❝ PRÓLOGO ❞

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•───────CAPÍTULO CERO───────•

PRÓLOGO.

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Zamasu era un kaio del norte del universo diez, quien luego de su arduo entrenamiento había logrado ser ascendido a aprendiz del Supremo Kaio-sama, lo cual había sido gratificante para él.
Una tarde como cualquier otra, Zamasu, quien tenía la piel verde manzana y el cabello tan blanco como la nieve, paseaba de un lado a otro por el extenso patio donde podía observar el enorme cielo amarillo.

Zamasu estaba aburrido, de pie allí mirando a la nada. Como había subido de nivel, lo único que hacía era servir té a su maestro, quien tenía el nombre de Gowasu, y era un simpático anciano de piel amarilla y cabello igualmente blanco como el su aprendiz.

—Zamasu. —Llamó el anciano de voz áspera desde el umbral de la puerta que daba entrada al enorme templo donde entrenaban juntos.

—Lo escucho. — Dijo Zamasu con las manos a la espalda.

—Prepárame un té, te espero bajo el cerezo. —Ordenó el anciano y se dirigió a las afueras del templo para dirigirse al enorme cerezo que se encontraba a un par de metros.

Debajo de ese enorme árbol había un pequeño camino que conducía a quién sabe dónde. Y bajo su sombra había una mesa para tomar té, Zamasu ciertamente odiaba tener que hacer lo mismo todo el tiempo, y estar parado bajo la sombra del árbol sin poder desobedecer ninguna orden, pero sin ninguna otra opción, cumplió con la orden de su maestro.

.....

Había un hedor nauseabundo en el aire, la atmósfera era oscura y devastadora. Enormes nubes de humo negro se cernían sobre una ciudad distópica, devastada y abandonada, con innumerables cadáveres esparcidos por el suelo y con lo que parecía ser una capa de nubes de tormenta arriba.

En el cielo había una figura masculina levitando, de aspecto muy varonil y con un cabello particular. El ente sonrió de manera astuta al observar la destrucción que él mismo había causado, siendo él quien inició los estragos en la ciudad con el único motivo de exterminar a cualquier ser humano.

—Despreciables humano —susurró con una voz impostora y oscura, tenía un tono sombrío.
Cuando se cansó de observar las ruinas desde el cielo, descendió al suelo y caminó por las calles decoradas de cadáveres, y miró a los edificios engalanados con el hedor de la muerte y la destrucción.

Black era como lo habían denominado los locales. Se detuvo en un lugar, observando los cuerpos sin vida de los seres que más llegó a detestar. Junto con la otra raza, los supuestos sayajin, cada vez que un ser de esa especie se acercaba a él, podía sentir como aumentaba su odio, el solo hecho de que ayudaran a los humanos a sobrevivir hacía hervir su sangre.

Black era siniestro, de corazón oscuro y duro, pero tenía una apariencia atractiva y un rostro sombrío con una sonrisa torcida, era un voyeur. Tenía un pendiente verde en la oreja izquierda que se balanceaba con gracia con cada movimiento.

Era un dios, un amo, un dios, un ser supremo, supremo para todos.

—Humanos —susurró con voz áspera—, nunca pensé que mi mayor deseo se haría realidad.
El orgullo y la ira se deslizaron entre sus labios.

Levantó la mano derecha, que llevaba un anillo de plata con un símbolo que representaba el infinito. La levantó hasta su cabeza y se acarició el cabello, ese cabello azabache, suave y fresco. No hubo un día que dejara de apreciarse, de adorarse, era un ser que se componía de deseos egocéntricos, un ser que llegaba a sentir que con solo tenerse a sí mismo estaba completo y tranquilo, era feliz.

Pero en el fondo Black sentía que le faltaba algo, y aunque había cumplido su mayor anhelo, aún le faltaba averiguar lo que su cuerpo y su corazón le imploraban.

❝ SEAMOS DIOSES: Black x Zamasu ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora