prólogo

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quitó el sudor que bajaba por su frente al dejar caer la última caja que debía bajar de su camioneta, suspiró en alto y se sentó arriba de la caja para ver a su amigo quien caminaba pacíficamente con otra caja en sus manos. una más pequeña.

—¿que es lo que traes allí?—pregunto curioso.

—los regalos que me dieron mis amigos antes de mudarnos, te los mostré otro día—el chico de cabellos negros y rizados chasqueo la lengua.

—pues no lo recuerdo, vamos a darnos prisa porque el día no es eterno—y así comenzaron a meter las cajas al interior de su nuevo hogar.

—hey Richie, ví las habitaciones y...

—¡yo eligió con el baño incluído! ¡eligió la del baño!—salio corriendo antes de dejar hablar a su otro rizado amigo quien solo negó—¡oh por dios Stan! ¡deberías de ver esto! ¡tiene una tina!

—yo quería la del baño—susurro haciendo un puchero al final.

(...)

ambos chicos decidieron abrir dos sillas para sentarse y admirar el cielo estrellado que se presentaba ese día, ambos tenían en su mano un cigarrillo y se mantenían en un silencio cómodo que ningún de los dos se atrevía a romper. todo era tan tranquilo...

—¡eres un completo imbécil! ¿¡no pudiste ver a mi bebé caminar!? ¡te voy a demandar!—ambos chicos miraron hacia la señora que estaba gritando, era grande y muy gorda, se le miraba enojada.

—l-lo siento señora kaspbrak, en serio que no lo ví venir—el otro chico temblaba de miedo. richie se burló de él.

—pobre chico, yo que él ya hubiera corrido—stan solo rodó los ojos.

—¡no me importan tus disculpas! ¡pudo haberle pasado algo peor! ¡le rasgaste su overol favorito! ¡eso no se lo perdono a nadie!—de pronto un chico castaño corrió hasta detenerse en frente de aquella mujer y el chico, richie se irguió en su lugar para ver mejor al castaño. stan noto ese acto en su amigo.

—mami, déjalo en paz, no me pasó nada ¿lo ves? estoy bien, él ya se disculpó conmigo. todo está bien.

—¿quien le dice mami a su madre en este año? ya ni los niños de cinco años le dicen así a sus madres—el de cabello castaño claro rodó los ojos, richie le chisto.

—¡cállate!

—¡pero cariño! mira como dejo tu overol...

—no importa, tengo más en casa, ¿puedes dejarlo en paz?—aquella grande señora vio al chico con ojos llenos de furia para después mirar al pequeño castaño.

—esta bien cariño. si te veo cerca de mi hijo, ten por seguro que te demandaré.

—si señora kaspbrak—y el chico salió corriendo, richie rió como loco.

—que cobarde.

—¿no acabas de decir que si estuvieras en el lugar del chico saldrías corriendo?—stan levantó una ceja.

—bueno si, pero antes de gritarle a esa gorda.

—nunca cambiarás.

richie, lo único que hizo fue pensar en toda la noche en aquel chico castaño.

Hola hijas de su mamá, acá otra nueva historia, no es Larry pero me harían muy muy feliz que se pasarán a verla.

Gracias, las amo putitas.

Jessy🍃

Cotton Candy BabyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora