Capítulo Final

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Jules miraba a la mujer que lloraba humillada en el suelo del hospital privado de New York. Sentía un poco de lastima por ella, tampoco se merecía los gritos de mi esposo. Pero tampoco tenía que hacer eso solo para encadenar a Jules a su vida. Teniendo en cuenta que ya tiene una conmigo.

—Greta Simmons —intenta no dejar escapar un gemido lastimero—. ¡No pueden hacerme esto! ¡Estoy embarazada!

—Eso debió pensarlo, antes de mentirnos —habla esta vez Román. Quien está enojado porque Greta le oculto que iba a ser padre—. Cuando nazca el bebé, se quedará conmigo.

—¡No!

Me alejo del lugar. Me siento un poco culpable de permitir lo que está sucediendo en este momento. Tomo grandes bocanadas de aire para poder relajarme y quitarme toda la tensión en mi cuerpo. Una mano reposa en mi omóplato haciéndome voltear, miro a la mujer que tiene el maquillaje corrido por las lágrimas (que hace unos minutos estaba perfectamente perfilado en su rostro). Ella me mira arrepentida, sin embargo también me mira pidiéndome piedad para que hiciera algo.

—Rom —le llamo suavemente. Me mira inmediatamente, su mirada enojada cambia a una melancólica.

Aun no acepta que me haya ido con Jules luego de las cosas que sucedieron desde luego. Después de todo él y yo nunca fuimos nada, ni tuvimos «algo.» En todo ese tiempo fuimos amigos, que intentábamos recuperar el tiempo perdido. Aunque, él nunca lo haya visto de esa manera.

—¿Sí?

—Ella, a pesar de todo, será la mamá de tu hijo o hija y un hijo es una bendición. Por lo tanto no puedes separarlo de ella. Después de todas las circunstancias. Hay que entenderla, madre es madre.

Asiente y fija su mirada en la mujer que tiene la vista baja. Esta afligida.

—Lo pensaré. De todas formas, faltan unos meses para que el bebé nazca.

—Entiendo. Pero por favor, piénsalo, todos tenemos derecho a tener otras oportunidades.

Cuando termino de hablar miro a Jules que se mantiene en silencio mirando a nuestra hija que juega en una esquina con sus osos de felpas. Sonrió ampliamente. Si me llegasen a separar de mi hija, creo que me volvería completamente desequilibrado. Y es que después de lo que sucedió con George Cavill, con el doctor Petterson, con Abreu y con mi padre quede un poco intranquilo. Uno nunca sabe lo que se puede avecinar.

Y la familia sigue creciendo.

Me sobo mi abdomen de diez semanas de gestación. Sonrió para mis adentros. Jules, es un jodido adicto al sexo. Hope, ni siquiera ha cumplido el año y ya está esperando un hermano. ¿Ironía de la vida?

—Vamos a casa —mi esposo me habla al oído.

¿En qué momento se me acercó?

—Sí... —estoy agotado—. Román, ya sabes —el nombrado asiente y me retiro con Jules que sostiene a una grandota Hope.

Caminamos hasta llegar a la camioneta. Los guardaespaldas nos ayudan con las bolsas que habíamos comprado en el centro comercial antes de todo este... drama. Me siento en el puesto de copiloto, y Jules en el de piloto. Nuestra hija, va en el trasero en su asiento para bebé que Jules le ha comprado (diseñado específicamente para mi bebé por seguridad). Se ha vuelto cada vez más obsesivo con nuestra seguridad. Y sé, que algo lo tiene intranquilo pero no me lo quiere comentar. Después será la ocasión.

El curioso embarazo de Joseph ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora