Capítulo 29

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Las luces de aquella mansión estaban completamente apagadas cuando un automóvil de color negro se estacionó frente a las rejas doradas que rodeaban la misma, y un hombre de barba corta obscura como su cabello, bajó de él.

La luna era la única fuente de luz en ese momento, por lo que el hombre frunció el ceño un poco extrañado al ver todo tan solitario y silencioso.

Casi con cautela, caminó hasta llegar a la puerta principal, y al abrir se encontró con un silencio que resultó aún más abrumador que el que había fuera de ella. 

—¿Inés?— le llamó a su mujer sin obtener ninguna respuesta— Inés, ¿pero qué...?

El hombre cayó al suelo cuando tropezó con algo en el mismo. Sintió un líquido pegajoso en sus manos y aquello que le hizo caer, parecía como un bulto muy suave, sin embargo, no lograba ver qué era.

—¿Qué es ésto?

Repentinamente la luz de una lámpara se encendió alumbrando poco el lugar. El hombre volteó rápidamente, y palideció con la misma rapidez cuando vio que en un sillón individual, se encontraba nada más y nada menos que el asesino JKiller, con su máscara azul salpicada de rojo, sentado con sus piernas cruzadas y un vaso de whisky en su mano.

—Alfred, me alegra tanto verte.

—J-Jungkook... N-No puede ser...

—¿Qué ocurre? No te alegras de verme? — el asesino hizo un puchero bastante hipócrita y después sonrió cínicamente.

—N-No... N-No puede ser.

Fue en ese momento que el hombre miró sus manos y su corazón latió aún más rápido al darse cuenta de que era sangre lo que las cubría.

Lentamente se dió vuelta y sus ojos se llenaron de lágrimas al notar que ahí se encontraba el cuerpo de su esposa sin vida. Con aquellos hoyos negros donde se suponía estaban sus ojos, y una abertura en el pecho.

—Oh, no te preocupes, la zorra ya no podrá engañarte, nos encargamos de ella.

—¿Q-Qué?

—Oh, Alfred, ¿A caso no sabías que tu mujer que acostaba con quien se le pusiera en frente? Llevabamos siguiéndola al menos dos semanas, y déjame decirte que en ese tiempo vimos entrar a tu casa a más de diez hombres diferentes.

El hombre negó y se sujetó la cabeza para después comenzar a llorar, no podía creer aquello, sin embargo, no era tiempo para lamentarse y ponerse celoso. Si JKiller estaba allí, era porque algo malo iba a sucederle.

—¿Qué es lo que quieres?— preguntó más sereno, aunque aún no tomaba en cuenta que Jungkook había estado hablando en plural todo ese tiempo.

—Es simple, quiero que me digas dónde está Seokjin.

—Y-Yo... No lo sé.

—¿Estás seguro?— preguntó una tercera voz. Alfred miró hacia las escaleras y se sintió morir cuando vió al peli gris bajando con su hijo mientras le cubría los ojos, hasta detenerse en uno de los escalones.

—J-Jimin Ferrec... T-Tú...

—Ahora soy Park...Ya sabes, todos piensan que los Ferrec están muertos.

—Pero si tú deberías estarlo... ¡Seokjin dijo que te asesinaría! ¡Tú deberías estar muerto!

—Ja, entonces soy un fantasma.

Jimin sonrió con sorna al igual que Jungkook, quien se puso de pie y dejó el vaso de Whisky sobre una mesita a un lado del sillón.

—Escucha, Alfred, no mataremos a tu hijo, pero queremos saber dónde está Seokjin.

вαʝσ ℓα мáѕcαяα || кσσкмιи Donde viven las historias. Descúbrelo ahora