XVI - Justicia

203 15 4
                                    

El dolor se volvía punzante por momentos y amenazaba con dejarla inconsciente, para su pesar habían tenido que detener la marcha dos veces y, en ese momento, se apoyaba contra la pared instándose a respirar profundamente para mitigar la sensación.

Shaoran a su lado rasgaba su camisa para hacerle una venda y así impedir que continuara perdiendo sangre. Se notaba en su semblante la silenciosa preocupación pero no diría nada porque la conocía, sabía que no había manera de convencerla de descansar y no ir a buscar a los niños, tampoco sería capaz de dejarla sola allí, así que era muy probable que tuviera sentimientos divididos.

—Estoy bien...— musitó, débil, para tratar de calmarlo.

—No, no lo estás— respondió él cerrando los ojos, estaba tratando de calmarse, lo conocía bien. —Necesitas atención, y rápido.

—Si está vendado podré resistir...

—Esto es mi culpa, no debí traerlos, lo siento mucho...— la miró, arrepentido. —Los pondré a salvo, lo prometo.

—Podemos tomarnos unas vacaciones— le sonrió. —Cuando todo esto termine.

Shaoran sonrió también, aún lamentándose, mientras vendaba con sumo cuidado el hombro de ella, lo hacía con esmero y también con mucha cautela, no quería empeorar las cosas por torpeza. Al terminar, se fundió en un abrazo con su amada esposa, con cuidado de no herirla más. Se sentía mucho más fuerte con ella a su lado, su cabeza ya no pensaba en lo peor sino que recobraba la paz y era capaz de meditar claramente. Sus hijos no estaban solos, tenía fe de que Ryu y Mei Ling los cuidarían a la perfección hasta que ellos dos llegaran.

—Trato hecho, iremos a donde ustedes quieran— volvió a ponerse serio. —Pero, resiste hasta entonces por favor...

—Todo estará bien, ya lo verás.

—Sí, si estás conmigo, seguro que sí.

A penas oyeron unos ruidos a sus espaldas comprendieron que no estaban solos, por lo tanto, cuando los atacaron con un hechizo que destruyó la pared donde se estaba apoyando la joven, se apartaron enseguida, él con ella en brazos.

El castaño esperaba que el atacante fuera Jin Qiu, para poder preguntarle a la cara por qué había hecho tanto daño, pero sufrió una decepción, se trataba de Ru Ji Li, el ministro más joven de los cinco, había sustituido a su padre hacía dos años, cuando este falleció, por eso no lo conocía tan bien, además, como era más joven, probablemente presentara lucha durante más tiempo que el resto. Y Sakura estaba herida, no podía permitirse pelear en ese momento.

—Huye...— le susurró, ella negó con la cabeza.

—No pienso dejarte después de que te encontré.

—Estás lastimada, Sakura, necesitas que te atienda un médico.

—Juntos lo resolveremos más rápido, somos dos contra uno— su esposo maldijo entre dientes. —Concéntrate, ahí viene.

El hombre iba armado con un látigo brillante que tenía una bola de tamaño considerable en el extremo, color anaranjado, probablemente lo había creado con magia. Lo agitaba por los aires como si no le pesara nada. Incluso se había quitado su túnica instintiva para poder moverse mejor.

—Ru Ji, queremos evitar peleas innecesarias...— enunció Shaoran, tratando de que entrara en razón.

—Lamento que esto terminara así, señor Li, pero no tengo más alternativa que acabar con usted.

— ¿Por qué Jin Qiu está haciendo esto?

No contestó. Tan solo agitó su arma por los aires y la arrojó hacia ellos, ambos volvieron a evadirla pero al instante vieron cómo el látigo giraba en dirección a Sakura y buscaba golpeara. Ella saltó sobre el objeto para evitarlo pero sofocó un grito al sentir que la herida de su hombro se quejaba y le provocaba dolor.

Is Our LifeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora