El carruaje

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Las horas continuaron su caminó y en poco tiempo se hizo media noche, Dereck se encontraba en el suelo sin moverse, su cuerpo se limitaba a responder a sus respiración, su abdomen se movía al inhalar y exhalar el polvo del suelo, a pesar de su situación no salían lágrimas de sus ojos, el no estaba allí; se había perdido en sus recuerdos, pensaba en su familia y en la traición de su supuesto "amigo".

— ¿Como pudo hacernos esto?, confiábamos en el. — Fue entonces cuando recordó la última vez que lo vio y aquello que le dijo al oído 'a tu comadreja ya la han visto'. —Era eso, en ese momento ya me había vendido. —Pensó mientras abría los ojos sorprendido al comprender que la avaricia movió a Jhodeford para traicionarlos.

Se escucharon relinchos fuera de la viaja casa lo que hizo que el hombre gordo apagara el fuego de aquella vela para evitar ser descubiertos por algún pueblerino perdido. —¡EH! Sal ya es media noche y debemos llegar antes de que amanezca. —Dijo con impaciencia aquella voz.

—Pues que esperen, ya he esperado bastante tiempo en esta pocilga.—Respondió con su voz gruesa el hombre gordo al extraño de afuera, al salir dice irritado. —Carga tu con el chico, está tirado en la habitación sin querer moverse, término afectado después de la visita zapatero.—Dijo a Fustán quien era el dueño de aquella voz impaciente.

—Al recinto entro Fustán con frustración, agarro a Dereck de sus cabellos y los arrastro hasta el carruaje, no tardo en llegar afuera y lo lanzo dentro del transporte. — Saluden mugrientos les llegó compañía. —Dijo a unos siete niños quienes ya se encontraban en el carruaje en las mismas condiciones que Dereck, cerro la portezuela y aseguro con candado.

El actual cochero, un hombre de poca estatura bajo del transporte y encomendó el encargo a los que serian sus nuevos dueños.

—Desháganse de esto, ya mi trabajo ha terminado. —Decía aquel hombrecito mientras se alejaba y jugueteaba con un monedero que mantenía lanzando al aire y sujetándolo una y otra vez.

Fustán subió en la parte delantera del carruaje con su regordete secuaz. — !Arre! Exclamó azotando con un látigo a los caballos y poniendo en marcha el carruaje.

El carruaje tenía dos compartimientos, el primero donde se encontraban los conductores y el segundo completamente sellado con una puerta posterior que mantenían cerrada con un candado, el transporte era de color marrón algo curtido y era remolcado por dos caballos robustos de color azabache quienes relinchaban con cada azote de su angustioso cochero, las ruedas eran cuatro y repiqueteaban cada vez con más frecuencia mientras obtenían velocidad.

—Debemos pasar por el pueblo ha por el zapatero no pretendo permitir que se salga con la suya.— Dijo el hombre gordo de barba.

—Ya está resuelto, de camino me lo he encontrado, puso algo de resistencia pensando que era un simple robo pero lo recupere.— Dijo Fustán a su compañero mientras mostraba como "aquel pase a la buena vida" (documento que permitía al portador permanecer en el área de los cleros o los nobles del reino) se encontraba en su mano sujeto por su puño.

—Tuve que dejarlo inconsciente en el bosque pero lo recupere, debe seguir tirado por ahí sin despertar aún. !Oh! Y mira lo que he conseguido, han pagado muy bien por esas casualidades 15 wuanes por el pequeño y 25 piezas de plata por la mujer rubia, ha sido una noche provechosa.—

Dentro del carruaje Dereck se encontraba petrificado pues no estaba solo, su compañía constaba de tres niñas y cinco niños de entre diez y trece años, en total eran ocho chiquillos ahí adentro. —Todos observaban a su nuevo compañero con intriga mientras se reunían todos en una esquina de la parte interior del carruaje.

— ¿Qué es esto, quienes son ellos? —Se preguntaba Dereck en su mente. Estudió el lugar en el que estaba y notó que se encontraba sobre los restos de alguna comida que le habrían dado a los que serian sus nuevos compañeros de viaje.

 Se preguntó ¿Como pudieron haber comido dadas las circunstancias? Pero no le dio importancia una vez que el trapo que lo mantenía amordazado se impregno de un fétido olor que por poco lo hizo despedirse de la poca bilis que le quedaba. El olor venia de aquella comida que ya estaba descompuesta; fue entonces cuando pensó que quizás aquellos que le ofrecían compañía podrían llevar horas o incluso días raptados.

Un charco extraño comenzó a acercarse y pudo notar que provenía de aquel montón de chiquillos.

Rodó de manera salvaje y termino golpeándose con una de las paredes del carruaje, lo que lo mantuvo a salvo de ser empapado por aquel liquido.

Pasó el tiempo lentamente y Dereck cayó en un sueño profundo. Regresó en el tiempo a aquellos momentos donde compartiendo en familia reían de alegría en aquella cabaña que llamaban hogar.

—No creo que necesite uno como ese, muchos chicos en el pueblo tienen varios y no hacen más que dar lata una vez que crecen. —Decía Dereck a su madre la primera vez que vio a su hermano.

— Lo querrás con el tiempo Der, confía en mí. Respondió Melinda mientras hacía viajar su mano por la mejilla rosada de su hijo. —Tiene razón, lo mismo hicimos contigo.—Dijo el padre mientras dejaba escapar una carcajada.

—Dereck frunció el ceño al no entender a que su padre se refería.—  Renaldo se le acerco.

— Ahora somos nosotros dos para proteger a tu madre y a tu hermanito. — Expresó el padre batiendo el cabello rizado color marrón de su hijo mayor.

—Las horas siguieron su curso y mientras los ocho pequeños dormían dándole fin a aquel largo tormentoso día sus raptores continuaban su camino.

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Chicos me siento súper entusiasmado con el progreso que ha tenido la historia, actualmente no posicionados en el #59 de aventura... Aún no me lo creo, infinitas gracias por la oportunidad.

No olviden comentar, leeré con gusto que tienen que decir sobre la historia. Recuerden.
*Nos vemos entre líneas*

Crónicas de Arzo [Un Reino Secreto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora