Capítulo tres. –Let me die.
Al día siguiente, cuando despertó sintió un dolor en el pecho.
Miró al acolchado, y vio unas gotas de sangre, sus cortaduras volvieron a abrirse.
Mierda.
Se volvió a acostar. Se sentía fatal, tenía dolor de cabeza, y un peso en el pecho le molestaba, no sabía que era.
Al cabo de unos diez minutos, se levantó y fue al baño. Agradeció que hayan construido uno en su pieza, se lavó la cara, y vio las bolsas que se formaron debajo de sus ojos.
Sus ojos celestes brillaban más de lo normal, giró la cabeza y vio –por la ventanita del baño– que los árboles se movían de un lado para otro con fuerza, supo que el viento había aumentado. Debía prepararse para ir a la escuela, a sufrir de nuevo.
Buscó entre los cajones de su ropera, una remera con la frase “Fuck the world”, un buzo de lana rojo, tomó unos jeans azules, sus converse negras y bajó las escaleras.
El pelo lo tenía atado en una coleta alta con algunos mechones en su cara.
No iba a desayunar, no tenía hambre, tampoco deseaba salir de la casa.
{…}
Llegó a la escuela, de esta entraban y salían alumnos con carpetas, mochilas, y útiles en las manos. Muchos autos estaban estacionados en el aparcamiento, y de ahí salía Sandy con sus dos mejores amigas, quienes siempre le acompañaban en todo.
Anna emprendió camino hacia la entrada y llegó a su taquilla. Buscó el libro de biología, y el de física. Alguien cerró el locker de un segundo, asustándola, y le dio media vuelta. Tiró de sus libros, y los pateó lejos... Sandy agarró la mochila de Anna, y la arrojó al patio de enfrente a ellas, el celular salió volando del bolsillo delantero, vio como este se rompía.
—Lo siento, no fue mi intención. —Dijo, y chasqueó la lengua sonriendo.
Anna se quedó callada.
—Así me gusta, que estés callada, que no hables. —Le dio unas palmaditas en la mejilla. —No le dirás a nadie esto ¿O no, Anna?
—No hablaré. —Logró susurrar, y Sandy le empujó contra los casilleros. Anna chocó la cabeza contra los mismos.
« ¡Di algo! »
« Cierto, eres tan cobarde que nunca hablarás. »
Cerró los ojos, y obligó a su cabeza que se callara. Sus ojos empezaron a nublarse, quería llorar, necesitaba hacerlo, sacar todo pero, no lo haría frente a ellas. No merecían que la vieran en esa posición, así de frágil, se aprovecharían más de lo que ya lo hacían.
Sandy empezó a reír, y sus amigas, le acompañaron. Las llamó, y se pusieron a los costados de Anna.
— ¿Vas a llorar, nena? —Sandy hizo un puchero, y le pegó una cachetada. —No derrames una lágrima.
Anna sintió un escalofrío bajando por todo su cuerpo. Se estremeció.
— ¿Por qué me hacen esto? —Preguntó en un susurro, y cerró los ojos.
—Es divertido. Te hacemos llorar, te lastimamos, es genial.
Anna no entendió cómo había gente que era así, no había razón para que la hirieran de esa manera. Era una persona, tenía sentimientos, y emociones.
Se lamentó la existencia, quería morirse. Sus ojos ardían, quería llorar pero, no iba a hacerlo. No quería que la siguieran lastimando, se mordió el labio, y cerró los ojos negándose mentalmente a ser vulnerable frente a Sandy y sus cómplices. Le miró directamente a los ojos a ella, y se lamentó, en ese mismo momento se lamentó. Volvió a pegarle en la cara, Anna reprimió un grito.