→ III

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—Hablen, ¿en dónde está Bakugou? —ordenó saber, con voz firme, el oficial Kirishima Eijirou, mirando firmemente a ambos ladrones

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Hablen, ¿en dónde está Bakugou? —ordenó saber, con voz firme, el oficial Kirishima Eijirou, mirando firmemente a ambos ladrones.

—Lamento no ser de ayuda, pero no voy a decirte dónde está —aseguró Kaminari, volteando su rostro—. Es como mi hermano mayor.

—No me importa lo que sean, aunque respeto su varonil vínculo, pero incluso si es así, necesito conocer su paradero.

Créenos, Kirishima: ninguno de los dos te dirá nada de él ni de su paraderoexpresó Jirou viendo fijo al de dientes afilados—. Denki y yo somos fieles a nuestra promesa.

Un tierno e inesperado sonrojo afloró en la cara del pelirrojo cuando aquel nombre dicho de la boca de la ladrona trajo consigo el recuerdo de un lindo chico del que se había enamorado infantilmente, años atrás.

—¿D-Dijiste Denki? —preguntó, tratando de sonar interrogativo.

—Sí, Denki Kaminari —respondió el rubio esta vez, sonriendo—. ¿Por qué? ¿me recordaste, Kirishima?

Él, sorprendido, se quedó observando a Kaminari fijamente, perdiéndose lentamente en sus ojos color oro y ese rostro conocido que tenía frente a él. El recuerdo de, cuando apenas era un niño que se esforzaba mucho en los entrenamientos que recibía de su padre con el objeto de convertirse en parte de la guardia real algún día, llegó a su mente.

Recordó a la perfección cuando estaba lamentándose por los nuevos golpes y moretones que había obtenido en su último entrenamiento, y cómo un niño rubio con un mechón negro aparecía frente a él, preguntándole por qué estaba triste. Recordaba haber recibido una manzana de su parte, y haberse sentido tan cómodo con él, que no pudo evitar querer verlo todos los días, hasta que un día, tan de la nada como apareció, también se perdió.

Kirishima hubiese continuado perdido en sus memorias, pero la risa de Jirou lo interrumpió, y se sintió más que avergonzado porque ella parecía burlarse de forma descarada por su reacción. Sin embargo, no era así, ella conocía la historia entre ellos, pues Kaminari se la había contado y viendo como el guardia parecía corresponder los sentimientos de su amigo, se le había escapado.

Ahora, observando sus miradas, sonrió algo enternecida, porque eran las mismas miradas que ella compartía con su querida Momo antes de que aquello ocurriese...

—¿Así que me recordaste?rió Kaminari, con un deje de coquetería en su voz.

—A-Aún si lo hice, sigues siendo un ladrón y como tal, tu castigo es la muerteexplicó el de dientes afilados, evitando verlo y aclarando su garganta para retomar la compostura—. Pero...

Desenredados [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora