CAPÍTULO 8

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CAPÍTULO 8
||Salvajes, besos y rosas podridas||

Cuando el aire se les acabó, se separaron, y avergonzados de mirarse a los ojos, juntaron sus frentes y recuperaron el aliento

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Cuando el aire se les acabó, se separaron, y avergonzados de mirarse a los ojos, juntaron sus frentes y recuperaron el aliento.

Cuando Elise alzó la mirada, los ojos de Robb nunca habían sido tan azules y tan brillantes. Y cuando sonrió tímidamente, Elise descubrió que se parecía mucho a su sonrisa sarcástica, pero mejor. Ella también esbozó una sonrisa.

Continuaron abrazados durante un buen rato. Elise colocó su cabeza en su pecho y jamás se había sentido tan en paz. El sonido constante de los latidos de Robb la hacían sentirse segura, y cuando Robb le acarició el pelo con torpeza, decidió que eso era lo que quería hacer para el resto de su vida.

Robb la volvió a besar un par de veces más, entre risas contenidas. Volvió a pasar sus manos por su pelo y aquella vez no se le enredaron. Le besó las mejillas con dulzura y entrechocó su nariz contra la suya mientras la miraba intensamente a los ojos.

Entonces Elise se aferró a su ropa y le robó un beso.

—Eres tan hermosa—suspiró el chico contra su boca.

—Calla—susurró ella, buscando sus labios.

—Es verdad—respondió Robb, acariciándole la mejilla y sonriendo—, te coroné Reina del Amor y la Belleza, ¿te acuerdas?

—Sí—rió ella.

—Lo hice en serio—confesó, con los ojos cerrados—. Bueno, no—rió—lo hice para enfurecer a Willas. Pero lo hice en serio.

Elise asintió, incapaz de decir nada y Robb volvió a besarla durante un buen rato.

—Debería irme—murmuró Robb. Elise volvió a asentir, aunque sus labios continuaron juntos.



☼ ☽



A la mañana siguiente, Elise sentía el cuerpo el exhausto, pero su mente bullía de actividad. Cuando salió de su cuarto, cualquier esperanza de que el día continuara tan bien como había empezado se disipó.

—Mi amada—suspiró Willas al verla. La miró de arriba abajo— Estáis espléndida, realmente reluciente.

—Gracias, mi señor—murmuró Elise, sin poder mirar a Willas a la cara.

—¿Estáis lista?—Le ofreció su brazo y sonrió. Pero su sonrisa era blanda y para nada misteriosa, como la de Robb.

—Sí, mi señor—susurró, agarrándose a él sin ánimo. Se celebraría una ceremonia multitudinaria en el Septo de Baelor, por el día de nombre del rey, que ya duraba una semana.

Su madre la detuvo para admirarla a ella y a Willas.

—Precioso—comentó, tocando la tela azul oscuro.—Realmente favorecedor para tu piel blanca y tus mejillas sonrojadas. Ambos estáis esplendorosos.

proelium; battles. -robb stark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora