XI - Angustia

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—Ni hablar— dijo, arrastrando la frase con furia. —Sobre mi cadáver.

Shaoran había colocado a Sakura detrás de él para interponerse entre ambos. Si pensaba que lo dejaría hacer lo que quisiera estaba muy equivocado y no lo conocía tan bien como afirmaba. Ni en un millón de años le entregaría a su Sakura.

El cielo sobre ellos comenzaba a cubrirse con nubes negras y algo les decía que eso no era algo bueno. Estaban enfureciendo a esa cosa.

No era como si a él le importara mucho en verdad, no estaba dispuesto a negociar la vida de su esposa. El precio que pedía era demasiado alto.

No tienes elección Shaoran Li, no existe otra manera de salvar esta ciudad.

Sakura apretó el agarre de su mano con la de él, su expresión entre preocupada y asustada no ayudaba a calmarlo tampoco. No había dicho una palabra hasta el momento y se preguntaba en qué estaría pensando, qué opinaba de todo aquello. Aunque estuviera de acuerdo él jamás se lo permitiría, si era necesario la ataría a la casa.

— ¿Por qué?— la oyó y volteó a verla de pronto. Sus ojos verdes se habían apagado y deseó abrazarla con todas sus fuerzas para impedir que la idea calzara en su mente. Ella no lo miró. — ¿Por qué yo?

Porque no hay nadie más en esta ciudad dispuesto a hacerlo.

— ¿Por qué dices que yo lo estoy?

Porque conozco tu ser, y sé que no dejarías que esta ciudad y sus ciudadanos queden reducidos a nada.

Sakura bajó la cabeza. Entonces su esposo dio un paso al frente, en ese momento estaba furioso y solo quería llevar a su familia a casa para que descansaran. No tenía ánimos para estar escuchando las ridiculeces que le estaba diciendo esa criatura, por ende dio por finalizada la discusión.

—Si uno de los usuarios no accede entonces no hay conjuro que hacer ¿Verdad?

No puedes negarte, no estoy preguntando si quieren hacerlo, tienen que.

—Por supuesto que no, y no lo voy a hacer, no pienso sacrificar a mi esposa— el cielo oscurecido chispeó, como si estuvieran crispándole los nervios.

Ustedes no son únicos, puedo reemplazarlos sin problemas, si te niegas entonces no me sirves.

—Reemplázame entonces, porque no lo voy a hacer.

Nada más terminar esa frase el suelo bajo el castaño se quebró y lo obligó a saltar para evitar quedar enterrado vivo. Aferró su espada y aprovechó el movimiento para atacar a la luz que quería tomar la vida de Sakura. Una fuerza que no vio lo empujó hasta golpearlo contra el suelo.

— ¡No!— gritó la de ojos verdes.

Vio cómo capturaban a sus guardianes y a sus hijos en una cúpula de tierra que se levantó sobre ellos como un manto oscuro. A Ryu lo inmovilizó de manera tal que ni siquiera pudo mover un dedo, parecía una estatua de piedra. Los demás se quedaron en sus sitios, alertas a lo que vendría ahora.

—Tú no nos estás consultando— comenzó Eriol, tratando de mantener el tono calmado. —Eso está claro, pero ¿Quieres obligarnos a sacrificar a una persona importante para nosotros? Entiende que no nos parece justo.

¿Qué parte del hecho de que sacrificar a una sola persona en lugar de a miles es lo que no parece justo?— silencio. —Para mí tiene mucho sentido.

—Eres un maldito— murmuró Shaoran desde donde estaba. —Tú no saldrías perdiendo en absoluto.

¿Haría las cosas más justas si así fuera?

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