XXV - Hogar

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Se preguntó cómo había llegado allí. Miró hacia todas direcciones pero como no había luz era difícil ver algo como para descubrirlo, ¿qué estaría sucediendo? ¿Sería otro sueño?

Sakura Kinomoto...— oyó, y se dio la vuelta, allí estaba aquella criatura una vez más. Brillaba en medio de la oscuridad reinante.

—Oh, hola— saludó. — ¿Qué está pasando?

Solo quería despedirme.

— ¿Eh?

Considero que, a pesar de que tuvimos algunas diferencias, logramos tratarnos con respeto y llevar a cabo la tarea que debíamos realizar— un corto silencio. —Gracias por haber cooperado.

—Por nada, me alegra saber que todo está bien ahora— se inclinó un poco. —Gracias a ti por haberme protegido, de otra manera, no estaría de regreso con mi familia, solo quisiera saber... ¿eso también fue por el equilibrio?

No exactamente, pero está permitido hacer excepciones por personas que valen la pena— Sakura sonrió y agitó la mano a modo de despedida, mientras miraba cómo desaparecía.

Entonces llamó su atención el escuchar pasos a su izquierda por lo que volteó a ver hacia allí. Se encontró con un hombre y una mujer caminando uno junto al otro, los reconoció de inmediato, después de todo los había visto innumerables veces en sus sueños. Ella tenía el cabello castaño largo hasta los muslos y sus ojos verdes parecían más felices, tal vez debido a su acompañante.

—Apola...— murmuró.

—Todo ha terminado al fin, tengo que agradecerte por ello— le sonrió. —Has actuado bien, actuaste mucho mejor que yo.

—Pero tú... falleciste ¿no es así?

—Sí, pero eso era lo que tenía que pasar— explicó. —En ese momento no quería entenderlo, ahora todo está claro para mí, así traje al mundo a un bebé, que creció y tuvo una familia... después surgió otra, y otra, y otra más... hasta llegar a ti... una parte de mí vive aún dentro de ti, y dentro de tus hijos... ¿son increíbles cierto? Las familias.

—Ciertamente lo son— contestó Sakura, sonriendo. — ¿Tú estarás bien?

—Por supuesto— miró a León que estaba junto a ella, feliz, y tomó su mano. —Estoy perfecta ahora...

—Comprendo.

—Dale recuerdos de mi parte a tu esposo— se miraron la una a la otra, comprendió al instante a qué se refería. —Lamento todos los problemas que te causé.

—No te preocupes— negó con la cabeza. —Ahora entiendo por qué sucedió así.

—Sí, lo sé— Apola asintió. —Ve con tu familia, seguro te están esperando.

Abrió los ojos a penas, muy débilmente, para percatarse de que se encontraba en los brazos de alguien. La conducía por la residencia Li, no pudo ver su rostro hasta que la depositó sobre la cama en la habitación principal, la habitación que habían compartido desde que se habían casado. Sus miradas se encontraron, pero Shaoran parecía algo distante, no supo descifrar qué era lo que había visto en sus ojos ¿dolor? ¿enojo? ¿desagrado? No podría asegurarlo.

Él se alejó y se marchó de la habitación, no sin antes decirle algo a su guardaespaldas, que no alcanzó a oír. En la habitación había otras personas pero estaba tan cansada que no conseguía enfocar la mirada lo suficiente como para descubrir quienes.

— ¿Mamá?— escuchó y giró un poco la cabeza. Era Shiori, la miraba con sus ojos llenos de preocupación. — ¿Eres tú?

—Hola cariño...— susurró.

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