La misa

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  Unos toques en la puerta me despertaron mucho antes de lo que habría querido, me incorporé algo desorientada, ¿dónde estaba? De pronto, me acordé de la tremenda locura que había cometido el día anterior y sonreí al pensar que estaba en un monasterio satánico, parecía de chiste pero era un paso adelante que yo misma había decidido tomar muy a pesar de que mi cordura me hubiese abandonado por completo.

- ¿Yami?.- escuché la voz de Mary a través de la puerta.- ¿Estás despierta?

Me levanté de la cama, ni siquiera me había quitado mis botas militares para dormir y abrí la puerta. Mary estaba sonriendo, tenía ropa doblada bajo un brazo y en la otra mano traía una bolsita con algo que parecía comestible.
- ¡Toma!.- me dijo entrando en la habitación y entregándome la bolsita de papel.
La inspeccioné con rapidez: había un par de bollos de pan recién hecho, un par de tarrinas pequeñas de mantequilla y otro par de mermelada; también un termo que parecía contener café.
- ¡Muchas gracias!.- exclamé mientras me sentaba en la cama y comenzaba a preparar los bollos, dejé la bolsa a un lado y ella cogió el termo para servir café.
- ¿Has dormido bien?.- me preguntó, dándome la taza mientras yo engullía los bollos. Asentí con la cabeza, finiquitando la comida y bebiendo el café casi de un trago. Suspiré satisfecha cuando terminé todo.- ¡Bien! Mira, te he traído tu hábito, es genérico para novicias pero podrás personalizarlo un poco cuando quieras o tengas tiempo, tenemos una hermana que cose genial. ¡Venga, póntelo!

Yo me quedé sentada, observando la ropa y luego la miré a ella. ¿No se iba a ir? Me daba algo de vergüenza cambiarme así como así delante de ella.
- No voy a ver nada que yo no tenga.- comentó ella, leyendo mi expresión y acuciándome a apurar con las manos.- ¿O acaso quieres que te desnude yo?
- Serías capaz.- comenté, comenzando a quitarme reaciamente toda ropa menos las muñequeras que tapaban mis cicatrices, me alegraba de que mi ropa interior fuese negra y de encaje con sujetador push-up. A ver, que sí, puede que llevase unos años viviendo en la calle pero nunca había sido una vagabunda de manual.
- ¡Oh! No te pregunté si querrías ducharte antes pero apenas tenemos tiempo antes de la misa.- comentó ella, sacándome de mis pensamientos y la miré, fijándome en que estaba arqueando las cejas.- ¡Oye! No estás nada mal.
Noté como las mejillas se me encendían ante su piropo, me puse el vestido negro con rapidez pasmosa y me giré para mirarla de nuevo a la cara.
- ¡Espera! ¿Cómo sabías mi talla?.- le pregunté frunciendo el ceño mientras me fijaba en lo bien que me quedaba esa ropa. El vestido se ajustaba casi perfectamente a mí pero sin resultar incómodo e incluso la falda llegaba a los tobillos justo hasta donde debía.
Cuando decía que yo era mediocre, lo decía de verdad. No era muy alta, medía 1,67 y no era ni delgada ni gorda, tampoco tenía los buenos atributos físicos de Mary. Era totalmente normalilla pero esa ropa resaltaba cada una de las virtudes que pudiera tener.
- Tengo buen ojo, aparte de que eres mona y no tienes mal tipo.- respondió, cogiendo el cinturón ancho de tela, éste era blanco con el Grucifix en negro y sonrió al ver mi expresión interrogante.- El blanco es para diferenciar a las novicias de las hermanas oficiadas.
Observé el conjunto en el espejo mientras ella me ponía el colgante del Grucifix al cuello. Tenía que admitir que el conjunto me quedaba bastante bien aunque pareciese que estuviera haciendo cosplay de algún anime o algo así ya que mi pelo rojo fuego destacaba un montón y más con ese outfit.
- ¡Perfecta! Vamos con la Hermana Pecadora.- me agarró de la mano y tiró de mí durante algunos pasillos.
El encuentro con la Hermana Pecadora fue breve. Ella era una señora de mirada estricta que nos miró entrar a su despacho con un fruncimiento de ceño. Calculaba que tendría unos setenta años de edad pero seguía manteniéndose bastante atractiva, como dirían hoy en día, era una MILF. Su hábito era igual al de mi compañeras con la única diferencia de que su velo era blanco en su totalidad.
Mary le explicó brevemente que me quería unir a la Orden y mi anterior situación, a lo que ella asintió después de echarme un vistazo rápido y recordarnos que íbamos a llegar tarde a la misa, ordenando que Mary sería la encargada de enseñarme cómo iban las cosas en la Orden.
Después salimos corriendo hacia la capilla, Mary me llevaba de la mano guiándome el camino y casi iba dando saltitos de la emoción.
- ¿Sabes? Tienes muchísima suerte.- resolló Mary mientras corríamos.
- ¿Por?.- le pregunté, intentando respirar y seguirle el ritmo.
- Las novicias se sientan en primera fila.- me dijo cuando llegando a la puerta de la capilla y tomó un par de bocanadas de aire mientras se recolocaba el velo.- El resto nos sentamos por orden de llegada.
- ¿Primera fila?.- le pregunté entre dientes, súbitamente incómoda por tener que estar sentada tan adelante.
En respuesta ella entró en la capilla, la cual estaba prácticamente llena y vimos a Sara, la cual nos hizo gestos con la mano desde una fila situada por la mitad para que nos acercásemos a ella.
- Te he guardado un buen sitio, Mary.- le dijo a mi compañera, palmeando el único asiento vacío a su lado.- ¡Buenos días Yami!
- Hola Sara. Oye, ¿no podría sentarme aquí con vosotras?.- le pregunté a la desesperada.
- Nope.- contesto Mary, sentándose y señalando la primera fila. Sara me sonrió encogiéndose de hombros y ambas comenzaron a hablar, ignorándome completamente. ¡Harpías!
No me quedaba otra que ir hasta la primera fila, noté varias miradas sobre mí y respiré hondo para ignorar esa sensación de incomodidad. No iba a pasar nada, me repetía una y otra vez.
Al llegar a la primera fila vi a otras 4 novicias, una de ellas se apartó ligeramente y me dejó sitio justo en la esquina del banco, en el pasillo delante del altar. Gruñí internamente porque, aún sin quererlo, parecía que tenía un jodido foco encima de mi cabeza para llamar la atención.
Al poco, los murmullos de la capilla se acallaron a la vez y hubo un silencio total mientras salían los Hermanos Ghouls, ocupando sus lugares a la izquierda y derecha del altar. Eran 14 Ghouls en total, aunque me fijé en que había 5 que parecían los principales: todos tenían varios símbolos bordados sobre el pecho derecho. Creo que incluso reconocí a Alpha entre ellos, estaba justo a la derecha del altar y, ahora que me fijaba, uno de los símbolos resaltaba un poco más, el triángulo normal. Tomé nota mental de preguntar por eso a Mary o Sara.
En ese momento de divagación apareció él y no tuve ninguna duda de que se trataba de el Papa Emeritus III. Todas se levantaron en sincronía al verlo aparecer, yo me quedé mirándolo con la boca abierta pero reaccioné más o menos y me levanté también.
Lo observé caminar elegantemente hacia el altar, mis ojos lo recorrieron de arriba a abajo con rapidez, analizándolo por completo y al detalle. Sus vestiduras eran increíbles, casi como las mismas del actual Papa Francisco de Roma aunque tenía varias cosas diferentes: la sotana era negra, la banda de seda era morada con el Grucifix en plateado, un gran Grucifix en el pecho sobre la Sotana, la capa negra y morada, zapatos negros, la mitra alta dorada y blanca con el Grucifix. El Papa Emeritus llevaba una máscara negra y blanca que le daba un aire cadavérico pero que parecía maquillaje sobre piel de lo realista que era, en su ojo izquierdo llevaba una lentilla blanca y sus manos estaban cubiertas por unos guantes negros de cuero.
Tragué saliva, totalmente impresionada por él, observándolo como se colocaba detrás del altar que estaba situado a pocos metros de mí y pude notar como mi corazón se aceleraba. ¿Qué me estaba pasando? Me llevé una mano al Grucifix, intentando calmar mi agitada respiración.
Él miró hacia todas nosotras durante un breve instante antes de levantar las manos y hablar con un fuerte acento italiano.
- ¡Buenos días, mis queridas hermanas!.- su voz resonó por toda la capilla sin esfuerzo.- Por favor, sentaos.
- ¡Buenos días Papa!.- dijeron todas a la vez, sentándose. Yo tardé un segundo más que las demás en sentarme, me notaba casi en trance y no salía de mi fascinación hacia esa persona que tenía delante de mí: su voz oscura, potente y ese acento le daba un toque denso que te hacía escucharlo hipnotizada. Él asintió con la cabeza una vez estuvimos sentadas.
- ¿Cómo os encontráis en esta preciosa mañana?.- nos preguntó, haciendo una leve reverencia hacia nosotras.
- Muy bien.- respondieron a coro mis compañeras.
Yo ya sabía que nada de esto iba a ser normal pero me sorprendió gratamente que alguien con su "posición" se preocupase de esa forma por el bienestar de sus adeptas.
- Me complace mucho que estemos todos aquí reunidos.- comenzó, su voz también denotaba una pasión que era contagiosa.- Intentaré que nuestra misa de hoy sea lo más corta posible ya que, como bien sabemos, hoy es nuestra reunión semanal, ¿estoy en lo cierto?
Un murmullo excitado recorrió la capilla, él asintió varias veces y pude fijarme en que el ojo que no llevaba lentilla era de un precioso verde esmeralda. Definitivamente era muy difícil dejar de mirar a este hombre tan particular, resultaba tan atrayente... ¡Oh, madre mía! Dejé escapar el aire casi de golpe al darme cuenta de algo: él era tan atrayente como una llama y yo comencé a sentirme una polilla alrededor de esa llama.
- Lo sé, queridas mías, lo sé. Pero antes de eso tenemos que hablar de un par de cosas.- comentó apaciguando el ambiente y volviendo a mirarnos a todas.- La primera cosa es que, en unos meses, tendremos Luna de Sangre, no debería tener que explicaros que es un acontecimiento muy importante para la Orden y que, en breves, empezaremos a prepararlo todo para la llegada de tan señalado día. Ese día haremos una fiesta que reverberará en el mismo Infierno y voy a algo más... una de vosotras, mis apreciadas hermanas, será mi acompañante personal esa noche.
Guiñó su ojo verde hacia la multitud y ésta vez el murmullo se elevó lo suficiente para ser una cacofonía de voces irreconocible, casi juraría que noté como Papa sonreía tras la máscara y disfrutaba de la reacción obtenida; incluso los Hermanos Ghouls asentían ante la efusiva respuesta de las Hermanas. El Papa levantó una mano para pedir silencio, el cual se hizo casi inmediatamente, él se llevó una mano al corazón de forma teatral antes de continuar.
- La segunda cosa que quería comentar es que veo alguna que otra cara nueva entre nosotros.- añadió mirando hacia el banco de las novicias. Durante un segundo cruzamos la mirada pero no pude sostenérsela, así que bajé la cabeza para mirarme mis manos mientras notaba como mis mejillas enrojecían.
- Mis adorables señoritas, espero fervientemente que os unáis a nosotros en la fiesta más tarde, no seáis tímidas.- siguió hablando y, por su tono de voz, supe que escondía una sonrisa, eso hizo que yo levantase la mirada pero él ya no me estaba mirando.- ¡Muy bien! Como dije, la reunión de hoy va a ser corta. Para finalizar, por favor, levantaos y uníos a mí.
Levantó ambos brazos, ésta vez me levanté a la vez que las demás con la mirada puesta en él, hizo un gesto de asentimiento de cabeza y se produjo el momento mágico en el que todas, a coro junto con él, cantaron ante mi absoluta fascinación.
"We're standing here by the abyss and the world is in flames
Two star-crossed lovers reaching out to the beast with many names
He is
He's the shining and the light without whom I cannot see
And he is
Insurrection, he is spite, he's the force that made me be
He is
Nostro dis pater, nostr' alma mater
He is
We're hiding here inside a dream and all our doubts are now destroyed
The guidance of the morning stars will lead the way into the void
He is
He's the shining and the light without whom I cannot see
And he is
Insurrection, he is spite, he's the force that made me be
He is
Nostro dis pater, nostr' alma mater
He is
He is
He's the shining and the light without whom I cannot see
And he is
Insurrection, he is spite, he's the force that made me be
He is
He's the shining and the light without whom I cannot see
And he is
The disobedience that holds us together
He is
Nostro dis pater, nostr' alma mater

And we are falling over the precipice."    

La Orden del GrucifixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora