Yami POV: Aparcamos en el centro, Mary y Sara estaban súper excitadas por ver cosas para la celebración de la Luna de Sangre ya que apenas quedaba poco más de 1 mes para ese acontecimiento.
Ellos iban tan cómodos por la calle, sin inmutarse de las miradas que generábamos en la gente de a pie, Alpha y Papa eran los que más llamaban la atención con sus máscaras.
Fuimos por un montón de tiendas viendo de todo: desde telas hasta velas, pasando por objetos de rituales en una tienda de ocultismo.
No compramos nada realmente importante ni grande, pequeños detalles que creíamos que podrían adornar el Gran Salón, había momentos en los que Papa y yo nos mirábamos y surgía una especie de conexión que me electrizaba.
Así pasamos todo el día hasta que ya casi se había puesto el sol, estábamos pasando por el parque donde Mary, Sara y yo nos encontramos aquella primera vez. Sin dejar de andar me quedé mirando el banco donde había estado sentada cuando esas dos locas adorables se metieron en mi vida.
- ¿Lo echas de menos?.- escuché como Sara me preguntaba en voz baja, la miré y tanto ella como Mary estaban pendientes de mi.
- Ni de coña.- respondí yo, mirándolas a las dos.
- ¿Echar de menos el qué?.- preguntó Alpha, acercándose a curiosear y llamando la atención de Papa también.
- ¡Vieja cotilla!.- exclamó Mary, pinchándolo.
Papa miró también hacia el banco, alternando la mirada entre éste y yo pero él no preguntó nada, simplemente me miró.
- Es pasado.- murmuré encogiéndome de hombros, adelantándome al grupo y recordando aquella vez que Papa intentó que me confesase, no había vuelto a intentarlo desde aquella.
En ese momento un niño pequeño que estaba jugando en la acera se cayó de rodillas al suelo, No había ningún adulto cerca así que solté mis bolsas y me apuré hasta arrodillarme a su lado, él me miró conteniendo las lágrimas porque se había despellejado un poco una de las rodillas y sangraba ligeramente. Busqué en mis bolsillos un pañuelo y comencé a limpiarle con cuidado la herida bajo la fascinada mirada del niño.
- Eres un niño muy valiente, ¿lo sabes?.- le dije mientras le limpiaba la sangre.
- No soy un niño, ya soy mayor.- me respondió él con un puchero.
- ¡Oh!.- murmuré conteniendo una sonrisa, terminando de limpiarle y levantándome.- Es cierto, eres un hombre muy valiente, entonces.
- ¿Tú eres un ángel?.- me preguntó con los ojos fijos en mi pelo rojo.
Escuché una carcajada detrás de mí, miré por encima del hombro como Alpha se reía mientras Mary, Sara y Papa observaban mi interacción con el niño.
- Tal vez sea un ángel caído.- le respondí al niño, guiñándole un ojo y dándole la mano para que se levantase.
- ¡Yo también me he caído!.- me dijo el niño, súbitamente excitado.- Ambos somos caídos, ¿te casarías conmigo?
A la risa de Alpha se unieron las de Mary y Sara, yo me había quedado absolutamente sorprendida por la salida del niño e iba a responderle algo cuando sentí como me agarraban por la cintura, apretándome contra su cuerpo e inspiré el penetrante olor del incienso que siempre perduraba en Papa, éste no tardó en pronunciar unas palabras tan cerca de mi oído que yo me estremecí cuando su aliento acarició mi cuello.
- ¿Acaso estás intentando robarme a mi querida Yami?.- le preguntó él con su denso acento, mirando fijamente al niño, el cual lo miró abriendo mucho los ojos.
- Yo...- comenzó a decir el niño pero de repente apareció la madre, claramente asustada por la secta que estábamos al lado de su hijo y se lo llevó a rastras poniéndonos mala cara pero sin atreverse a decir nada.
- No te celes del niño, Papa... Tu querida Yami está loquita por ti.- comentó Alpha, pasando por nuestro lado y palmeando el hombro de Papa.
Noté como mi cara se volvía incandescente, miré a Alpha deseando estrangularlo lentamente y que sufriera mucho. Nadie sabía lo que había pasado entre Water y yo, el tormento mental que eso me ocasionaba, ni mis dudas respecto a si todo era simple lujuria o había algo más ahí...
Mary pasó a mi lado corriendo y le pegó una colleja a Alpha mientras lo regañaba, Sara también pasó a nuestro lado intentando evitar mirarnos pero con una sonrisa asomada en sus carnosos labios. Suspiré mentalmente anticipándome a la tortura a la que mis dos amigas me someterían más tarde.
- Lo siento.- murmuró Papa, soltándome y siguiendo al resto.
Miré como se alejaba, confusa por lo que había pasado. ¿A que había venido esa vena posesiva con un niño?
En el camino de vuelta en coche a la Orden Papa observaba por la ventana, evitando cualquier contacto conmigo, cosa que me confundió y enfadó todavía más. Lo miré de reojo mientras rumiaba para mis adentros, me daba la impresión de que bajo esa mascara solamente se ocultaban problemas... al menos para mí.
Tras 5 minutos en esa situación deseaba tanto que acabase el viaje que, nada más detener el coche dentro de la Orden, salí disparada hacia el interior casi sin despedirme de los demás. No paré de correr hasta que llegué a mi habitación.
Entré en allí como un tornado, no sabía qué coño había pasado ahí fuera, ¿de qué cojones iba Papa? Escuché como se cerraba mi puerta, mi respiración todavía estaba acelerada por la carrera, intenté calmarme inspirando hondo pero solté un grito ahogado cuando noté como una mano enguantada me giraba y una boca enmascarada tomaba posesión la mía con ansia, con posesividad.
Me quedé paralizada un par de segundos, dejé que su lengua se pasease a su antojo y, entonces, le devolví el beso. Pasé mis brazos por su nuca, abrazándolo para juntar nuestros cuerpos y notando con sorpresa que estaba muy excitado, la prueba estaba contra mi ingle. Suspiré contra su boca y él soltó una risa sofocada.
- Te dije que teníamos que terminar algo, ¿verdad?.- murmuró él, pasando sus manos por mi espalda y cadera.
Asentí, mordiéndome el labio inferior, repentinamente nerviosa sobre cómo proceder.
Llevaba dos meses aquí, completamente hipnotizada por este hombre que me descolocaba y que ahora iba a follarme, de eso estaba segura. Water apareció fugazmente por mis pensamientos pero me olvidé de él rápidamente cuando Papa me empujó con suavidad y caí sentada en mi cama bajo su ardiente mirada.
Se arrodilló ante mí, desabrochando mis botas y quitándomelas. Sus manos subieron por mis piernas hasta llegar a mis caderas sin dejar de mirarme, desabrochó con maestría mi liguero y mi respiración se aceleró cuando me bajó una de las medias para lamerme desde la rodilla hasta el interior del muslo. Me estremecí y entonces se levantó ayudándome a incorporarme a mí también.
- ¡Date la vuelta!.- me ordenó con voz ronca.
Obedecí su orden, noté sus manos en el velo y me lo quitó, lanzándolo contra mi mesilla de noche; acto seguido sus manos subieron por mis hombros y su aliento en mi cuello me causó un escalofrío de placer. Bajó la cremallera de mi hábito hasta mis caderas, sacando también mi cinturón y dejándome en ropa interior.
- ¡Oh, joder Yami!.- murmuró Papa, girándome para encararlo y besándome con pasión.
Correspondí a su beso y llevé mis manos a su pecho, agarrando la suave tela de su traje, desabroché un botón pero él se separó de mí.
- ¡No, no, no!.- me regañó. Guiñó su ojo esmeralda ante mi expresión abochornada mientras cogía mis manos bajándolas a su pantalón.- Éste botón sí.
Tragué saliva con dificultad, sin dejar de mirarle a los ojos le desabroché ese botón y ayudé a que sus pantalones pasasen por sus caderas. ¡Oh, vaya! ¡Iba sin ropa interior!
- Mi turno.- ronroneó él.
Sus brazos me rodearon el torso desabrochando mi sujetador y deshaciéndose de él con rapidez, no tardó un segundo en cubrir mis pechos con sus manos enguantadas.
- ¡Papa!.- gemí, temblando de anticipación, bajé mi mano derecha a su pene y comencé a moverla con lentitud.
Él se llevó uno de mis pezones a su boca para chuparlo y lamerlo mientras su otra mano pellizcaba el otro. ¡Joder! Notaba como me humedecía por momentos y aceleré un poco el ritmo de mi mano.
- Yami...- me advirtió Papa casi gruñendo.
Lo miré a los ojos, su iris verde estaba totalmente oscuro por el deseo y supe que mi expresión no debía distar demasiado.
- ¡Pídeme que te folle!.- dijo, él, pasando su lengua juguetonamente por mi clavícula.
- ¡Fóllame!.- ordené con voz suave.
- Eso no ha sido una petición, querida.- murmuró antes de morderme ligeramente el pezón, sonsacándome un pequeño grito de dolor/placer.
- ¡Ah! ¡Papa! ¡Fóllame, por favor!.- repetí, casi suplicando esta vez.
- Tus deseos son órdenes.- respondió, riéndose un poco y empujándonos a ambos sobre la cama, se quitó los guantes rápidamente y me acarició debajo de las rodillas.
Abrí mis piernas para que él se colocase entre ellas, con sus ojos fijos en los míos me atormentó pasando la punta de su pene por mi entrada con deliberada lentitud, jadeé deseando que parase esa dulce tortura y él cumplió mi deseo entrando lenta pero inexorablemente en mi interior.
Siseé al notarlo completamente dentro de mí y boqueé en busca de aire, él se quedó quieto un par de segundos dejando que mi interior se ajustase a su tamaño sin dejar de examinar mis expresiones.
- ¿Te hago daño?.- preguntó suavemente, rozando con su nariz mi mejilla.
Negué, tragando saliva e incapaz de pronunciar palabra. Él salió un poco, volviendo a entrar con cuidado, me mordí el labio y me agarré a sus hombros.
- ¡Eso es, Yami! Sujetate a mí.- dijo Papa con la voz ronca por el deseo y comenzó un ritmo lento pero profundo en mí, sin apenas darme tiempo a respirar.
- ¡Oh, Papa!.- murmuré cuando el placer se sobrepuso a la poderosa sensación de sentir cómo me llenaba.
En respuesta él aceleró el ritmo un poco más, manteniéndolo igual de profundo. Gemí y jadeé hasta que me acalló con su boca mientras con una de sus manos torturaba mi pezón y yo también moví mis caderas para encontrar su ritmo, provocando que él gruñese de placer. Con mis piernas alrededor de sus caderas le incité a acelerar todavía más, él cerró los ojos dejándose llevar en el ritmo frenético de nuestros cuerpos y noté cómo la presión se alojaba en mi bajo vientre, estaba muy cerca de correrme.
- ¡Papa! Me voy a...- comencé a decir pero él me calló poniendo un dedo en mis labios y parando de moverse.
- ¡Todavía no!.- me respondió, reanudando el ritmo lento.- Cuando yo te lo diga.
Atrapé su dedo índice con mis dientes, apretando ligeramente mientras veía pasar la sorpresa por sus ojos, entonces comencé a chupar ese dedo con fruición hasta que lo solté para morderme los labios con fuerza, las embestidas de Papa comenzaron a ser erráticas, el placer estaba cegándome y yo ya no aguantaba más.
- ¡Papa!.- gemí, desesperadamente intentando no perderme.
- ¡Córrete conmigo, Yami!.- jadeó Papa.
Grité liberándome, convirtiéndome en una masa espasmódica de placer y pude sentir las palpitaciones de su miembro cuando él se corrió dentro de mí. Cerré los ojos, disfrutando todavía del post-orgasmo, notando su peso encima de mí mientras intentábamos normalizar nuestras respiraciones.
Al poco ratito rozó su nariz contra mi mejilla, depositando ahí un beso.
- ¿Estás bien, Yami?.- susurró contra mi oreja y su cálido aliento me acarició la cara, solamente pude asentir todavía extasiada.- Para mí también ha sido único, tenía muchas ganas de esto.
Eso me provocó una sonrisa, sabía que llevaba buscándome un tiempo pero lo de "único" era una mentira como una casa porque segurísimo que había tenido polvos mejores, así que no pude evitar decírselo.
- ¡Mentiroso!.- murmuré, todavía medio jadeando.
Lo miré de reojo después de decírselo, su mirada se volvió fría un segundo antes de que él capturase mis labios en un beso profundo que me dejó sin respiración y que él terminó tan abruptamente como lo había empezado.
- No te miento.- fue lo único que dijo antes de salir rápidamente de mi interior, subirse los pantalones e irse sin ni siquiera mirar atrás. ¿Se había enfadado? ¿En serio?
Me quedé un rato tumbada en la misma posición dándole millones de vueltas a la cabeza sobre todo lo que llevaba recorrido en la Orden pero, básicamente pensé en Papa... Y en Water, para que mentir. Sabía que Water se enteraba de casi todo y estaba segura de que él lo sabía o supondría lo que había pasado. Suspiré pesadamente antes de levantarme y darme una ducha.
Esa mañana me levanté temprano, no había dormido casi nada, logré pillar a Mary por banda después del desayuno, no sabía dónde se había metido Sara pero necesitaba saber más acerca de Papa y sus relaciones con las demás hermanas. Aparté a Mary hacia un banco del jardín, comprobé que no había nadie cerca, estaban 3 Ghouls en uno de los pasillos pero no estaban demasiado cerca.
- Oye Mary, ¿tú te has acostada con Papa?.- le pregunté directamente, intentando no mirarla.
- ¡Claro! Creo que a estas alturas ninguna ha escapado de él, excepto las que no le interesan, claro.- respondió Mary con confianza y entonces me miró alarmada.- ¡Perdón! ¡Joder! Yo sé que le gustas, se le nota a leguas... No entiendo por qué él no...
- ¿Contigo uso protección?.- la interrumpí, todavía sin mirarla. Me sentía bastante incómoda con el tema, sobretodo después de que él se fuese así.
- Siempre la usa, imagínate el percal que se puede montar.- respondió carcajeándose, al ver que no me reía con ella se le cortó la risa y me señaló casi gritando, levantándose de golpe.- ¡¡¡Por fin os habéis acostado!!!
¡La mato! ¡Lo juro! Eso fue lo que pensé antes de empezar a soltarle manotazos a diestro y siniestro mientras ella intentaba esquivarlos riéndose como una foca epiléptica, me levanté del banco procurando hacer que parase pero era imposible, miré a mi alrededor y ahora teníamos algo de público. ¡Ay, Satán, qué puta vergüenza!
Mary logró calmarse, sonriendo como una idiota me cogió de la mano y nos volvió a sentar en el banco.
- ¿Ha pasado?.- preguntó sonriéndome y bajando la voz, asentí ruborizada.- ¿A qué es simpático el detalle de que se quite el condón, nos de un beso en la frente y se marche dándonos las gracias?
Logré murmurar algo pese a mi confusión, conmigo no había sido así ni de lejos pero a Mary no le importó, ya tenía cotilleo para un tiempo y estaba monologueando sobre como quería buscar a Sara para que les contase con pelos y detalles cómo había sido mi "desvirgamiento" en la Orden.
Ninguna nos habíamos dado cuenta de que Carol estaba sólo a unos metros de nosotras y, si las miradas matasen, yo sería un frío cadáver en el suelo. Tampoco nos percatamos de cierto Ghoul delgado con ojos azul celestes que cerraba los puños con furia, hurgando un plan en su mente acerca de varias cosas.
Sara apareció en ese momento y les conté una versión adulterada de mi noche con Papa, tras eso fui a su despacho pero en la puerta estaba un Nameless Ghoul sin símbolo que yo no conocía, éste me dijo que Papa no aceptaba visitas de nadie. ¡Vale, me estaba esquivando seguro!
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La Orden del Grucifix
FanficFanfiction. OC/ Papa Emeritus III. La historia nos narra como Yami, una chica espontánea y normal, se ve de repente en una mala situación. Al conocer al Papa Emeritus III y sus Nameless Ghouls todo su mundo se vuelve patas arriba.