𝐶𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜𝑠

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Cambios.

Bajé mis maletas al primer piso mientras la veía a ella con una cintura deseada y perfecta. Me miró y trató de no hacer algún tipo de comentario grosero respecto a mi cuerpo. Mi nombre es Kim ________, tengo una hermana gemela con el nombre Mintae, ella se quedó en Seúl, nuestra ciudad natal, mientras yo estudiaba en Nueva York, Estados Unidos. Nadaba entre la tristeza debido a que ahí mismo tenía mi vida hecha, mis amigos, mi familia, mis estudios y demás. Con el pasar del tiempo mi salud deterioró, comía demasiado y no hacia ejercicio alguno, actualmente peso ochenta y cinco kilogramos con apenas veintiún años siendo este cuerpo considerado "gordo" y de "cerdos" en Corea, a donde me dirigía ahora mismo. Por otro  lado, al otro lado del mundo Mintae se quedaba a hacer su dieta y a mantener su cintura de avispa, ella tenía lo que a mí me gustaría volver a tener.

- En Seúl te esperará tu tía, ella hará que bajes esos kilos de grasa que tienes - Dijo mi madre mientras dejaba mi maleta en el auto que me iba a llevar hasta al aeropuerto.

- Gracias por todo, mamá - No respondió y se adentró a casa dejándome como perro abandonado - Nos vemos. . . - Susurro para mí misma como si de verdad ella me fuese a escuchar. Podrá mi madre no haberme escuchado pero puede que alguien más  si lo haya hecho.

- Adiós maldita gorda - Se despidió Mintae a quién no le tengo algún comentario sobre su cuerpo. De tener algún apodo hiriente no lo habría hecho por varias razones, entre ellas el respeto.

Llegué a Seúl unas cuantas horas mas tarde, posiblemente haya tardado once horas de ser. Observé a mis alrededores, había gente que se quedaba viendo a mi cuerpo, como si fuera algún fenómeno mutante de Chernóbil, incluso habían personas murmurando entre ellas volteando en mi dirección o simplemente apuntando descaradamente, bajé mi mirada al igual que acomodé la gorra y evitar las miradas que antes solía disfrutar o que me disgustasen menos, miradas menos incómodas, que en lugar de susurrar pestes, se asombraban al ver a la hija de una multimillonaria o la famosa influencer y blogger. Caminé hacia la única persona que me ha querido desde la muerte de mi padre; mi tía Lee.

-Por aquí _____ - Me abrazó al tenerme de frente - Veo que tendré que trabajar contigo - Dijo al separarse para después referirse a mi cuerpo.

- Con tal de que pase rápido - Miré al suelo demasiado incómoda.

- Será tu fuerza de voluntad si decide que sea rápido - Puso una mano en mi hombro tratando de alentarme - Vayamos a casa, no te noto cómoda - Asentí tomando de vuelta mis maletas caminando por detrás de ella como si me escondiera de algo o alguien.

Llegamos a la casa de mi tía, la cual es sencilla, nada de lujos o brillantes como en los que solía vivir mi madre, me agradan las viviendas así; sin espacios exageradamente grandes e innecesarios. Gracias al trabajo de mi mamá pasó a la clase millonaria, sin embargo a mí no me gustaba vivir entre tanto lujo que les encantaba a mi hermana y nuestra madre, me gusta más una vida tranquila y neutra.

- ¡Woa! Que hermoso - Siempre me había gustado vivir en una casa así, pero mi madre decía que toda princesa debía ser consentida con mansiones, joyas y que yo no era la excepción. Todo eso cuando era delgada.

- ¿Qué te parece si te enseño tu habitación? - Me sorprendió llegando a un lado mío. Accedí totalmente con una sonrisa.

Subimos al segundo piso y entramos a una habitación, mi boca caía hasta más allá del piso, es como si atravesara casi a tierra hueca como lo hizo Godzilla con su aliento de fuego. Mi cuarto en estados unidos, era muy extravagante por así decirlo, cualquier cosa que no fuera de su agrado en mi cuarto, me mandaba a deshacerme de eso, incluyendo cuadros, posters, figuras decorativas y cosas así, todo era decorado a su modo. Esto no tenía nada de decoración exagerada, me gustaba mucho. Era una cama individual con una cobertor blanco, la pared era como de un color beige, el suelo era como madera. Tenía algunas repisas con algunos libros, no soy fanática de la lectura, no obstante algún día me tomaré el tiempo de leer alguno. Habían muchas pinturas realizadas por mi tía, eran un tanto viejas y probablemente puedan tener valor. Fue una excelente artista un tanto conocida antes de su retiro. El escritorio contaba con una computadora, había un armario lo suficientemente espacioso para mi ropa, inclusive tenía mi propio baño. Del lado de la cama había una ventana adornada con unas cortinas de color blancas, respiré el aire tranquilo de la habitación, sonreí levemente por la comodidad.

Peso Perfecto (Jeon Jung Kook & Tú) - En Edición -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora