Desenredados [KatsuDeku]

→ XIII

Siendo las dos de la madrugada, el grupo de ladrones e Izuku se dirigía al claro de bosque donde se ubicaba la torre; Katsuki llevaba al pecoso detrás suyo, ambos sobre un caballo que los otros dos criminales habían robado, y Jirou y Kaminari iban corriendo entre los árboles, pues los caballos de ellos se quedaron ligeramente lejos para no ser vistos y provocar una situación aún más complicada de lo que ya era.

El ojiesmeralda estaba nervioso a más no poder, y la culpa se hacía cada vez más pesada en su corazoncito, pues pensaba —y de cierta forma era así— que el secuestro de Kirishima se debía a que él le quiso ayudar y darle fin a una duda gigante; el rubio, por su parte, más que nervioso o ansioso, estaba preocupado, no lo demostraría, claro, pero lo que pudiese pasar en aquella torre era casi un misterio, y lo menos que quería era que algo le pasara al chico que llevaba abrazado a su persona, por lo que intentaba pensar en diversas opciones, aparte de las ya trazadas, para evitar daños.

Realmente, el pelirrojo en sí, a Katsuki no le importaba mucho, aunque claro, siempre estaba esa relación de policía-ladrón, pero no era algo muy íntimo; lo que realmente lo tenía con la cabeza en otro lado era la reacción de Izuku si es que el tal Tomura hacía un movimiento alocado o que lo obligara a decidir entre uno y otro, eso lo llenaba de inseguridad.

—Kacchan —llamó Deku en un susurro; el aludido lo miró de reojo—. Por favor ten cuidado allí... Tomura-san es muy listo...

Sonriendo de lado, el ojirubí asintió y aceleró el paso del caballo al ver que se acercaban cada vez más al claro de bosque; al estar cerca del lugar acordado, ambos bajaron del animal y caminaron hasta la torre mientras los otros dos ladrones se escondían en la oscuridad como refuerzos.

—T-Tengo miedo... —admitió el peliverde—. P-Por favor, no dejes que te pase nada, Kacchan...

—Preocúpate por ti mismo, Deku —gruñó Bakugou.

Nervioso, Izuku tomó la mano del ladrón, el cual la apretó con la propia sin ninguna objeción y siguieron caminando hasta estar justo frente a la alta torre; una sensación de nostalgia llenó el corazón del pecoso, después de todo, aquel lugar era en donde había pasado toda su vida, y el haberse ido tan abruptamente, le daba dolor, pero no se arrepentía de ello.

—Vaya, vaya, vaya —la voz de Shigaraki resonó cual onda expansiva; los dos chicos miraron a la ventana, encontrando al peliazulclaro en el marco de esta—. Así que viniste, Izuku.

—T-Tomura-san... —jadeó nervioso el pelilargo y se escondió detrás del rubio.

—¡¿Dónde está el dientes de mierda?! —preguntó Bakugou frunciendo el ceño.

—Si quieres verlo, debes subir por él —explicó Tomura—. Y trae a Izuku —añadió.

El cruel ojirubí regresó dentro de la torre, y ambos jóvenes se miraron entre sí; la tensión era palpable y no hizo falta decir algo para que supieran que debían subir si querían que Kirishima siguiera con vida para el amanecer.

Katsuki encajó sus manos en los orificios de los bloques para empezara escalar, pero antes de poder continuar, la voz de Izuku le detuvo.

—Hay una puerta, Kacchan —informó el más bajo—. Tomura-san me dijo que en caso de emergencias, y de que no fuera posible bajar por la ventana, había una puerta.

—Debiste decirlo antes, Deku —se quejó molesto.

El pecoso sonrió avergonzado y con sus manos tocó la base de la torre buscando la puerta, y en cuanto la halló, le pidió ayuda al rubio, pues al ser una parte de la estructura que no era muy usada, estaba podrida y llena de moho, por lo que el abrirla resultó difícil, y al final, la mejor opción fue patearla y destrozarla para poder entrar.