Capítulo 23

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Jungkook caminaba tranquilamente por las obscuras calles de Francia, portando un traje de color negro, con una media máscara de color plateado, y un afilado cuchillo en la mano.

—Sé que estás por aquí — habló en voz baja sonriendo con sorna.

Buscó con la mirada en todo el lugar. La luz de la luna era la única fuente de iluminación en ese momento, pero no necesitaba más, con eso fue suficiente para notar la silueta que se escondía detrás de un árbol.

—¿Crees que puedes huir de mi? ¿Crees que puedes escapar de JKiller?

Dejó escapar una carcajada que pondría nervioso a cualquiera, y de manera aterradora comenzó a dar pequeños saltos por el suelo y aquella risa maníaca no dejaba de salir de su boca.

El chico que se escondía tragó en seco cuando el silencio prevaleció. Asomó medio cuerpo y pudo observar la calle completamente vacía.

Dió dos pasos hacia un costado saliendo de su escondite y miró hacia todas partes, no había señales del asesino.

Se odiaba a sí mismo por salir aunque su madre le dijo que no lo hiciera a esas horas de la noche, pero el orgullo fue más grande y lo hizo. Ahora se encontraba siendo perseguido por el asesino más peligroso del país.

El sudor caía sobre su frente y su corazón latía con rapidez.

—No eres muy bueno escondiéndote.

Aquella voz ronca hizo estremecer al muchacho, que temblando giró sobre su propio eje y pudo ver a Jungkook recargado en el tronco donde él se escondió segundos atrás.

Las lágrimas nublaron sus ojos y trató de correr, pero el asesino sujetó el gorro de su sudadera y lo azotó contra el suelo.

El chico dejó escapar un grito de dolor y la desesperación se apoderó de él cuando sintió el filo del cuchillo rozar su garganta.

—Por favor... Por favor no me mates — suplicó llorando sin moverse.

—¿Cuál es tu nombre?— preguntó Jeon mirándolo fijamente.

—Y-YoonGi.

—Escucha, voy a proponerte un trato.

El chico de cabellera castaña oscura tragó en seco y vió aún con lágrimas en los ojos, cuando el asesino alejó el objeto filoso de su cuello.

—¿Q-Qué trato?

—Te dejaré vivir, pero a cambio necesito tu ayuda.

—¿A-Ayuda?

—En tres días habrá una una reunión en la mansión Ferrec, presiento que algo muy malo pasará y si yo voy... No puedo entrar. Por eso irás tú.

—¿Y-Yo?

—Si, tú entrarás, y escucha bien ésto— Jungkook se acercó más al chico—, vas a vigilar a Jimin Ferrec.

—¿Q-Qué? ¿Vigilar?

—Deja de repetir lo que te digo o voy a cortarte la lengua — el chico cerró la boca de inmediato — No quiero que lo pierdas de vista, y si ves que alguien se lo lleva a otra parte, de inmediato saldrás a decírmelo... Yo no podré estar cerca de la mansión, pero te diré dónde con exactitud.

—Y... ¿Qué pasará conmigo después?

—Si haces bien el trabajo... Te dejaré ir, pero hasta entonces, deberás estar conmigo.

Lo último que sintió aquel chico fue un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó inconsciente.

Mientras tanto, Jimin mantenía entre sus brazos a la pequeña bebé.


Su vista se mantenía fija en los ojos de la pequeña. Eran azules y hermosos, aunque no tanto como los de él, pero su rostro era tan parecido.

—¿En qué piensas? — preguntó Alissa desde la cama donde permanecía sentada.

—En muchas cosas.

—Sabes que puedes hablar conmigo.

El peli gris finalmente suspiró con pesadez y habló de aquello que en cierto modo, le afligia.

—Mi hija no conocerá mi rostro, solo el de mi infancia, en fotografías.

—Dijiste que Jungkook te miró sin la máscara y pudiste mantener los ojos cerrados.

—Jungkook es diferente, Alissa, él poseía algo que me tranquilizaba, como si me inyectara un sedante a través de su tacto. No lo comprendo aún, no entiendo cómo es que funcionaba, era como si al sentirlo todo rastro de furia se alejara. 

—¿Crees que vuelva?

Jimin volteó hacia la mujer y sus labios se curvaron hacia arriba en una suave sonrisa.

—Él va a volver... Porque... Me lo prometió, él dijo que si se iba, volvería.

—Está por cumplirse un año desde que se fue... No quiero molestar, sólo no quiero que sufras y...

—¡Él volverá!

Gritó el peli gris haciendo que algunas botellas de cristal reventaran al instante.

Alissa se quedó callada y de inmediato se puso de pie tragando seco. Su mirada se mantuvo en Jimin quién al darse cuenta, empezó a respirar profundo.

—Lo lamento... Por favor sal de aquí con Isabella, necesito estar solo un momento.

La pelirroja se acercó y tomó a la bebé en brazos para enseguida salir sin decir nada más. Y Jimin sintió las lágrimas fluir rápidamente, por lo que apartó la máscara de su rostro con brusquedad.


—Volverá... va a volver... va a volver...

Murmuró y dirigió la vista hacia la ventana. En ese momento su corazón latió más rápido y su cuerpo se estremeció.

Al otro lado de la calle, un hombre de cabellera negra y piel un poco pálida que mantenía una media máscara plateada, le observaba fijamente.

Ambos se quedaron estáticos mirándose. Jungkook sin saber si aquel bebé que Jimin sostenía en su brazos era suyo, y Jimin sin saber porqué Jungkook estaba ahí parado sin hacer nada para acercarse.

De los ojos de ambos escurrieron lágrimas y fue entonces que el peli gris dió media vuelta y salió corriendo de la habitación. Cruzó el pasillo hasta las escaleras y de ahí corrió hasta la puerta principal. Llegó a las rejas de la mansión, pero cuando buscó con la mirada, el peli negro ya no se encontraba por ningún lado.


—Jungkook— susurró y se sujetó de la reja con la cabeza baja, dejando escapar un sollozo.

El asesino de la máscara plateada lo miraba desde las sombras con el corazón hecho trizas.

—Lo lamento amor mío.

вαʝσ ℓα мáѕcαяα || кσσкмιи Donde viven las historias. Descúbrelo ahora