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¿Qué mierda acabo de hacer?
No entiendo cómo me dejé llevar, sin duda alguna soy un jodido idiota que sigue enamorado del hombre que aún le sigue haciendo daño. No logro entender porque me dejé llevar por un clandestino calentón, un tacaño calentón. No puedo entender que caí tan bajo nuevamente. Me dije a mi mismo en muchas ocasiones que lo odiaría (lo intentaría; pero no lo hice, nunca lo haría): y mírenme ahora, al lado de este hermoso espécimen tan caliente como el infierno, tan impasible como cualquier fruta prohibida. Y yo el pecador que la devoró sin pensar en nada, sino, en la tentación que esta emanaba. Respiro varias veces intentando relajarme, intento no verle a los ojos porque sería capaz de caer nuevamente ante sus anzuelos. Trato de levantarme del sofá-cama en donde habíamos llegado y me sorprendo de que es el camerino que me asignaron. Miro alrededor, topándome con un gran espejo que reflejaba las siluetas de nosotros desnudos. Automáticamente, mis mejillas se ruborizan escandalosamente, no tengo palabras para lo que quisiera comentar o más bien gritar en este preciso momento.
Observo a través del espejo como Jules me observa. Parece que no se ha dado cuenta de que lo estoy prestando atención. O no quiere deteriorar el momento. Seguro debe saber que lo desnucaré por esto. Pero me auto desnucaré por caer tan bajo.
—De lo que te dije, no me arrepiento de nada. Ni me retracto—dice vertiginoso.
—Mejor no expreses nada —delibero satírico.
—No. Siento... ser nuevamente el hombre que te hacía falta en tu vida —explica mientras se levanta del sillón cama. Sin tener pudor se posa en mi frente. ¿Tan animal no puede ser? Agito mis ojos y me levanto para alejarme y buscar mi ropa pero su mano me lo impide.
—Suéltame —digo.
—No lo haré —risas.
—Si no lo haces, haré que te echen desnudo de aquí. Y no quisiera que tus patrocinadores se enteren —su mirada se endurece. Aprieta su mandíbula. Masculla enojado:
—¡Ya no me interesa una mierda! —Suspira profundamente y sigue hablando de aquella manera grotesca que tanto se le caracteriza—, ya no me interesa lo que digan o piensen los demás, porque lo que me interesaba lo perdí. Así que no me digas eso; que menos caso le voy hacer.
—¡Lo qué perdiste fue por imbécil! —exclamo exasperado.
—¡No me lo tienes que repetir! —grita. Con mi mirada irritada busco mi ropa y comienzo a vestirme correctamente. El hace lo mismo sin dejar de verme. Su vistazo es arrepentido—. Yo...— intenta hablar pero no lo dejo.
—Tú nada —simplifico—. Ni siquiera llegues a decir algo, porque te juro Jules, te juro...
No me di cuenta en qué momento se me acercó tanto que nuestra respiraciones chocan.
—¿Qué me juras? —comenta sosegado. Mantengo primordialmente el silencio. Primero, porque su cercanía me es tentadora. Segundo, ¡porque lo amo... maldita sea! y tercero, porque no puedo contenerme a verlo de aquella manera. Y se dará cuenta de que soy débil ante su proximidad—. Dime, ¿qué me jurarás? —su boca se junta con la mía nuevamente besándome con tanto fervor que casi caigo de nuevo a la tentación. Me alejo de él y le doy una bofetada que le volteo el rostro.
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El curioso embarazo de Joseph ©
Gizem / Gerilim[Borrador] ¿Estás listo para adentrarte al universo de #ElCuriosoEmbarazoDeJoseph? Recién graduado de la facultad de psicología; Joseph decide celebrar su culminación profesional junto a su mejor amigo, Tayron, en la ciudad del pecado, Las Vegas. Si...