Capitulo 11

262 4 0
                                    

Cargue a Elena en mis brazos mirando como veía todo a su alrededor mientras llegábamos al auto mostrando una sonrisa de oreja a oreja, sin duda comenzaba a poner este   corazón cálido, es decir, Elisa a sido la única que me a conocido como es mi personalidad incluso me hizo cambiar haciéndome más cálido. Ahora que Elena llego a mi vida todo a sido diferente.
-amor ¿estás bien? -escucho la voz de Elisa tomando mi mano sacándome de mi mundo.
-eh.. -parpadeo varias veces -si amor todo bien. -hable mostrándole mi sonrisa.
-te veo pensativo
-bueno un poco pero nada grave, quiero estar con mi familia -dije tras eso pegue mi frente en la suya tomando fuerte a Elena. -amo a mis bebes -di un beso cálido a cada una.
-también te amamos amor -habla Elisa dándome un beso en los labios.
-si también yo te amo papito. -escucho la voz de Elena abrazándome fuerte.
Debía aceptarlo empiezo a sentir cariño a Elena más de lo que pensaba.
Pensé que el camino era interminable hasta que llegamos a una zapatería para niños.
-es aquí -dije mirándola aún recordándola como antes.
-aún no pierde el toque ¿verdad amor?
-así es, aún lo recuerdo bien. Bueno vamos hija.
-si papi.
Al entrar era la misma como la deje de ver hace años incluya nuevos modelos habían. Comenzamos a buscar tenis que fueran los indicados para mi niña.
-¿qué tal estos amor -hable mostrándole el par a Elena.
-pues... -habla Elena en desacuerdo.
-jeje sigamos buscando -dije colocándolos en su lugar.
Eso sí, había gente cosa que me estresaba, no soy muy tolerante en lugares llenos.
-mira mi niña -toma un par Elisa -¿te gustan?
-si esos mamita me gustan -habla Elena feliz tomándolos en sus lindas manitas. El par en si eran lindos, eran unos tenis con una suela grande y cápsulas de aire, eran de color rojos se veían hermosos. A ver más a fundó sabía que un par no eran suficientes decidí darle otros que fueran iguales pero otro color.
-mira hija -tome otros color rosa, las agujetas eran blancas viéndose lindos los tenis
-me gustan papito -habla Elena feliz.
Elena comenzó a medirse sus tenis que sin duda se le veían hermosos, así es como ver a mi familia bien vestida, haré lo que sea para que Elena sea feliz aunque no sea mi hija pero la amare como tal.
-¿y? -me hinco a la altura de Elena -¿te gustan tus tenis? -juego con sus deditos.
-ah.. -toma mis manos en forma juguetona mientras Elisa suelta su risa preparando sus tenis -si papito.
Era hora de pagar y ay es donde la fila empezaba a ser el problema.
-ese es lo que me preocupaba -dime mirando la fila que se veía interminable.
-lo sé mí amor -habla Elisa tocando mis hombros dulcemente. -tranquilo amor vamos.
Sin más comencé a formarme mirando como la maldita fila no llegaba al final. Comenzaba a desesperarme, la paciencia iba llegando a mi final, no quería que el despertara mierda.
-amor -oigo la voz de Elisa preocupada.
-dime bebe -hable algo inquieto
-tranquilo amor -toma mi brazo mientras cargaba a Elena en mi otro brazo mirando que estaba entre cerrando sus ojos de sueño. Cosa rara digo es tarde para que le de sueño.
Esto iba más y más empeorando una había dos cajas para la cantidad de gente que éramos, dos eso era lo que más me tocaba los huevos el pinche mocoso de enfrente llorando como si fuera el fin del mundo y para la edad que tenía, digo, coño ya es muy grande para que este llorando! ¡Los odio a todos!
-esto no me gusta -dije más molesto
-amor mírame por favor no hagas que el salga es malo.
-eso trato mi amor pero esta gente no avanza llevamos más de una hora aquí -dije cargando a Elena viendo cómo no era como esos mocosos inquietos ella sí sabe comportarse
-papito
-dime
-ese niño llora como si estuvieran matándolo.
-jeje lo sé qué bueno que no tengo una niña escandalosa.
La fila era más y más corta casi estábamos, creo que iba a tener que salir para poder salir de aquí.
-buenas tardes joven -habla la señorita amable
-hola -saludó forzado
Sin más comenzamos a comprar todo, ya era hora.
Salí casi gritando Dios una puta hora o más dentro.
-bueno -suspiro -vamos acá
-¿a donde? -pregunta Elisa tomando mi mano
-sigamos caminando -hable dándome un beso en sus labios.
-te amo
-también te amo. Y amo a esta traviesa -dije mirando a Elena haciéndole cosquillas
-¡jaja no Papi! ¡Jaja papito!
-¿quien es mi traviesa? -hablo sin parar las cosquillas.
-yo! Yo papi jaja
-jeje -detengo las cosquillas para bajar a Elena al piso.
-no te alejes amor -hable pegándola a mi
-no papi
Al caminar más vi una tienda decidí comprar algo rápido algo de tomar.
-esperen aquí les traeré algo hablo mientras tomaban asiento en una banca
-no tardes mi amor -habla Elisa jugando con Elena
-no mi amor, les traeré algo.
Entre a la tienda y comencé a buscar algo bueno, lo típico, a mí una botella de agua de sabor, Elisa le gusta el agua natural y si chocolate. Pero no sabía que llevarle a Elena no sé nada de ella diablos.. Bueno tome algo que suelen comer los niños.
Al llegar a la caja escuche una voz femenina atrás de mi.
-hola -habla la mujer
-hola -hable serio
-perdón quería saber si me darías permiso ni llevo nada llevo prisa ¿si? -eso último escucho dulce.
-bien dije haciéndome a un lado.
-gracias niños vengan aquí no se muevan.
Pero que dem.... Hijo perra!  Esa vieja llevaba más cosas que un carrito de súper!! La.. Esto no me gustaba ese coraje frustración que siempre me ven cara de imbecil! Pero se acabo, verga no puede ser, sentía mi corazón latir tan rápido ese coraje subía por mis venas mis pupilas se dilataban pude ver cómo mis ojos cambiaban de color a un negro oscuro mis facciones eran más gruesas, mi rostro era de un ser sin sentimientos, era como si me fuera y él estaba llegando, no no él no. Mi voz empezaba a ser más y más gruesa llena de frialdad y maldad, mi sonrisa era maligna mi cabello empezaba a moverse por el aire pero era de una forma sobrenatural hasta que... No! Tú no!!
-¿que? -muevo mí cabeza -¿dónde estoy?
-¿esta bien joven? -oigo la voz de la cajera.
-valla era hora de salir -hable mostrando mi sonrisa maligna.
-¿cómo se llama joven? -habla la mujer que este tonto dejo pasar.
-soy...

Hermanos amadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora