Capítulo 1

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Francia, 1959

La lluvia que caía aquella tarde nublada por las calles de París estaba creando todo un caos.

Los automóviles recorrían las calles apresurando su marcha, los charcos de agua se empezaban a formar provocando el chasquido de los zapatos de los transeúntes que corrían para resguardarse en sus hogares, o en algún local que pudiera protegerlos de la lluvia.

Madame Amélie Ferrec era una mujer de alta clase social, fina y elegante que gustaba de lujos excesivos, sin duda hermosa, con largos cabellos negros y piel pálida que combinaba perfectamente con sus bellos ojos verdes. Esposa de Louis Ferrec, un hombre millonario y fundador de la empresa más exitosa de cosméticos y belleza en todo el país, Élégance.

Cualquiera pensaría que eran la pareja perfecta, sin embargo años atrás, Amélie recibió la terrible noticia de que no podía tener descendencia. La pareja no podía cumplir su más grande sueño, tener un bebé.

Durante mucho tiempo pensaron en adoptar un hijo que pudiera llenar aquel hueco en sus corazones; sin embargo nunca sintieron que alguno de esos pequeños fuera el indicado, y creyeron que quizá su destino era no tener un heredero en su familia. Pero aquella tarde lluviosa, todo daría un giro inesperado.

El automóvil donde viajaba la pareja se detuvo frente a un cruce de calle y la vista de Madame Amélie, se dirigió hacia la ventanilla, sus ojos se abrieron de sobremanera y aún con la lluvia en plena caída, la mujer bajó del transporte y empapada llegó hasta la banqueta.

—¡Amélie! — gritó Louis bajando detrás de ella.

Al estar a su lado, el hombre se quedó quieto mirando al pequeño niño que parecía tener unos siete años aproximadamente. Un chiquillo desafortunado que permanecía mojado y sucio sentando en el suelo, su ropa estaba rota y su cuerpo demasiado delgado, casi se podían ver sus huesos marcados bajo su piel.

—¿Te encuentras bien pequeño? — preguntó la amable mujer — ¿Dónde están tus padres?

El niño levantó la cabeza y miró a la pareja frente a él. Amélie y Louis se sorprendieron al ver sus preciosos ojos azules, más azules que el cielo, acompañados por un rostro angelical con una piel lívida y rasgos asiáticos. Además cabía mencionar que tenía un  cabello de tonalidad curiosamente grisácea.

—Yo... No tengo padres, señora. — las lágrimas descendieron por las mejillas del chiquillo.

—Oh, válgame Dios, pero qué personas tan desalmadas pudieron negarle un hogar a tan hermoso niño.

Ante el cumplido, las mejillas del menor no pudieron evitar ruborizarse—Yo... Fui huérfano desde que nací, mis padres me abandonaron y una mujer callejera me encontró, cuidó de mi hasta que falleció hace no más de dos semanas.

—Dios mío, pero que desgracia la tuya, lo lamento tanto pequeño.

El niño formó un tierno puchero que derritió los corazones de aquella pareja.

—Amélie...

—Espera un momento— la mujer se quitó el costoso saco que llevaba puesto y se lo colocó al niño sobre los hombros logrando sorprenderlo— Así tendrás menos frío— lo ayudó a ponerse de pie y lo llevó hasta un pequeño techo que estaba fuera de una pequeña tienda.

—G-Gracias.

Madam Amélie le sonrió con tristeza y volvió con su marido al vehículo, sin embargo pidió que este no avanzara aún.

вαʝσ ℓα мáѕcαяα || кσσкмιи Donde viven las historias. Descúbrelo ahora