Amor Verdadero

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Mini Maratón 1/2

Capítulo 23

Me moví lentamente y cogí otro paraguas del paragüero del que Nico había sacado el suyo. Me dirigí hacia la entrada pero no había nadie. La puerta estaba abierta. Salí al pequeño jardín delantero y entonces los vi. Un hombre de aproximadamente unos cuarenta años hablando en voz baja con Nico y María.

- No puedes llegar así y pretender llevártelo - le decía María al hombre.

El extraño sonrió de manera indescifrable y se dirigió a Nico.

- Hijo, ya sé que eh estado ausente estos años, pero no debes juzgarme. Ha sido ella la que me ha estado apartando de ti todo este tiempo - añadió señalando despectivamente a María.

- No se irá contigo - respondió María en lugar de Nico -. Acaba de conocerte, Marco.

Nico no había dicho nada aún pero, aunque no podía verle la cara, sabía que estaba descolocado y confuso. Ellos seguían hablando, pero yo había dejado de escuchar. Estaba sumida en mis propios pensamientos. De pronto sentí que las voces callaban. Me habían visto. Nico me miraba con los ojos enrojecidos. Caminé con paso rápido y le abracé con fuerza. Me devolvió el abrazo agradecido y se dirigió a su recién descubierto padre.

El tal Marco era un hombre alto, con el pelo canoso y una mirada fiera. En la mitad derecha de la cara tenía una cicatriz que no se veía desde mi anterior posición. Le bajaba desde el ojo hasta la mandíbula en línea recta. Un cuchillo, deduje. Tenía los brazos llenos de tatuajes.

Seguro que ha estado en la cárcel dijo una parte de mí. Ves demasiadas series de detectives dijo la otra.

- Ella es Liv - dijo Nico con voz fría. Aún estábamos abrazados.

- ¿Es tu novia? - Preguntó el padre de Nico mientras me miraba de arriba a abajo.

- No te importa - respondió con el mismo tono frío, pero con un deje cortante.

- Hijo...

- No soy tu hijo - le interrumpió Nico con una mala mirada.

El hombre solo rio.

- En cuanto cumplas dieciséis, María y yo tendremos custodia compartida - continuó Marco sin hacer casi al comentario de su hijo -. Vivo tres calles más abajo - añadió señalando a un punto indeterminado entre la ciudad y las montañas -. Será divertido. Te daré unos cuantos consejitos para que te diviertas con la muchacha - dijo señalándome con la cabeza.

- Creo que es hora de que te vayas - dijo María en el tono más firme del que fue capaz.

- Bien - contestó él mirándola asqueado -. Tienes suerte de que haya niños delante - añadió en un susurro que sólo ella y yo fuimos capaces de oír. Nico estaba demasiado ocupado mirando al suelo.

Nico me cogió la mano y me arrastró hacia su cuarto sin dirigirle una mirada a su madre. Se sentó en la cama y se puso la cabeza entre las manos.

- ¿Puedo hacer algo por ti? - Él negó con la cabeza. Me senté a su lado. Le cogí las manos con mi mano derecha y con la izquierda le levanté la barbilla para que me mirara -. ¿Me lo quieres contar?

Suspiró ruidosamente y me cogió de las caderas. Me elevó hasta que quedé sentada a horcajadas encima de él. Me besó el cuello suavemente al tiempo que subía lentamente. Se paró poco antes de llegar a mi boca. Se separó de mí y me miró a los ojos.

- Prométeme que lo que te cuente no afectará a tu opinión sobre mí - me pidió.

- Te lo prometo.

- Mi padre es un borracho, un maltratador y un imbécil - le acaricié el cabello lentamente alentándolo a continuar -. Pegó a mi madre durante años. Bebía todas las noches. Ese es el motivo por el que no me gusta el alcohol. Aún me siento culpable por haber bebido el otro día.

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