Amor Verdadero

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Capítulo 8

Me di cuenta de un detalle.

- Tío - dije - El Asador está a media hora de aquí.

- Ya lo sé, si nos damos prisa empezaremos a comer a las diez o así - dijo sonriente - he llamado para que nos preparen la mesa y la comida.

No pude evitar sonreír ante la previsión de mi tío. ¿Cómo era posible que no le hubiese conocido novia/novio alguna/o? 

- Ellos llevarán el coche a su casa e iremos todos en el mismo - continuó mi tío.

- Genial - dije dándole un beso en la mejilla a mi tío.

Ya en el coche saqué a colación mis dudas.

- Sobre lo que estabas hablando con María... - dije cuidadosamente.

- Quieren llevarte a Venecia - dijo serio. Nunca me había ocultado nada. Siempre era sincero conmigo, al igual que yo con él.

- Ya lo sé, me lo dijo Nico - contesté.

- Cariño - me dijo menos serio,- yo solo quiero lo mejor para ti...

Llegados a ese punto me temía no poder ir a Italia,

- Y... - siguió mi tío - Creo que lo mejor para ti es que tú decidas.

- ¿Enserio? Muchísimas gracias tío - dije abalanzándome sobre él, olvidando momentáneamente que estaba conduciendo.

- Eh, eh! Cuidado - dijo riendo. - Pero tienes que pensarlo bien. - dijo ahora más serio - Tienes que valorar los pros y los contras y darte cuenta que si algo te pasase con Nico tendrías que ir igual.

Lo miré horrorizada, pero él no se dio cuenta porque tenía la vista fija en la carretera.

- Te estoy mirando horrorizada - le digo para que se dé cuenta.

- Es cierto y tienes que tenerlo en cuenta - dice riendo por mi comentario. - Y piénsalo hoy, así María les llevará las noticias a sus padres mañana mismo, pero sin presiones.

¿Sin presiones? No puedes ponerle a alguien una tonelada de presión encima y esperar que por decir dos palabras se le quite el estrés.

De pronto y casi sin darme cuenta llegamos a la casa de Nico. Estaba unas cuantas calles más arriba de la mía, a un kilómetro y medio del instituto. Era una casa preciosa. Solo tenía una planta y un pequeño jardín delantero, se notaba que normalmente allí solo vivía Nico, porque el césped estaba mal cortado y las plantas medio secas. Era blanca por fuera y por dentro, aunque tenía la pintura desconchada. El tejado era de tejas naranjas y muy bajo.

Aparcaron el coche en la acera de enfrente a la casa y se bajaron. Yo también me bajé del coche para dejarle sitio a María delante con mi tío.

Una vez sentados todos nos pusimos camino del restaurante. Cuando llegamos estaban Estephanie y Lidia (como casi siempre) sirviendo. Fue una comida muy agradable en la que se hablaron de muchas cosas.

Sinceramente, no me enteré de la mayoría de la conversación. Estaba demasiado ocupada pensando en Ángel... ¿Por qué no podía dejar de pensar en él?

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