Capítulo 28

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Francia, París, 1973


El baile de máscaras se llevaba a cabo en una gran mansión perteneciente a uno de los hombres más ricos del país, ex amigo de Louis y Amélie Ferrec.

—El vino es exquisito, señor Flament.

Es un vino bastante elegante diría yo, joven Jeon— respondió el hombre tomando de su copa con elegancia.

—Estoy de acuerdo señor— Jungkook paseó la vista por el gran salón, hasta que encontró a su acompañante, bailando con una bella mujer de edad madura que contoneaba sus caderas y hacía relucir sus atributos.

—Oh, joven Park, es usted todo un bailarín— habló la mujer sonriendo.

—Es fácil bailar con usted, madame— respondió el peligris con voz seductora.

—Oh, santo cielo— la mujer echó aire con su mano sobre su rostro y llevó su mano a la cintura—. Es usted un caballero.

La señora acomodó el cuello de la camisa de Jimin y lo miró con lascivia. A esas alturas todos pensaban que el hijo de los Ferrec había muerto aquella trágica noche, por lo que él ni siquiera tuvo que esconderse, ya que la mayoría no conocía su rostro.

—Escuché que su esposo es un distinguido hombre de negocios, madame.

—Oh si, mi Alfred. Lamentablemente pasa más tiempo en la compañía que con su propia familia.

—Vaya descuido— sonrió de lado—, dejar sola a una mujer tan hermosa como usted, es un grave descuido, podría llegar otro hombre a su vida.

—Joven Park— la mujer rió delicadamente y lamió sus labios con descaro— ¿A caso podría ser alguien como tú?

—Si usted me lo permite, madame.

Pegó más a la mujer hacia su cuerpo y miró detrás de ella. Jungkook mantenía su mirada fija en él, y sus labios apretados le indicaban que ya era hora de dejar la coquetería y avanzar.

—¿Por qué no me muestra su mansión?

—Oh.

La mujer sonrió pícara y asintió. Tomó el brazo de Jimin para caminar junto con él hacia la puerta de salida.

Jungkook los siguió con la mirada y se dió vuelta para quedar frente al hombre con quien platicaba hacía tan solo un instante.

—Ya es hora de retirarme, señor Flament.

—¿Tan rápido? La noche aún es joven, muchacho.

—Lo lamento, es un asunto urgente, pero le agradezco el haberme recibido.

—Fue un placer, espero verte de nuevo por aquí, tu forma de pensar y expresarte es... Interesante.

—Me alegra que mi compañía le resultara grata monsieur. Sería un placer para mí volver a reunirme con usted en otra ocasión.

—Muy bien. Cuidate muchacho.

—Hasta pronto.

вαʝσ ℓα мáѕcαяα || кσσкмιи Donde viven las historias. Descúbrelo ahora