"La vida es una batalla constante. Las personas que te rodean son batallas, fuego y tormenta. Pero podemos llegar a amarlas como son.
La cosa de las batallas, ya sean contra ti mismo o contra los demás, es que se pueden perder o ganar, es inevitabl...
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Mientras Kiyara le peinaba, Elise se observó en el espejo con atención, fijándose especialmente en sus ojos oscuros y las sombras bajo ellos, manchas grises en su piel pálida.
¿A qué punto había llegado su vida? ¿Cuál había sido el momento de irreflexión en el que todo había ido para peor? ¿Cuándo se había convertido su apacible vida en un mar embravecido, todo caos, todo locura y tensión?
¿Había sido desde la aparición del fallecido Ethan Forrester, al que Elise no había tenido tiempo de llorar? ¿En el momento en el que Jon comenzó a desarrollar sentimientos hacia la prometida de su hermanastro y futuro señor? ¿O muchísimo antes, cuando Elise cruzó la primera mirada con Robb Stark?
En aquel momento llamaron a la puerta con timidez. Kiyara se apresuró a abrir.
—Dos cartas para Lady Elise—dijo una aguda voz. Elise se giró para ver cómo su criada se las ofrecía mientras cerraba la puerta. Ella las tomó con cuidado, apreciando la sensación del pergamino.
Una de ellas tenía un sobrio sello de cera gris en relieve del furioso lobo huargo, y la otra a penas era una nota en pergamino, firmada con prisas en una letra apretada muy conocida.
Elise sopesó el peso de ambas y abrió la carta más formal, fría al tacto y doblada con fría precisión.
"Lady Elise,
Se ruega su presencia en la cena de hoy con Lord y Lady Stark y algunos de sus más fieles aliados. A la hora convenida será recogida de sus estancias.
Hasta entonces,
Robb Stark".
Elise dejó la gélida y falta de expresividad carta en su escritorio, sin apartar la mirada de la simple y seria firma de Robb. Casí parecía la carta de un desconocido, pero aquel sello ahora roto había sido prensado por unas manos que ella conocía a la perfección.
Entonces deshizo el suave nudo que cerraba la otra nota. Esta era igual de breve que la anterior, pero el tono era muy distinto.
"Elise, debemos hablar antes de que me marche. Por favor, necesito verte una última vez para poder explicarlo todo. Hay mucho que deseo decirte si no volvemos a vernos. Cuando oscurezca en los jardines.
Tuyo siempre, Jon."
Una sensación de pesada angustia se posó en su pecho. Ambos chicos requerían su presencia a la misma hora. ¿Con cuál ir?
