Desenredados [KatsuDeku]

→ IX

Izuku se escondió ligeramente detrás Katsuki, quien se mostraba enojado, pero solo porque quería ocultar la vergüenza que sentía al ser descubierto por sus amigos en ese íntimo momento.

—¿Y bien? ¿no vas a presentarnos, Bakugou? —canturreó Kaminari acercándose risueño.

Una patada del ojirubí lo mandó a volar y quedó estampado en un árbol.

—¡Kacchan! —chilló el pecoso como regaño, de inmediato corriendo hacia el pobre chico para ayudarlo a levantarse—. ¿Te encuentras bien?

—Déjalo, su cabeza vacía amortiguó su caída —se burló la pelipúrpura, acercándose sin más.

Izuku ignoró lo que dijo la chica, y ayudó al ladrón, el cual aceptó su mano sintiéndose desorientado por el golpe.

—Gracias —sonrió parpadeando lentamente—. ¿Tú eres...?

—Me llamo Izuku —se presentó, con una sonrisa amable—. ¿Ustedes son...?

—Un par de idiotas —respondió Katsuki desde el tronco donde estaba sentado antes mientras se cruzaba de brazos.

—No seas así, Bakugou —recriminó la chica al estar frente al pecoso, y tomando la otra mano del rubio para ayudarlo a levantarse del todo—. Mi nombre es Jirou y él es Kaminari.

—Ya basta de estupideces, ¿vieron al dientes de mierda? —gruñó Katsuki, levantándose del tronco y caminando hasta Deku, para luego tomarlo de la cadera y jalarlo hacia sí.

—Lo vi antes —contestó la ladrona—. Estaba en el palacio.

—Pues yo lo vi cuando venía, estaba yendo a su casa —suspiró el ojioro, frotando su cabeza—. Imagino que ahora ya debe haber llegado.

—Entonces él lo sabe —murmuró Bakugou tras haber analizado lo dicho por sus dos amigos—. El idiota sabe que Deku está conmigo.

—Con nosotros —corrigió Jirou, haciendo sonrojar al pecoso y haciendo que el ojirubí chasqueara la lengua.