mujeres y estrellas

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Soy la mezcla homogénea
de mujeres que se encogen
y aquellas que sólo saben luchar.
Vengo de generaciones
que cargaron con el peso
de pasados sin final.
Las estrellas en mis ojos
no se crearon para admirar,
son la prueba de que aun extintas,
su brillo ha de perdurar.
Soy el fruto de la historia
que no puede acabar,
levantando tras la caída
los pedazos de las demás.
Y no me interesa quien vea
o qué crea ver en mí.
Mis estrellas, mis caídas,
son sólo parte de mí.
Y yo soy parte de ellas,
mujeres que temen,
mujeres que dan pelea.
No fuimos creadas para aparentar,
es que las estrellas hacen mucho más que brillar.
Nacen y mueren en explosiones
y perduran durante generaciones,
como las mujeres que han sido antes que yo
con sus explosiones y todo su esplendor.
Una en especial, quisiera compartir,
mi abuela, la que no paraba de reír.
No sé mucho de su creación pero
sé que una estrella tan brillante
sólo pudo haber venido del
Armagedón.
Y como yo, fue una mezcla
de mujeres encogidas ante
lobos feroces
y hombres voraces.
De mujeres que brillan aun muriendo
como estrellas,
pero vuelven a nacer después de cada
explosión.
Más fuertes y más vivas.
Resilientes como los pétalos
que sobreviven a la hostilidad
del invierno
de la mano del hombre.

Y de ahí vengo,
de explosiones devastadoras
que consumen la vida para
volverla a crear.
Y aunque sé de memoria
cómo esconderme y aguantar,
también he aprendido a pelear.
Y mi brillo nunca se apaga
tanto como mi voluntad,
pero no ha sido hecho para observar.
Quema mi alma y me enciende
para hacerme ver así
que aunque extinguirla intenten,
la luz siempre estará en mí.

Como a las mujeres antes que yo
y a las que pronto vendrán:
somos vida, somos fuego,
somos lava en un volcán;
explotamos, resurgimos,
volvemos a pelear,
y ellos nunca lograrán
vernos apagar.

DesagotandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora