→ VIII

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Bakugou, Kaminari y Jirou regresaron al pueblo con suma cautela, moviéndose rápido y sigilosos mientras revisaban los alrededores por si había guardias cerca. Sobretodo porque el día anterior se habían fugado de Kirishima.

Sin embargo, no parecía que los estuvieran buscando en realidad, porque el pueblo estaba muy en calma; pero a pesar de eso, ellos continuaron ocultándose al avanzar, pues confiarse en aquello sería firmar su captura.

Así que ahora se dirigían al hogar del pelirrojo guardia que se había llevado a Izuku, meditando en cómo demonios iban a sacarlo de ahí evitando un confrontamiento directo que pudiera atraer refuerzos con los que no pudiera lidiar. Había que poner aquello sobre la mesa debido a que no podían obviar que había una sospecha de que el peliverde era el supuesto "príncipe perdido", y lo más probable es que Kirishima no iba a dejarlo desprotegido hasta que confirmase si era o no aquel ilustre personaje.

Oye, Denki —llamó Jirou, en lo que estaban escondidos de un par de guardias que iban caminando. Él la miró—. ¿Por qué no te adelantas hasta la casa de Kirishima y revisas si está?

—¿Ah? ¿por qué yo?

—Estoy bastante segura de que a ti no te hará nada —dijo, medio sonriendo—. Bueno, nada que tú no quieras...

—¡Oye!

—Cállate, imbécil —regañó Katsuki, dándole un codazo, puesto que llamaba la atención con su grito—. Pero es una buena idea.

Kaminari hizo mala cara, pero asintió y trepó hasta el techo de una casa, desde donde comenzó a correr y brincar de tejado en tejado. Mientras tanto, Jirou sacó una piedra de su bolsillo y la lanzó fuertemente hacia un hombre que vendía legumbres. Claro que él se molestó y trató de encontrar un culpable, pero al no hallarlo, su enojo creció y con este, se comenzó a formar un pequeño escándalo, por el que los guardias se movilizaron.

Katsuki aprovechó esto para jalar a su amiga del brazo para salir del callejón y caminar por la calle rápidamente. Alcanzaron otro callejón y treparon también al techo para esperar por Kaminari, que regresó al poco tiempo.

—La casa de Kirishima está vacía —avisó agitado, sentándose sin más—. Cuando entré, vi que, eh... el príncipe...

—Su nombre es Izuku —siseó interrumpiéndolo, irritado.

Está bien. Izuku-san le había dejado una nota agradeciéndole por dejarle pasar la noche —relató rodando los ojos—. No había nada más.

Katsuki frunció el ceño y apretó los puños, enojado a más no poder.

Vamos a dividirnos para buscarlo —expresó sin mirarlos—. Si lo encontramos o no, nos vemos en la entrada al bosque a la hora del almuerzo —espetó—. Andando.

Desenredados [KatsuDeku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora