Aromas

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Dentro de la casa no se escuchaba nada, solo el respirar agitado de los chiquillos. todo mantenía un orden milimetrado y ni el ruido podía perturbarlo. se lograba percibir un olor intenso, podía ser de las flores; había un cuarteto de flores coloridas en los floreros ubicados en pares por cada espacio de la casa, desde el recibo hasta las habitaciones; las flores contrastaban con sus dulces olores y colores; cada florero poseía un par de rosas blancas y un par de espigas de jacintos color purpura que impregnaban el lugar con su aroma.

—No se queden ahí, vamos. Todos necesitan un baño, y también te hablo a ti Fustán; no son ellos los únicos que huelen mal por aquí. Siganme, los guiaré; ya esta todo preparado.

Todos siguieron a Imed sin pausa formando una fila de pequeñines que terminaba en un hombre alto que refunfuñaba sin parar mientras empujaba con ahínco al penúltimo de la fila ubicado frente a si.

—Aquí es. —Dijo Imed mientras abría la puerta de una habitación que embriagaba con su olor.

—Respiren hondo queridos, espero salgan oliendo igual de bien, si no... bueno, ya veremos que hacemos; esta es una de las reglas. No soportare suciedad ni malos olores de ninguno de los huéspedes ¿esta claro? —Dijo Imed con voz suave y pausada.

—Entonces entren. Verán que hay varias canastas, bien pues allí hay suficientes esponjas para que arranquen la suciedad de sus cuerpos, si eso no ocurre consideren arrancarse la piel. —Dijo con una sonrisa.

—He estado macerando diferentes pétalos de flores en aceite para que absorba el olor de ellas y ha funcionado perfectamente, úsenla y bebanla si se requiere. al terminar con su limpieza los guiaré a otra habitación donde podrán vestirse con algo limpio.

—Desháganse de esa basura que llevan por ropa y pónganla en la canasta, la quemaremos luego, y tu Fustán te encargarás de ellos. cuando terminen me llaman. Nos vemos luego, iré a quitarme sus piojos yo también. —Dijo Imed mientras se daba la vuelta, cerraba la puerta y sacudía su vestido y brazos impacientemente.

—Vamos ya renacuajos, echen allí sus trapos.

Dereck junto a sus compañeros se despojaron de sus ropajes y se encontraban compartiendo algo nuevo frente a ellos, ya no era solo el trauma y la espera incierta de un evento del cual no sabían, sino también la vulnerabilidad representada en la desnudes de los pequeños. Ya no eran más conocidos, compartían muchas cosas en común y comenzaban a agradecer no haber pasado por todo solos.

Al terminar su baño profundo esperaron a secar sus pieles mientras el agua era absorbida por sus poros que junto con el frío del ambiente lograban hacerlos temblar, incluso a Fustán quien ya dejaba a la vista nuevamente las cicatrices de su rostro.

—Pronto Imed, abre. Podría comenzar a encogerme si paso un minuto más con estos cerdos florales.

—Voy, deja ya la impaciencia hermano, aunque eso podría ser una mejora para ti.

—!Siganme!, tu hermano querido entra ahí, veras la ropa en tu cama.

— Ustedes queridos Siganme, aquí podrán vestirse con algo mejor sin duda, pasen. Decía mientras los estudiaba con cautela y se cercioraba de que no habían mojado el piso.

—Tendrán solo quince minutos para vestirse, no esperare uno más; luego comeremos. —Sonrió y se fue.

—Dereck entro en la nueva habitación junto a sus compañeros de carruaje y vio al rededor de doce jóvenes iguales a el y a sus amigos.

Se acerco a la ropa y comenzó a vestirse junto con sus amigos del carruaje, una vez cubierto por la tela busco a su amiga de cabello rojizo quien como el ya se había vestido; la tomo de la mano y junto a los seis chiquillos restantes se ubicaron frente a el nuevo grupo de compañeros.

Se escuchaban murmullos, y se escondía uno tras de otro esperando que alguno hablara.

—Soy Ann. _ Dijo la niña de pelo rojizo soltando la mano de Dereck y extendiéndola a los nuevos.

—ho-hola... _ contesto el que parecía ser el mayor del grupo mientras estiraba la mano y correspondía el saludo.

—¿Que son esas? —Dijo Dereck mientras señalaba los brazos descubiertos de aquel chiquillo Aparentemente mayor.

—Nada, es solo parte de las reglas de la señorita Imed. Hay que hacer las cosas como las pide, suele volverse algo chiflada cuando intentan saltar sus reglas.

—Hay diferentes castigos según la falta pero una vez que sucede alguna harás lo posible por no cometer otra falta.

—Yo me rascaba los brazos antes de comer cuando me sorprendió y hizo que me restregará  la piel al bañarme con unas piedras por miedo a que yo tenga sarna o algo parecido y se la pegara. Dijo el niño alzando los hombros y volviendo su mano hacia sí.

— ¿Y a ti que te ha pasado? — Pregunto Ann a una de las niñas del fondo. —¿No te da frío estar sin cabello?

—No ha sido decisión suya, la señorita Imed le arranco el cabello de a poco con una rueda mientras la iba girando.

_Ann impresionada se llevo una mano a la boca y con la otra recogía su cabello rojizo mientras ocultaba su rostro aterrado tras la espalda de Dereck.

—¿Y porque lo ha hecho? Imed no parece ser como dices; suena algo raro. —Intervino Dereck frunciendo el ceño.

—Es cierto. —Dijeron todos los demás al unisonó.

—¿Ya lo ves?, pues el motivo fue haber dejado unos cuantos cabellos en el cuarto de baño después de haberlo usado. Al menos eso fue lo que dijo.

—Ujum, y ¿como supieron que era ella? ¿Que a caso no hay cuatro niñas mas aquí?, pudo haber sido cualquiera.

—Pues porque era la única niña, fuimos los primeros en llegar; yo, ella y ellos dos; no había otra opción.

—No lo se, es algo exagerado.

—Mira nuevito, las cosas son así. Respondió acercándose al nuevo grupo de compañeros y dirigiendo su mirada en los ojos marrones de Dereck.

—La señorita Imed esta loca, fuimos los primeros y la conocemos perfectamente. Si quieren creernos pues bien, se ahorraran varias 'consecuencias' como ella suele llamarlas y si no ponla a prueba seguramente estará encantada y los mantenga con sigo toda la vida. Dijo comenzando a alterarse pero manteniendo un tono bajo.

—¿Todo listo queridos, se conocieron ya? Vayamos a comer, ya todo esta listo. —Dijo Imed abriendo la puerta apresuradamente. —Siganme, han pasado catorce minutos exactos; han tenido tiempo de sobra.

—Si señorita.— Respondió la mayoría de los chiquillos

—Vale, les creo. Quizás no se vea tan loca como dicen pero si es algo impaciente. —Decía Dereck a su nuevo grupo de compañeros como un secreto mientras seguían a Imed al comedor.

Crónicas de Arzo [Un Reino Secreto]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora