Consuelo

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En la otra habitación donde Imed acostumbraba guardar la ropa para sus "muñecas", tomo veinte conjuntos limpios, regreso a la habitación de los niños y los coloco sobre las camas.

Bajo las escaleras luego de salir de la habitación y después de revisar sus maletas se dispuso salir por la puerta de atrás de la casa. Ya afuera de la vivienda, camino directamente al potrero del pueblo que se encontraba algo lejos de su casa, le tomo unos minutos llegar hasta el lugar; en el mismo se encontraban varios hombres del pueblo con quienes estaba familiarizada. Se paró a cierta distancia y alzando la voz dijo:

-Buenas noches caballeros ¿puedo hablar con su jefe? -.

Los hombres se sobresaltaron y al verla uno de ellos por su borrachera se le acerco y se quedó a unos pasos de distancia, tabaleándose hacia atrás y adelante mientras toma un sorbo de un líquido que tenía en una botella.

-Bue-buenas noches señorita, por supuesto, lo llamare enseguida- le dijo con un hipo espasmódico que le frenaba las palabras.

-Se lo agradezco-Dijo Imed con una sonrisa fingida.

Enseguida lo vio alejarse he ir a hablar con otro hombre, volvió rápidamente y le dijo:

-Se-señorita mi jefe dijo que viene enseguida, es-es-está terminando de arreglar los carruajes que solicitó, ya preparamos los caballos de ante mano no se preocupe-.

-Muy bien lo esperare aquí-.

En poco tiempo se vio salir del potrero un carruaje pequeño y delicado tirado solo por dos caballos, a su lado venia un carruaje un poco más grande que los acostumbrados, este otro iba tirado por seis caballos color marrón, su crin y cola eran de color negro azabache y mostraban sus músculos con cada paso que daban; se acercaron a donde estaba Imed que moviendo sus pies continuamente ya se estaba impacientando.

El cochero del carruaje pequeño bajo de su puesto y se le acerco.

-Señorita está todo listo podemos partir enseguida-

-Ya era hora, el tiempo ya está en mi contra. Vayamos a mi casa a recoger mis maletas-.

El cochero abrió la puerta del carruaje para Imed y le ofreció su mano para ayudarla a subir, Imed lo observo con grandes ojos y lo ignoro girando el rostro al lado contrario, limpio su mano en el vestido sin haberlo tocado y alzo el dobladillo de su falda para entrar al interior del carruaje.

El cochero cerró la puerta del carruaje de un portazo haciendo que Imed se quejase dentro; se sentó en su lugar, tomo las riendas para que los caballos avanzaran. El carruaje más grande los seguía de cerca, en breve llegaron frente a la casa de Imed, era cerca de la media noche y en todo el pueblo solo se podía ver el resplandor que dejaban las velas en las ventanas de las personas que seguían despiertas. La luna estaba inmensa, llena de curiosidad y observando todo lo que había de acontecer.

-Hemos llegado a su casa señorita-.

-Perfecto-. Respondió Imed aún dentro del carruaje.

El cochero pasó entonces a bajar de su lugar y abrir la puerta para imed, quien se bajó con gracia, camino hacia su hogar y tomando la llave de la puerta de entrada, abrió la puerta.

-Síganme caballeros-. Les dijo al tiempo que les hacía espacio para que entraran los dos hombres y los guiaba a su sala de visitas donde se encontraban sus pertenencias listas. Mientras los dos hombres sacaban las maletas de su casa se dispuso subir a la habitación donde ya deberían estar listos los niños.

Para los niños ese baño fue uno de los más incomodos de sus vidas, era un espacio más pequeño que el de la habitación y fue difícil mantener la distancia, después de bañados y cambiados los niños esperaron a Imed, poco después de unos minutos de terminado su baño y de cambiarse la ropa entro imed a la habitación de los niños.

Crónicas de Arzo [Un Reino Secreto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora