CAPÍTULO 54

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CAPÍTULO 54.

||El Robb de ahora||

Elise no sabía qué decir

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Elise no sabía qué decir. ¿Cómo podía Robb no detestarla después de lo que había hecho?

—¿Cómo...?—tartamudeó, insegura.

—Lo supe desde el principio—repuso, y ella le creyó. Robb nunca había parecido tan decidido y seguro.

—¿Y cómo podéis no odiarme?
La voz de Elise fue firme. ¿Cómo podía no odiarla como ella hacía consigo misma? No merecía aquel perdón.

Robb frunció el ceño.

—Jamás podría hacerlo.

Elise no se atrevió a decir nada más. Se giró, separándose de Robb, y miró la ciudad sin verla.

Jamás podría hacerlo.

Sonaba tan bien que estuvo a punto de sonreír entre las lágrimas.

—Yo...—comenzó Robb, sonando inseguro. Lo imagino alzando la mano para tocar su hombro y bajándola sin atreverse.

Elise lo miró, y descubrió que su mirada estaba llena de tristeza.

—No me perdonaré como os traté, Elise. No estuvo bien, y ahora me doy cuenta de que jamás pediste todo lo que sucedió. Quería pediros perdón, y espero que algún días podáis perdonarme.

Elise sintió que una sonrisa torcida se abría paso en sus labios. No pudo hacer otra cosas que asentir, temiendo romper a llorar si trataba de hablar. Jamás había esperado oír aquello, y ni siquiera había pensado en algo que poder contestar.

—Sé que no soy el Robb del que os enamorasteis—admitió, pidiendo perdón con la mirada bajo la mata de rizos oscuros—. Pero seré mejor de lo que he sido, os lo prometo. Quiero haceros feliz. Si pudiera me recuperaría, pero no sé si puedo hacerlo.

Sus ojos se llenaron de pasión y brillaron por la frustración.

—Robb...—comenzó ella, pero él parecía haber tenido una idea repentina, tan brillante y violenta como un rayo.

—Besadme—le rogó, tomando sus brazos.

—¿Qué?—Su voz fue un graznido, mienstras trataba de atisbar locura en la mirada de su prometido. Pero su mirada era firme y clara, como la superficie azul de un lago helado.

—El día del baile de Altojardín. Ese día, cuando nuestros labios...—pareció incapaz de explicar, pero Elise sabía a lo que se refería—. Algo sucedió. No sé el qué. Y llevo todo este tiempo pensando en cómo recuperarlo todo. Puede que si nos besamos. Puede que todo sea como antes.

—Creo que este es el truco más extraño que he presenciado para conseguir el beso de una doncella—admitió Elise, sin saber qué más decir.

—Sé que es una locura—sonrió él débilmente, con los ojos acuosos.— Pero es lo único que creo que puede funcionar. Puedo devolverte al Robb de antes.

—Robb—trató de hablar ella.

—Tiene que funcionar—susurró él, mirándola con súplica.

—Robb—repitió ella vehementemente—. No quiero al Robb de antes.

La cara del chico se llenó de desconcierto. Sus mirada se ensombreció bajo la luz blanquecina de la luna tras las nubes.

—Es el Robb que amáis—repuso él, sin comprender.

Elise lo miró fijamente, sin creer que fuera a pronunciar aquellas palabras.

—Ya amo al Robb de ahora—susurró, tan bajo que Robb no lo habría oído si no estuviera manteniendo las respiración.

Cogiéndola por sorpresa, Robb chocó sus labios contra los suyos, empujándola contra la baranda y sacándole un grito de sorpresa acallado por su desesperado y torpe beso.

Robb se separó y la miró fijamente, con los ojos centelleando. Por quinta vez, Elise fue incapaz de pensar algo que responder a aquella muestra tan pura de deseo inesperado.

—No ha sucedido nada—murmuró, tratando de vislumbrar decepción en Elise.

—Podemos seguir intentándolo—ofreció ella, tomando su rostro con más tranquilidad y estrellando otro beso que Robb aceptó con pasión.

Sin pensarlo, Elise se deshizo de la camisa que cubría parcialmente a Robb y está cayó al suelo. Entre besos, Robb trató de desabrochar los botones de su camisón, fallando torpemente.

Impacientemente, tiró de la tela y los botones saltaron como piedrecillas, sacanco una rápida sonrisa a ambos. El camisón se unió a la camisa, y luego lo hicieron el resto de sus ropas, formando un camino que guiaba hasta la enorme cama, donde ambos se sujetaron como si acabaran de encontrarse y temieran volver a perderse.

—¿Estáis segura?—Preguntó Robb, mirándola fijamente con la certeza de que aquello no podía ser real. El pecho de Elise subía rápidamente contra el suyo. En sus ojos brillaba algo de miedo, pero asintió convencida. Siempre valiente.

—Por favor—susurró, y Robb se introdució en ella sin dudarlo.

proelium; battles. -robb stark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora