CAPÍTULO 28

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CAPÍTULO 28.

||La cura||

||La cura||

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—¿Sorprendida?—Preguntó Talya, moviendo la mano para revelar la daga que estaba matando a Robb.

¿Sorprendida?

Elise se sentía congelada, completamente petrificada ante la espeluznante aparición de la chica.

—Talya—habló Ethan, dando un paso al frente.— Sabes que es imposible escapar de la justicia norteña. Entrega el antídoto y Ned Stark te permitirá marchar a las Ciudades Libres.

No funcionará, pensó Elise, con los nervios a flor de piel. Quería hacer algo, pero sus pies seguían pegados al suelo y sus ojos fijos en la imagen de la chica, que se perdía y desaparecía en la espesa niebla.

—¿Huir?—Exclamó Talya, haciendo girar la daga en su mano. Parecía nerviosa. Tenía las ropas mojadas y sucias, y un vendaje cubría su estómago. — Creía que me conocías, hermano. Sabes que jamás huyo. He comenzado esto y voy a acabarlo.

Entonces la miró a ella. Sus ojos brillaron de profundo odio.

—Te conozco—repuso Ethan, intentando llamar su atención—. Sé que no quieres morir de esta manera, Talya. Si Robb Stark vive podrás ser perdonada.

Ethan se acercó un paso más y entonces Elise captó el toque nervioso con el que miraba a su hermana. Parecía que se acercaba lentamente a un animal asustadizo que pudiera huir.

—No—repuso Talya, tensando su cuerpo—. No quiero ser perdonada. Quiero arrebatarle todo lo que tiene. Quiero que sepa lo que es ser nadie. Y ella no es nadie sin Robb.

Ethan estaba entonces tan cerca de ella que podría haberla tocado si hubiese alzado la mano. Ambos estaban demasiado cerca del borde.

—Ahí es donde te equivocas—murmuró él, antes de abalanzarse sobre su hermana.

Elise ahogó un grito de sorpresa, tratando de ver qué estaba sucediendo.

Ethan atacó a Talya con la daga que ella había encontrado en su cuarto. La hirió en el rostro y ella gritó, al tiempo que agarraba las ropas del chico y le asestaba fuertes patadas en el estómago.

Por alguna razón, Ethan no se movió. Elise temió que estuviese muerto.

¿Por qué no se mueve? ¿Por qué no ataca?

—Me da pena verte así—dijo Talya, con la daga envenenada y manchada de sangre seca en su cuello. Ethan estaba de rodillas y miraba a su hermana con firmeza; no había temor en su mirada.—, malgastando tu triste vida por una chica que jamás te consideró más que su mascota.

Ethan apretó la mandíbula, pero no dijo nada.

Elise movió la mano lentamente hasta su tobillo. Por suerte, Talya estaba ocupada con su hermano.

proelium; battles. -robb stark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora