El curioso embarazo de Joseph ©

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Punto de vista de Joseph

Luego de responder todas las preguntas que me hacia la conductora del programa, podía respirar con tranquilidad. Mis sentimientos no estaban del todo tranquilos, puesto que mi mente me seguía jugando mal. Tenía un ligera (mínima) manía de poder tener todo bajo control, pero dándome cuenta de ello, ya no es posible. Mi vida no estaba en control, nunca lo estuvo, y mucho menos de la manera de la cual estuviera seguro. Esa misma tarde en la que Tay, me convenció de la entrevista, sentía un picor en mi cuello, eso solo significa que Jules estaba más cerca de mí, de lo que yo no pensaba. No solo podría estar frente de mí, sino que todavía estaba enmarcado en mi mente y cuerpo. Él sabía eso y le gustaba lo que eso generaba.

—Joseph —escucho que me nombran y subo mi mirada hacia mi mejor amigo.

—¿Sí?

—¡La entrevista fue muy buena! Más un millón de espectadores —comenta enérgico. Sonrío para mis adentros, tengo la leve intuición de que Jules fue uno de esos millones.

Ladeo mis ojos de un lado a otro para visualizar a mi hija que descansa perezosamente en los brazos de Rom. Observarla de aquella manera no me es tan grata que cuando la veía en los fuertes brazos de Jules. De forma inmediata quito ese pensamiento de mi mente. Para poder olvidar esa tormentosa relación con mi exmarido, primero tengo que aceptar que estuvo mal en algunos aspectos. Porque a pesar de todo viví buenos momentos con él.

—Me alegra oír eso. Me imagino que eso le hará bien a la disquera —aclaro sin querer.

Tayron, cambia de expresión radicalmente. Metí la pata.

—No quiero que digas eso, nuevamente —murmura embrido—. Tú estás allí solo porque creen en tu talento y debes reconocer eso. Porque es tu talento, no el de otros. Y porque yo sea uno de los accionistas no quiere decir que por eso estás ahí... en lo absoluto.

—Lo siento —mascullo penitente de mis anteriores palabras.

—No te preocupes. Deduzco que estás frenético de estas nuevas cosas que están sucediendo —hace un ademan con sus manos, para luego posicionarlas en su cintura—. Pero debes por lo menos ser egoísta y pensar una vez en ti.

—Entiendo.

Se escucha unos pasos que se marcan en el suelo de concreto. Ambos miramos a Román, quien sonríe exponiendo sus dientes. Luego nos muestra su teléfono donde se refleja una foto con Hope en sus brazos.

—Es hermosa —digo emocionado de ver lo hermosa que sale mi hija y omitiendo lo atractivo que se ve Rom en la fotografía.

—Salgo yo, es lo obvio —indica soberbio.

—Claro, claro.

—¿Qué tal la entrevista? —cuestiono para cambiar de tema.

—Excelente. Lo hiciste muy bien para ser la primera de muchas —abro mis ojos como platos al escuchar las palabras de Rom e inmediato miro a Tayron.

—¿Habrán más?

—Eh... —Tayron evade mi rigurosa mirada y toma a Hope; encantada se encarama en el pecho de su tío—; sí.

—Bien... —resoplo—. No comentaré nada al respecto.

—¡Qué bueno! —musita por lo más bajo, sin saber que lo escuché.