese encuentro y bajé mi mirada a las cicatrices de mis muñecas, dándome cuenta que hacía mucho tiempo ya que no tenía esa conducta compulsiva y destructiva.
Por el rabillo del ojo vi como la puerta del baño se abría más, revelándome que no estaba sola, me sobresalté y me giré tapándome malamente. Descubriendo que mi acompañante era Water, ni más ni menos.
- ¡Joder! ¡Por Satán!.- dije alarmada.- ¿Qué haces en mi cuarto Water? ¿Cómo has entrado?
Lo miré confusa, sabía perfectamente que yo había cerrado la puerta con llave.
- Descubrirás que tengo mis artes, Yami.- respondió Water, encogiéndose de hombros apoyado en el quicio de la puerta.- Quería hablar contigo.
- ¿Y no podías esperar?.- pregunté, ligeramente incómoda por el repaso visual que me estaba dando. Casi parecía que me estaba haciendo una radiografía.
- Es a ti a la que le interesa lo que tengo que decir... sobre tu querida amiga Carol.- comentó Water, cogiendo la toalla del colgador y extendiéndola como para envolverme en ella.
- ¿Qué le pasa a esa?.- pregunté malhumorada, acercándome y dándole la espalda.
Me enrolló en la toalla, rodeándome con sus brazos y juntando nuestros cuerpos, abrazándome.
- No tan rápido.- murmuró, acariciando mis costados con evidente deseo.- Yo no doy nada gratis.
Ya me había parecido que el Nameless Ghoul tenía cierta fijación conmigo pero esto era una declaración de intenciones muy clara y me jodía de sobremanera admitir que no me dejaba indiferente. ¡Joder Yami! ¿Casi te tiraste a Papa hace menos de 20 minutos y ahora te pones cachonda con otro?
- Y el precio por lo que tienes que decirme es que follemos, ¿me equivoco?.- pregunté, logrando parecer como si esa idea no me excitase lo más mínimo.
Él soltó una ligera risa mientras entrelazaba sus manos encima de mi abdomen y noté el frío material de su máscara en mi hombro.
- Sí, ese es el precio.- bisbiseó contra mi oreja, enviando un escalofrío por mi columna vertebral.
Mi cuerpo estaba gritando "SÍ!" pero mi mente y mi corazón me impelían a decir que no, que con quien yo quería acostarme era con el hombre que había dejado en la biblioteca, ese hombre que poblaba todos mis pensamientos, sexuales o no.
- No voy a follar contigo.- repuse a duras penas.
Él me soltó riéndose fríamente, aproveché para sujetarme mejor la toalla a mi alrededor y me giré para mirarlo.
- Sabía que me ibas a responder eso, no soy ciego.- comentó, sin dejar de observarme con lascivia.- Estás esperando a que Papa te folle, ¿verdad?
Noté como palidecí un poco ante sus palabras, ¿era tan evidente?
- Eres un libro abierto.- dijo, asintiendo. Contestando así a mis pensamientos.
Me obligué a calmarme, quería saber lo que él tenía que decirme sobre Carol, sobretodo después de lo que había pasado la noche de la confirmación.
- Aun así quiero oír lo que tienes que decir. Pon otro precio.- le demandé.
- Hmmmm... Entonces, ¿qué me ofreces?.- preguntó Water, claramente interesado.
- Un beso.- dije sin pensar. Me pegué un bofetón mental al escucharme, había sonado como una completa mojigata.
- ¡Oh! ¡Vamos Yami! No seas tan puritana. Por un beso yo no...- comentó, callándose un par de segundos.- ¡Vale! En realidad tengo dos cosas que decirte: una es una historia y la otra una advertencia. Por la historia acepto el beso pero tendrás que besarme como si lo besaras a él, lo sabré si no es así.
Me quedé muda durante un instante, finalmente asentí con la cabeza y él se acercó a mí.
- Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga.- ordenó, apartando un mechón de mi pelo que caía por mi cara.
Cerré los ojos, escuché el ruido de velcro y tela, casi abrí los ojos de la sorpresa cuando noté sus manos en mi cintura y, acto seguido, noté su aliento contra mi boca.
De repente, tomó mis labios como si fuera a devorarme, yo los entreabrí para acoger su lengua que se insinuaba ávidamente entre ellos. Gemí suavemente al sentirla deslizarse contra la mía y pude notar las cosquillas que me hacía su bigote, cosa que añadía bastante excitación al momento.
Mi beso con Papa palidecía en comparación con éste pero claro, los labios de una máscara no pueden compararse a los de verdad.
Comenzó a acariciarme la espalda, atrayéndome a él y pude sentir que estaba duro contra mí. En vez de alejarme, me cogí a su nuca, atrapando su pelo... ¡Oh, llevaba coleta! Introduje yo mi lengua en su boca, escuché con placer como gemía y, entonces, noté como mi toalla se deslizaba cayendo al suelo. Ahí recobré el control y me separé de él, manteniendo los ojos cerrados pero respirando conmocionada, ¡buf, cómo se había calentado el ambiente!
Escuché como él inspiraba con fuerza por la nariz y sus pasos alejarse un poco.
- Abre los ojos.- ordenó roncamente.
Yo los abrí, agachándome rápidamente para tapar mi desnudez de nuevo y él salió del baño.
Lo seguí hasta mi habitación y él se sentó en la cama, la penumbra de la habitación solamente iluminaba la mitad de la máscara, dándole un efecto algo terrorífico al Ghoul. Sus fríos ojos celestes relucían con un brillo lascivo y de conocimiento.
- Resumiré la historia para que no nos lleve demasiado.- dijo él, estirando las piernas de forma cómoda en mi cama.- Hace un año Papa se estaba follando con más frecuencia a tu amiguita Carol y a otro par de Hermanas más, no tenía favorita, no puede... pero ellas 3 estaban más veces en su cama que en la de ellas mismas.
Paró de hablar, observándome con intención y analizando mi reacción. No era un dato desconocido pero me escocía mucho que esa loca fuera de sus "favoritas", así que me senté en la cama yo también, manteniendo las distancias con Water.
- Resulta que ella, obviamente, quería a Papa para sí misma. No se le ocurrió mejor forma de hacerlo que quedándose embarazada fuera del monasterio y luego decir que era de él, cosa que él negó con vehemencia. Hubo muchos problemas y bla-bla-bla... Al final, se descubrió que ella había mentido sobre quien sería el padre de la criatura y el Clero le dio a Carol dos opciones: tener al bebé pero dejar la Orden o abortar y seguir aquí. ¿Adivinas qué escogió?.- me preguntó Water, mirándose las uñas y levantando la mirada para fijar sus ojos azules en mí.
Me había quedado muda, ¿en serio? No me lo había esperado para nada, ¿por qué el Clero no la había echado directamente? Era evidente que esa chica estaba de psiquiátrico. Me concentré en Water, el cual parecía esperar alguna reacción por mi parte.
- Vale, joder, qué fuerte.- expresé en voz alta.- Esa chica está loca.
- Tal vez, a mí eso no me importa.- respondió él, encogiéndose de hombros.- Aunque deberías saber que ahora quien más se la folla no es otro que tu querido amigo Omega.
Me quedé pálida, ¿qué? ¿Omega y ella? No me lo había esperado para nada, bueno, sí, que se acostaran un par de veces pero, por el tono de Water, parecía casi como si tuviesen una especie de relación. Me agarré con fuerza la toalla, intentando centrarme en el presente, noté como mi cerebro quería desconectarse y lo logré evitar porque estaba él a mi lado.
- ¿Y respecto a la advertencia?.- pregunté de repente, cambiando de tema y acordándome del resto de información que él tenía para mí.
- Es algo muy serio.- comentó él, despreocupadamente y lo miré.- Vale bastante más que un beso, aunque fuera uno tan bueno como ese.
- ¿Cuánto es bastante más?.- le pregunté directamente, decidida a conocer la dichosa advertencia.
- Quiero que me hagas correrme, sobre ti y te tocaré pero no te penetraré.- respondió, levantándose de la cama y estirándose esperando mi decisión.
¿Y si la cosa se nos iba de madre? Si me calentaba un poco solía perder el control sobre mí misma con bastante facilidad, una vez la lujuria tomaba el volante mi fuerza de voluntad era nula. Confié en que mi decisión de que Papa, el hombre del que estaba enamorada, me follase fuera suficiente... ¿realmenteestaba enamorada de Papa? No lo sabía, estaba tremendamente confusa.   
Suspiré levantándome yo también de la cama, dejando caer la toalla, mostrándome totalmente desnuda a él. Asintió, yendo al baño y apagó la luz, ahora estábamos en penumbra casi total, aún podía vislumbrar una sombra más oscura en la habitación. Escuché otra vez el sonido del velcro, vi por sus movimientos como se iba desnudando y, finalmente, se acercó a mí.
- Ahora jugaremos en igualdad de condiciones.- comentó, su voz era más penetrante sin la resonancia de la máscara.- Y no pongas esa cara, puedes fingir que te gusta.
- No puedes verme.- respondí altanera.
- Ya, pero sé qué cara has puesto.- contraatacó dando un par de pasos.
Casi podía verlo, no podía definirlo bien pero sí que lo distinguía. No respondí nada, me acerqué un par de pasos a él, ahora podía ver sus ojos y precisar con sorpresa que estaba muy bien dotado e incluso me daba la impresión de que tenía algunos tatuajes. Él me cogió de la cadera pegando todo su cuerpo al mío, especialmente su entrepierna. ¡Oh, vaya! Volvió a pegar sus labios a los míos apasionadamente y llevó su mano a mi pezón, pellizcándolo ligeramente, enviando una ola de dolor/placer por todo mi cuerpo. Gemí sonoramente contra su boca y le agarré directamente el pene.
Él bajó rápidamente su mano a la mía, comenzando a moverla para indicar el ritmo que quería que siguiera y gruñó de placer. De repente, me empujó y ambos caímos en la cama.
- Así mejor.- murmuró contra mí, lamiéndome los labios y bajando hasta la clavícula donde comenzó a chupar.
- Ahhh.- gemí y le mordí el hombro con fuerza.
En respuesta comenzó a mover las caderas contra mí, yo aceleré el ritmo moviendo rápidamente mi mano arriba y abajo en su longitud. Separó su boca de la mía, se lamió un dedo y entonces lo bajó, mirándome atentamente mientras lo introducía en mí, jadeé cerrando los ojos con fuerza.
- ¡Joder! ¡Qué húmeda estás, nena!.- ronroneó, mordiéndome ligeramente el labio inferior e introduciendo un segundo dedo en mí. Jadeé, perdida en el placer que me proporcionaba y disfrutando de su cuerpo que, aunque algo delgado para mi gusto, era pura fibra.
- ¿Sabes? Aunque no te esté penetrando, sí que te estoy follando.- me susurró al oído, mordiéndome ligeramente el lóbulo de la oreja.- ¡Y me encanta!
Lo apreté con bastante fuerza acelerando el movimiento de mi muñeca en él mientras que, con mi otra mano, agarré su coleta y tiré, exponiendo su cuello a mí y mordí. Él no había dejado de mover sus dedos en mi interior, gruñendo como un animal llevado por el éxtasis; solté mi presa y él me miró, sonriendo casi como un maniaco. Bajó su cabeza a mi pezón, hincando los dientes en él y comenzó a frotar mi clítoris con su pulgar también.
¡Exploté! Gemí perdida en mi orgasmo, convirtiéndome en una masa espasmódica y, antes de que las olas de placer se evaporasen, sentí como él también convulsionaba un poco.
- ¡Joder!.- gruñó, corriéndose en mi mano, vientre y pecho.
Se quedó encima de mí un rato hasta que nuestras respiraciones se calmaron, se incorporó un poco y me besó lánguidamente antes de apartarse.
Ese último beso había sido diferente, preferí no analizarlo así que me levanté rápidamente para darme una ducha, encendí la luz del baño y abrí el grifo de agua lo más caliente que soporté. No tardó en apagarse la luz pero el baño tenía más claridad y sentí como sus brazos me envolvían bajo el chorro de agua.
- En éste lugar hay muchos ojos y oídos Yami, la mayoría son míos.- murmuró contra mi cuello justo en el tatuaje Grucifix, dio un pequeño beso ahí.- Pero no soy el único. Mi advertencia es seria: evita a Carol como la peste, sé que tiene planeado hacerte daño y, podría meter la mano en el fuego, de que será algo muy desagradable.
- ¿Qué dices?.- pregunté, girándome para mirarlo atónita, estaba más serio de lo que lo había visto hasta ahora. Y podía ver su cara con bastante claridad, sorprendiéndome descubrir que era guapo, definitivamente muy guapo.
- Aún no sé con certeza qué planea pero sí que pretende hacer algo.- dijo con voz suave y grave, paseando sus manos por mi espalda.
Él parecía estar distraído acariciándome mientras el agua caliente nos limpiaba, asimilé la información y, tras unos minutos de silencio, carraspeé.
- ¿Algo más?.- pregunté ligeramente incómoda de la intimidad que estábamos compartiendo.
- La verdad es que no.- respondió.
Dicho esto acercó su cara lentamente a la mía, dándome tiempo a reaccionar o apartarme, cosa que no hice. Dejé que me besara una vez más, lenta y minuciosamente hasta que volví a notar como se excitaba, tenía contra mi abdomen la prueba tangible de ello.
- Mejor me voy antes de violarte.- confesó apartándose, acariciándome la clavícula con su mirada perdida en mi cuerpo.
Asentí sin saber qué responder a eso y él salió de la ducha. Decidí quedarme un rato más bajo el agua, necesitaba aclararme muchas ideas mientras le daba tiempo a vestirse, poco después escuché como la puerta de mi habitación se cerraba y fue cuando me atreví a salir, ponerme mi pijama y meterme en cama para no dormir repasando esa locura de noche: primero el asalto de Papa en la biblioteca y luego el tórrido encuentro con Water.

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Water POV: Cuando la vi salir de la biblioteca medio vestida no pude menos que sonreír, había intervenido en el momento justo para que Papa no finiquitara su faena con ella. Había mandado a una de las Hermanas que comían de mi mano a interrumpirlos con alguna tonta excusa que se le ocurriese.
Así que seguí a Yami hasta su cuarto, esperé un par de minutos y entré en su habitación utilizando mi ganzúa, ella estaba en el baño.
Había dejado esa puerta medio abierta, con lo que pude ver su reflejo desnudándose ante mí. Comencé a ponerme duro solamente viéndola, ella se quedó mirándose al espejo un par de segundos hasta que desvió la mirada hacia sus muñecas donde tenía cicatrices de automutilación. Me picaba la curiosidad por conocer qué la había llevado a hacerse eso pero yo había ido hasta ahí por otro motivo, así que abrí la puerta del baño para que ella me viese. La información que yo tenía era valiosa para ella y yo sabía perfectamente lo que quería hacerle pero ella era testaruda, así que tuvimos que negociar: el pasado de Carol y Papa podría valer un beso si ella me besaba como lo haría con él.
- Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga.- le ordené mientras apartaba un mechón de pelo que le caía por la cara. Me gustaba tocarla.
Yami me obedeció sin decir nada, no tardé en quitarme la máscara y el pasamontañas de licra que siempre cubría mi cara. Me paré delante de ella unos segundos, observándola con esa toalla a su alrededor y enseñándome tanta piel, provocándome un hambre voraz. La agarré por la cintura, ella se sobresaltó notablemente y exhalé antes de atacarla, besándola con las ganas que había acumulado desde que la vi. Correspondió mi beso, gimiendo de tal forma que me contuve de violarla a duras penas pero no me contuve de pasear mis manos por todo su cuerpo, descubriendo sus curvas y ella se agarró a mí, tomando el control del beso. ¡Oh, Satán! Solté un gemido deseando más pero, de repente, su toalla cayó al suelo y ella se separó. ¡Le había puesto fin antes de lo que yo quería pero había estado muy bien, demasiado bien! Se cubrió con las manos otra vez, sonrojada y tan jodidamente sexy que me costaba horrores no follármela, inspiré por la nariz para calmarme un poco, me recoloqué mi erección en una postura que no doliese tanto y volví a ponerme la máscara.
- Abre los ojos.- mi voz salió ronca, casi como un graznido.
En su habitación, en su cama en penumbra pensé durante un segundo qué le iba a contar exactamente, estaba seguro de lo que a Yami le interesaba saber.
- Resumiré la historia para que no nos lleve demasiado.-comenté, estirándome en su cama y mirándola en la casi oscuridad, envuelta solamente en la toalla a un par de metros.- Hace unos 3 años Papa se estaba follando con más frecuencia a tu amiguita Carol y a otro par de Hermanas más, no tenía favorita, no puede pero ellas 3 estaban más veces en su cama que en la de ellas mismas.
Ahí me detuve para observar su reacción, su expresión había variado al dolor un segundo pero se recompuso con bastante rapidez, sentándose en cama también a una distancia segura de mis manos. Yami no confiaba en mí, lo cual significaba que no era nada ingenua y que tenía buen instinto, no se debía confiar en mí.
Narré el resto básico de la historia, como Carol intentó hacer creer a todos que Papa la había preñado y la reacción del Clero con la decisión de la psicópata esa. Al terminar miré a Yami fijamente, ella estaba pálida y podía ver como los engranajes de su cerebro funcionaban, almacenando lo que le acababa de contar.
- Vale, joder, qué fuerte.- comentó, alucinada.- Esa chica está loca.
- Tal vez, a mí eso no me importa.- contesté, encogiéndose de hombros. Carol me la traía muy floja, lo que sí podía importarme era lo que ella pretendía hacerle a Yami.- Aunque deberías saber que ahora quien más se la folla no es otro que tu querido amigo Omega.
Ella se quedó pálida al instante, ¿tanto le sorprendía? Puso una expresión que hizo que me arrepintiese de habérselo dicho, abrí la boca para decir algo, lo que fuese.
- ¿Y respecto a la advertencia?.- preguntó de golpe, centrándome de nuevo en la materia.
- Es algo muy serio.- dije sin entrar en detalles, sabía que ella no quería pagar el precio de follar conmigo.- Vale bastante más que un beso, aunque fuera tan bueno como ese.
- ¿Cuánto es bastante más?.- me preguntó yendo al grano, tenía un brillo decidido en la mirada, sabía que ahora podría pedirle que me satisficiese de otra forma y ella lo haría.
- Quiero que me hagas correrme, sobre ti y te tocaré pero no te penetraré.- respondí seriamente.
Me levanté de la cama, estirándome para destensarme y la miré, a la espera de que tomase su decisión. Ella se quedó debatiéndose durante un momento hasta que suspiró levantándose y se expuso desnuda a mí. Sonreí tras la máscara, contento por su elección, apagué la luz y me desnudé rápidamente, no quería perder un segundo.
- Ahora jugaremos en igualdad de condiciones.- dije, acercándome hasta que estuvo a mi alcance, apenas podía verla pero sabía exactamente que expresión había puesto.- Y no pongas esa cara, puedes fingir que te gusta.
- No puedes verme.- contestó ella, entre prepotente y sorprendida.
- Ya, pero sé qué cara has puesto.- respondí, acercándome más, aún no me había tocado y ya tenía una jodida erección de caballo.
Al ver que ella no daba el primer paso tomé yo la iniciativa, agarré su cadera y me pegué a ella, devorando su boca otra vez, pellizcándole uno de sus sexys pezones haciendo que ella gimiese y me agarrase la polla. Bajé mi mano a la de ella, enseñándole el ritmo que yo quería y gruñí de puro gusto pero estar así de pie era incómodo, la tiré sobre la cama conmigo encima de ella y pensamientos muy sucios en mente.
- Así mejor.- susurré contra sus labios, lamiéndolos y descendiendo a su cuello para chuparlo con fuerza, quería marcarla, si Papa la viese así le cortaría el rollo la próxima vez y esa idea me ponía todavía más.
Ella me mordió el hombro, mis caderas se movían contra ella, notaba su suave mano acelerando el ritmo en mi polla y comencé a perder la cordura. Lamí mi dedo índice para meterlo en su húmedo interior sin dejar de mirarla y ella cerró los ojos jadeando. Como deseaba follarla, ¡joder! Besándola metí un segundo dedo en ella y ella volvió a jadear contra mi boca, abrazándome.
- ¿Sabes? Aunque no te esté penetrando, sí que te estoy follando.- le susurré al oído sin poder contenerme. Ella estaba disfrutando de esto tanto como yo mismo.- ¡Y me encanta!
En respuesta ella me apretó con bastante fuerza, tirándome de la coleta y mordiendo mi cuello. Me encantaba provocarla y enfadarla para que tuviera esas reacciones, eran instintivas y reales. Gruñí, ella me soltó y le sonreí, sabiendo que esto ya estaba llegando a su fin pero sabiendo que ella no era inmune a mí, no estaba tan cegada por Papa. Le mordí un pezón, succionándolo después y acaricié su abultado clítoris, sabiendo que eso la llevaría al límite. No me equivocaba: ella gritó de placer, estremeciéndose debajo de mí y sin dejar de masturbarme, la visión de su orgasmo fue suficiente para arrastrarme al mío propio.
- ¡Joder!.- gruñí cuando me corrí sobre ella.
Un rato después recuperé mis fuerzas, me incorporé y la besé. En respuesta ella salió disparada para ducharse, la había alterado y eso me hizo soltar una carcajada baja.
La seguí al baño, apagando la luz y la abracé por la espalda, era jodidamente perturbador lo rápido que podría acostumbrarme a esto, a ella.
- En éste lugar hay muchos ojos y oídos Yami, la mayoría son míos.- murmuré contra su cuello, besando mi Grucifix, había llegado el momento de darle lo que ella necesitaba saber.- Pero no soy el único. Mi advertencia es seria: evita a Carol como la peste, sé que tiene planeado hacerte daño y, podría meter la mano en el fuego, de que será algo muy desagradable.
- ¿Qué dices?.- preguntó sorprendida, se giró en mis brazos, si ella podía verme con la misma claridad que yo a ella acababa de romper uno de los votos obligatorios de los Nameless Ghouls.
- Aún no sé con certeza qué planea pero sí que pretende hacer algo.- confesé en voz baja, acariciándola y concentrándome en su suave tacto para no pensar en la tremenda cagada que acababa de cometer. Había sido muy descuidado con ella. Tenía la seguridad de que ella no iba a delatarme, estaba bastante seguro de que yo no era su persona favorita en la Orden pero podía decir que no me odiaba. Ese momento con ella en la cama no había sido obligado, todo había fluido con mucha naturalidad entre nosotros y sabía que ella también se había dado cuenta.
- ¿Algo más?.- preguntó al cabo de un rato.
- La verdad es que no.- contesté, dándome cuenta de que ya llevábamos un buen rato así.
No pude resistirme a comprobar si ella me besaría en ese momento, así que me acerqué despacio y nos besamos mutuamente con una calma deliciosa que provocó un fuego lento en mí, volviéndome a poner duro.
- Mejor me voy antes de violarte.- confesé, separándome a regañadientes.
Sabía que la avaricia rompía el saco, había tenido una buena noche con ella y no iba a arriesgar la poca suerte y el acercamiento que habíamos tenido por mi puto deseo.
Salí del baño secándome con la toalla de la habitación y vistiéndome con la misma rapidez que me desvestí, dudé si decir algo antes de irme pero opté por el silencio. Me coloqué mi máscara, contento de que ocultase mi expresión de satisfacción y volví a mi cuarto para dormirme sin hacer ningún plan maquiavélico para el día siguiente, lo cual era una novedad absoluta.    

La Orden del GrucifixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora