El cochero y su amigo continuaron su camino la mañana de aquel día, los caballos seguían relinchando y las personas del pueblo continuaron sus tareas sin interés al carruaje que pasaba escandalosamente entre sus calles.
La calle era de tierra y con pasar del carruaje se levantaba una nube de polvo que indicaba su paradero, eso mas los gritos de quienes conducían aquel transporte; los pequeños se mantenían inmóviles y silenciosos dentro del carruaje y quien perturbaba el silencio era su estomago ya que con cuatro pedazos de pan no lograron satisfacer sus ocho jóvenes estómagos.
—!venga ya! Estamos a poco de obtener nuestro pago, es el trabajo mas fácil de todos; los niños nunca ponen resistencia suficiente. —Decía el hombre gordo regodeándose.
—Aún nos queda una parada, ahí nos deshacemos de la carga, obtenemos el pago y de regreso a Chainspell. —Respondió Fustán.
—Bien a por el pagó. —Dijo el hombre gordo con su voz ronca mientras comenzaba a azotar con mas fuerza los dos caballos que remolcaban aquel carruaje lleno de chiquillos.
Dirección Este Chainspell ya había quedado atrás, el bosque de Nagbos mostraba sus centenarios arboles a lo lejos; Sinspell los mantenía ahora, pero mientras más avanzaban, menos poblado se volvía aquel lugar.
Llegaron a uno de los bordes de Sinspell ya casi inhóspito, la gente que se lograba ver arrastraba los pies al movilizarse y mostraban un aspecto no muy saludable, al parecer eran personas de edad avanzada, no se lograba ver los rostros de alguno por la distancia existente entre cada casa; sus posturas eran encorvadas, la mayoría usaba ropa larga y ancha que se ondeaba con el viento pero ninguno de aquellos indudablemente ancianos era delgado, pues su ropa al unirse a su cuerpo por causa del viento mostraba sus rechonchas siluetas.
— Este es. hemos llegado amigo mio pero debemos hablar antes de entregar a esos renacuajos. —Entonó Fustán mientras señalaba la parte trasera del carruaje y hacia frenar a su camarada.
Ambos bajaron del transporte de un salto y lo dejaron tambaleando. Caminaron juntos hasta el interior de una de las casas que para suerte de ellos se encontraba vacía en esos momentos.
Se movilizaron por el lugar un momento y terminaron uno frente al otro en lo que fácilmente podría ser la sala de estar de aquel recinto.
—El trabajo esta hecho. ¿Es este el lugar donde recibiremos el pago? —Preguntó el gordo frotándose la barriga.
—Ciertamente hemos llegado al final de nuestro viaje juntos amigo pero aún no hemos terminado nuestra tarea. —Respondió Fustán acercándose lentamente al hombre gordo y lo rodeaba hasta ubicarse frente a su espalda.
El hombre gordo perseguía a Fustán con la mirada y al comenzar a girarse siente algo punzante tras de si.
—Has sido un buen secuaz Jack pero este es el final para ti, bien dijeron 'Un cochero por carruaje'.
Jack, quien era el hombre gordo abrió los ojos como platos y recordó aquel hombre de poca estatura que se alejaba del carruaje mientras jugaba con su monedero. Dio un salto instintivo hacia adelante mientras con su codo izquierdo logro atinarle un golpe en la cara a Fustán.
—Buena jugada Jack peroo... Reaccionaste algo tarde. —Dijo fustán mientras se masajeaba la mandíbula ubicándola entre sus dedos cubiertos de un liquido que se escurría de ellos.
—!uugh! Maldito. — Dijo Fustán mientras presionaba la parte baja de su espalda con su mano derecha.
—No sufrirás mucho tiempo Jack, compre el puñal en el mercado mientras te atiborrabas de pan, me aseguraron que tenia veneno así que dentro de muy poco lo único que quedara de ti serán las ganas de deshacerse de tu cadáver.
— No lo tomes personal amigo mío, sabes bien como son las reglas y no te preocupes por limpiar antes de que lleguen los dueños de la casa; ellos se tomaran su tiempo comprando en el mercado. !hahahaha!
Jack se encontraba de rodillas en medio de aquella sala presionando con nerviosismo la herida que dejaba escapar aquel líquido rojo, sentía como corría por su espalda y se unía a su pierna, comenzaba asentir un hormigueo en el cuerpo y el piso comenzaba a ser un pequeño charco de sangre.
—Adiós Jack nos vemos en el infier... No, yo no iré allí, podre comprarme un pasaje mejor a otro destino con lo que me den por tu trabajo. !Hahahahaha!
Fustán se acerco a la salida, abrió la puerta y antes de salir se detuvo, se volteo y dijo mientras se despojaba de su sombrero. — Un recuerdo viejo amigó. — Dijo mientras le arrojaba al cuerpo sudoroso ya en el suelo de Jack quien lo veía con desprecio mientras cerraba la puerta tras de si.
—!MALDITOOOOOOO! —Se escuchaba salir de aquella casa nuevamente cerrada.
—!Arre! Decía Fustán quien ya en el carruaje retomo el ritmo dando azotes a los caballos.
A muy poco tiempo llegaron a una casa donde se detuvieron. No era mucho mas que medio día y al parecer los habitantes de las casas se encontraban dentro de las mismas degustando sus almuerzos.
La casa era como todas las demás, eran un poco menos rústicas que las de Chainspell y empleaban una unión entre madera y piedra en toda la fachada, la parte de tierra había desaparecido y cada casa poseía un pequeño jardín de césped que las rodeaban. Fustán bajo del carruaje, se acercó al pórtico y llamó a la puerta tocando tres veces y esperando dos tiempos entre cada toque.
— Ya llegaron.- se escucho desde adentro.— Voy.
Abrió la puerta una mujer, lucia aseada y su ropa se encontraba en perfecto estado, llevaba un vestido verde algo ceñido a su cuerpo que le cubría por completo las piernas y dejaba al descubierto únicamente sus brazos y hombros; su piel morena como el café y un cabello negro recogido en un moño destacaban sus rasgos faciales.
—Has tardado fustán, debimos habernos ido anoche; ahora debemos esperar a la puesta del sol para salir de nuevo. Y... Cuentame ¿Cuantos chiquillos son? —Decía la mujer morena con sus prominentes labios y una frágil voz mientras agarraba el antebrazo de Fustán y asomaba la mirada sobre su hombro con ansiedad y entusiasmo.
—Vamos, muestrame cuantos son. Deseo conocerlos. —Insistía fervientemente.
—Vale, te traje ocho nuevos juguetes; ya te entretendrás con ellos, primero necesitamos sacarlos de ahí. —Dijo Fustán señalando su transporte.
—Pues no esperemos más. —Dijo la mujer mientras arrastraba del brazo a Fustán, cuidando de no tocar sus sucias manos.
Al abrir la portezuela del carruaje no pudo ocultar su conmoción aquella mujer.
—!Valgame! Pero si son perfectos.—Dijo mientras colocaba su mano izquierda en su mejilla, señalaba con su dedo índice a cada chiquillo y contaba a cada uno con la voz como un susurro.
—Ocho adquisiciones nuevas, esto nos da un total de veinte chiquillos. Lastima que lleguen tan tarde, nos hubiésemos llevado maravillosamente.—
—Trae el carruaje a la parte trasera Fustán, entraran por la otra puerta. —!Vamos! — ¿que esperas? —Los quiero ya.
—Basta ya mujer. Han llegado, no mas Impaciencia.—
Fustán subió nuevamente al carruaje y se ubicó rápidamente donde le habían dicho.
—Bien sabandijas, bajen ya si no quieren unos latigazos.—
Los pequeños comenzaron a bajar y se dirigían uno tras otro a ingresar por la puerta trasera de aquella casa, tropezando con sus compañeros cada vez que fustán hacia sonar el látigo con la pared del carruaje.
Al encontrarse todos dentro de la casa se unieron nuevamente los chiquillos uno al lado del otro como con la idea de fundirse en uno solo.
_Aquí los tienes, ocho pequeños anhelando tus maniáticos tratos.— Dijo Fustán.
La mujer respondió a su amigo con una mirada fulminante. —Vaya, si que son tímidos. No se preocupen, la pasaremos de maravilla una vez que se bañen como es debido y coman algo, tengo algunas reglas y de no saltarse ninguna estaremos bien. Mi nombre es Imed. - Dijo frotándose los brazos continuamente.
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Crónicas de Arzo [Un Reino Secreto]
AdventureCuando el núcleo familiar de Dereck se ve cercenado por la ambición, el deseo y la ira este tendrá que emprender un viaje en busca de sus seres amados, esto lo confrontara cuando descifre la razón de todo y como esto se relaciona con su pasado, un p...