Estaba estirada en la cama, tenía la mirada clavada en un punto fijo mientras imágenes del día anterior pasaban por mi mente. Hoy no fui a clase, simplemente no podía, me dolía todo el cuerpo y la cabeza de no dormir. Juro que intenté dormir pero no pude, constantemente se me aparecía la cara de ese malnacido.
Ayúdame
Estuve como una hora mirando el techo si hacer nada más. Estaba muy harta de todo lo que estaba pasando. Necesitaba ayuda, con urgencia, necesitaba a alguien ahora que me ayudara con todo esto. Algo o alguien que me ayudara a aguantar el único año que me quedaba de bachillerato. Pero era todo muy complicado pues no disponía de a ayuda de ninguno de mis tutores legales, y no podía hacer nada por mi misma no soy mayor de edad, no podía cambiarme de colegio, no podía denunciarlo ya que mi padre rápidamente se enteraría y anularía la denuncia <hijo de puta> pensé. No podía saltarme clases y menos en bachillerato, tenía la cabeza echa un desastre no sabía qué hacer para poder salir de esta situación con vida.
Ayúdame.
Me levanté de la cama y me dirigí al baño donde apliqué un poco más de crema antiinflamatoria por todos los lugares donde tenía golpes y desinfecté el labio. Me mire al espejo, sinceramente creo que ya soy inmune a los golpes y heridas después de tantas cremas que me he puesto en el cuerpo y tanto alcohol desinfectante. Los medicamentos ya no me sirven.
Alguien que me ayude.
Ahora mismo no había nadie en casa, estaba completamente sola. Eso me relajó, bajé a la cocina donde me hice una taza de chocolate, salí al jardín donde teníamos la piscina y me senté en una de las hamacas. Hice el primer sorbo del chocolate y una sensación cálida recorrió mi cuerpo. Hacía un día precioso, había sol, un sol que no quemaba simplemente daba calor, un calor combinado con una brisa suave y fresca que hacía que se pudiera estar perfectamente bien en el exterior. Cerré los ojos y me permití disfrutar de esa cálida y tranquila sensación olvidándome de mis problemas por un momento. Pensé en Connor
Necesito a alguien ahora.
Miré mi móvil con esperanza de algún mensaje de Connor, con él me olvidaba completamente de todo. Solo me centraba en él, en su dulce voz, en sus verdes ojos, en sus gruesos labios. Me centraba en todo él.
Necesito a alguien ahora. Alguien que me ayude.
No podía dejarme llevar así por la gente, no podía ser tan débil, debía ser fuerte, por mí, para poder salvarme a mí misma. Y aunque muchas veces he querido rendirme simplemente no puedo, no ahora que estoy tan cerca
No está en mi sangre.
Me acabé la taza de chocolate y entré en casa, limpié la taza y la dejé secándose. Ese momento de tranquilidad junto con el sol y la brisa me habían dado energías, y me habían ayudado a subir el ánimo. Decidí coger el portátil y mirar un lugar donde enseñan clases de defensa propia, era el primer paso para poder hacer algo, para salvarme. Encontré una de muy buena con un profesor particular, no quería estar con nadie en la clase, yo sola, que se centraran en mí. Poder aprender lo más rápido posible. Me puse en contacto con el profesor y me dijo que si quería podíamos empezar ese mismo día, yo accedí. Eran las 10 de la mañana y habíamos quedado a las 4 de la tarde.
Después de todo lo que ayer había pasado, hoy estaba algo más animada, no me iba a dar por vencida.
No está en mi sangre.
Estaba subiendo a mi habitación cuando sonó el timbre, un escalofrío recorrió mi cuerpo al pensar que a lo mejor eran esos imbéciles. Bajé temerosa hasta la puerta de la entrada, cuando miré por la mirilla no había nadie. Fui hacia las ventanas que daban a fuera para ver si había alguien. Nada. Me estaba dando un poco de miedo la situación.
Necesito a alguien ahora.
Decidí dejarlo e ir a mi habitación, pero de nuevo el timbre sonó
-Joder que pesados- dije en voz alta.
Me acerqué de nuevo a las ventanas y no había nadie. Abrí la puerta y caminé hacía fuera de la casa para ver si podía ver alguna cosa. Al girar mi cabeza hacia la derecha vi a unos críos corriendo
-Niñatos- dije. Iba a girarme para entrar de nuevo pero pude ver algo a lo lejos, era Bruno con todo el grupito de amigos
-Mierda- dije temerosa. Entré corriendo a casa y cerré con llave, bajé las cortinas de las ventanas que daban a la entrada
Ayúdame.
-Mierda, mierda, mierda. Por favor que no vengan hacia aquí. – supliqué. – Qué hacen aquí si no saben donde vivo- dije en un susurro para mí misma. Estaba arriba, en mi cuarto mirando a través de una de las ventanas que daba a la calle, veía como poco a poco ese grupo de indeseables se acercaba a mi casa.
-Por favor que no se paren- suplique en voz baja. Mi cuerpo dejó ir un suspiro de relajación al ver que no se paraban que simplemente pasaban de largo. Me senté en el suelo de mi habitación con toda mi espalda en la pared.
Necesito a alguien ahora.
Estaba salvo, me sentí protegida. Me estiré en la cama y conseguí dormir algunas horas. Me desperté que eran las dos, hoy jueves, y sábados, eran los días en que los que se ocupan de la casa tienen libre, así que simplemente bajé a la cocina y vi que Sara me había dejado sus deliciosos macarrones con queso hechos, los cogí y los calenté en el microondas, me senté en el sofá para comerlos tranquilamente mirado la primera cosa que saliera por la televisión.
Las 4 de la tarde se acercaban, estaba preparando mi mochila de deportes donde puse ropa de deporte, pantalones de chándal anchos y una camiseta simple de manga corta que me iba algo grande. Fui caminando hasta donde se encontraba el centro de deportes de mi ciudad. Entré emocionada, iba a empezar algo que conseguiría abrirme nuevas puertas en mi interior, nuevas fronteras que superar, de una vez por todas yo iba a arreglar mi vida, iba a demostrarme a mi misma que soy más fuerte de lo que todos creen.
Y aunque a veces he sentido que me rendía, simplemente no puedo.
No está en mi sangre.
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Holaa chiquitos^^
Espero que les haya gustado mucho el capítulo :)
Ya sabéis que comentar y votar ayuda muchísimo
Un beso muy grande chiquitos^^
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Ayuda
Teen Fiction-Por favor...- dije llorando, no soportaba ya los golpes -CALLATE ANORÉXICA DE MIERDA- dijo dándome una patada en las costillas. -Para...- dije sin fuerzas ya no aguanto más todos los golpes, son demasiado fuertes. . . . -Mi...