heridos que hieren

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No te atrevas a tirar piedras a la gente y enseñarles como curar,
a callarles con tus manos y enseñarles a gritar.
Tu humillación les agobia el pecho y sin embargo pides respeto,
pues aunque sus miedos más oscuros te parecieron material de desecho
te los llevas con gracia y esperas que te cedan el derecho.
No te atrevas a hundirles bajo tu peso y esperes que no intenten respirar.
Y cuando empujes a alguien sobre el asfalto y sus rodillas empiecen a sangrar
y quieras ofrecer vendaje para lo que acabas de provocar,

que te quede bien claro que estas heridas no podés sanar.

Ni las tuyas ni las mías, porque es claro que estás herido.

Pero causando dolor no se encuentra refugio compartido.

Nuestras heridas son distintas y quien las hizo no tanto,

porque vos te dejaste herir y has lastimado a cambio.

Pero comparar nuestros dolores no va a curarnos,

y lo único que espero es que me dejes sola para intentarlo.

Porque levantar tu mano sobre el hombro de otro

debería ser solo para apoyar,

pero vos aprovechaste y te dejaste llevar.
Y tus pies que se hundían sin detenerse a esperar

quisieron llevarme con vos adonde no pudiera regresar.

DesagotandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora