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—¿Un trato? —cuestionó Katsuki, mirando con cierto interés al peliverde

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¿Un trato? —cuestionó Katsuki, mirando con cierto interés al peliverde.

S-Sí... —aceptó inseguro. Todoroki apoyó una de sus patitas en una de las mejillas pecosas para darle fuerza a Izuku, el cual asintió—. Y-Yo quiero... —tomó aire y miró fijamente al rubio—. Q-Quiero ver las velas flotantes que ponen para el príncipe...

¿Ah?

Quiero... —murmuró—. No, necesito que seas mi guíase corrigió—. Iremos a ver las velas flotantes y luego me devolverás aquí, entonces, y solo entonces, te entregaré la corona.

Bakugou chasqueó la lengua y frunció el ceño con furia al no haberse dado cuenta de que la joya no estaba a la vista y parecía estar difícil de encontrar en aquella torre que desconocía. Fijó sus ojos en el pelilargo, creyendo que este estaba bromeando con su persona, pero no fue así: su cara pecosa repleta de determinación simplemente no daba lugar a dudas de que él hablaba muy en serio.

Bienaceptó con desgano.

El peliverde pintó una enorme sonrisa en su rostro mientras abrazaba a Torodoki fuertemente, el cual sonreía sutilmente al ver cómo su amigo soltaba frases de alegría, pues por fin podría cumplir su sueño.

Tardaron unos minutos en desamarrar a Katsuki, pero cuando lo lograron, él bajó de la torre deslizándose por el moho con cuidado y cuando pisó firme en el suelo, gritó:

¡¿No vienes, Deku?! vociferó divertido.

¡Que me llamo Izuku!soltó molesto el ojiesmeralda desde la ventana, aferrado a su confiable sartén—. ¡Y ya voy!

Todoroki le dio un suave golpecito en la nuca al peliverde que este apenas sintió: era su manera de darle ánimos a su amigo. Él tomó tres bocanadas de aire, acomodó su rebelde cabello en un gancho que había en el marco de la ventana, amarró un mechón al conejito para su seguridad, y se dejó caer lentamente por la gran torre mientras el viento golpeaba con su cara y ondeaba su cabellera.

Cuando pisó el césped se le escapó un gritillo lleno de emoción, un grito que no supo contener, y un grito que fue acompañado de un enorme brillo en sus ojos color esmeralda.

—Césped y tierra... —murmuró.

Aquella era una sensación nueva y diferente a pisar las baldosas de la torre, o el colchón de la cama, o los cojines de un mueble; era diferente a cualquier otra sensación que ya hubiese experimentado.

Desenredados [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora