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Llego cerca del centro histórico de la ciudad y observó la bandera de México hecha añicos. Quemada, el palacio nacional, la catedral y de más edificios en ruinas. Miro con diferencia algunos cuerpos en descomposición.

Apesta a muerte este lugar, miro a Zero, mi lobo,  creo que había olvidado presentarlo como debía.

El se levanta enseguida y comienza a olfatear. Hasta que escucho su gruñido.

-¿Qué ocurre, Zero?

Me voltea a ver y me enseña los dientes, algo ocurre. Hago que la camioneta se meta entre una de sus calles de la ciudad y observo, frunzo mi ceño, algo asqueroso pasa, un grupo de personas están haciendo de comer un humano al carbon.

Se.  me revuelven las tripas y hago que las ventanas de mi camioneta se cierren por completo, doy marcha atrás y veo que todo ese grupo de personas voltea hacia mi.

Carajo.

Acelero y Zero gruñe.

Se que esta mal matar gente, pero este tipo de personas han perdido por completo la humanidad. Aprieto con fuerza mi mandíbula y los gritos desgarradores de todos hacen eco en todo.

Siento como la camioneta pasa por encima de algunas personas. voy directo al fuego, donde se encuentra envarado aquella cosa que en algún momento se llamo Pancho.

Zero va hacia la parte de atrás y gruñe, alguien quedo arriba de mi auto. Serpenteo para que caiga y lo logro.

Observo como en el zócalo comienzan a salir pocas personas, llenas de mugre, cabellos revueltos, ropas rasgadas, unos incluso desnudos.
hay cuerpos, hay sangre.

La humanidad se fue al caño desde ese día, ahora solo queda esperar a que todos vayamos muriendo poco a poco.

La mayor arma de destrucción masiva que hay en el mundo son los propios humanos.

Salgo de la ciudad y me dirijo a Cuernavaca, se que hay casas de descanso por ahí, es posible que no haya tantos sobrevivientes.

Tomo la carretera y como lo predije hay carros en destrucción, nada fuera de lo normal.

Conforme pase el tiempo las enfermedades gobernaran el mundo por tanto cadáver.

La naturaleza esta comenzado a tomar posesión de la tierra.

Miro como en las carreteras las hiervas sobresalen en los caminos. Me funcionaria perfectamente una motocicleta, pero con Zero no puedo darle tal lujo, aparte que me protege de cualquier amenaza natural, como son las lluvias, el frío, el calor. Mientras que a Zero le da un buen lugar para dormir.

Busco la ciudad de la eterna primavera y lo único que encuentro es mierda. Todo esta bajo montañas de hierva, flores, incluso agua.

Tomo de nuevo la carretera para ver donde puedo ir. Pero antes. paso por combustible.

Bajo de la camioneta con mi arma, junto con una extraña guadaña que domino a la perfección.

Zero me sigue y baja a estirarse, se sacude y comienza a rondar por el lugar.

Espero a que cargue la gasolina y  me veo, mis ojos color café y mi cabello rubio me hacen sonreír. Tengo el rostro de mamá.

No hay ni un alma cerca de aquí.

Llamo a Zero y regresa corriendo con una pelota de espuma.

Vaya, al menos alguien encontró algo que destruir y divertirse.

-¿Listo pequeño?

Me mira y gruñe a la pelota.

-Venga, juega en la parte de atrás, estarás más cómodo. Llegaremos a un lugar donde puedas hacer lo que tú quieras.

ZeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora