CAPÍTULO 25

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CAPÍTULO 25.

||La verdad|| 


||La verdad|| 

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Los ojos de Talya poseían un brillo maniaco. Elise sentía sus manos heladas temblar. El agua le refrescaba el rostro.

Cerró los ojos, viendo el rostro de Robb una vez más. Estaba claro ante ella, todas sus imperceptibles pecas, su nariz recta, cada mota de color de sus ojos, su boca. Cada gesto y sonrisa.

Elise no se permitió llorar.

Entonces un ruido la hizo abrir los ojos.

Robb saltó sobre Talya y la derrumbó. Ella soltó un grito ahogado y soltó la daga. Ambos rodaron por el suelo, acercándose al borde rápidamente. Elise se levantó con dificultad pero lucidez. Sabía que la vida de Robb estaba en juego.

Corrió hasta la daga entre tropiezos. Talya estaba gruñendo como un animal mientras intentaba deshacerse del agarre de Robb. La chica le pegó un cabezazo que hizo sangrar el labio de Robb y escapó de sus manos.

Elise la vio levantarse penosamente y correr hacia ella. Jamás había visto tanta locura en los ojos y movimientos de una persona. Talya se abalanzó sobre ella y Elise solo pudo empuñar la daga. Estaba petrificada.

Pero la daga rasgó la ropa de Talya se clavó en su carne blanda. Con un grito de dolor, la chica cayó sobre ella llevándolas al suelo. Le arañó el rostro y trató de morderla. Elise chilló revolviéndose bajo ella.

Robb tiró de Talya separándola de ella. Ella se giró y trató de pegarle pero Robb le agarró del cuello.

Elise se incorporó con la sangre bombeando en su cuello. Las gotas de lluvia le emborronaban la visión pero pudo ver la mano de Talya acercándose a la herida de su estómago un segundo antes de que sucediese.

—¡Robb!—Trató de avisarlo, alzando la mano inútilmente.

Era demasiado tarde.

Talya extrajo la daga que Elise había clavado e hirió a Robb cerca del pecho.

La mano que sujetaba su cuello perdió fuerza y el brillo de la confusión borró la expresión de la cara de Robb, que solo tardó un segundo en caer sobre sus rodillas.

Antes de que Elise pudiese siquiera gritar, Talya tapó su herida y huyó hacia el bosque, perdiéndose en la oscuridad.

Elise no corrió tras ella. Se apresuró a estar junto a Robb.

—Robb—lo llamó, tomando su cabeza entre sus manos. Las lágrimas brotaron con impotencia—Robb, por favor, di algo.

Las pestañas de Robb revolotearon.

—Talya—dijo, con voz ronca.

—Se ha ido—dijo ella al instante, reparando en la herida de su pecho. La sangre no paraba de brotar lentamente. Ella puso sus manos sobre esta, pero parecían demasiado pequeñas para contener la vida dentro del cuerpo de Robb—. Estás a salvo.

proelium; battles. -robb stark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora