LIBRO 1 [Décimo Orgasmo]

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Todo era extraño. Cuando NamJoon entró a la casa sin siquiera decir nada, JiMin no le había puesto importancia suficiente. Él simplemente se había quedado un rato charlando con el hombre de negocios, pero él nunca llegó a pensar que se encontraría en esa situación. Sentado en el sillón de la sala, con NamJoon frente a él y con su cara deformada en un semblante serio y frío, intimidante, casi tanto como las mujeres de avanzada edad de ese lugar.

Él se relamió los labios, ansioso, esperando que el mayor pronunciara siquiera una palabra. Después del día en que JiMin masturbó la polla de NamJoon, el contacto entre ellos había disminuido considerablemente. Él ahora estaba un poco -muy- paranoico. No le gustaba el silencio, le hacía sentir incómodo y observado.

─JiMin ─Su voz contundente, fuerte y recia hicieron que los vellos de JiMin se parasen, una corriente recorrió toda su espina dorsal y al final, quién sabe cómo, fue a parar en la boca de su estómago─. Tú...

Bien, no sabía qué decir, y eso nunca le pasaba. Al menos no a él. JiMin lo miró, esperando a que hiciera algún movimiento. Si no lo hacía, él simplemente se pararía y se iría. No tenía demasiadas ganas de permanecer en un silencio incómodo con una persona -incómoda- intimidante como NamJoon. Sería un atentado a su personalidad.

─¿V-Vas a decir... a-algo? ─Él odió el interior de su garganta, porque antes de mencionar algo ésta había temblado. Joder, él estaba nervioso y ni si quiera tenía una razón válida para estarlo.

─¿Quién diablos era ese hombre? ─Bien, eso había sido algo estúpido.

Él sabía quién era ese hombre. Tenía conocimiento de ello, porque ese hombre había sido objeto de su envidia durante toda su estadía en la secundaria de pijos ricos que él tanto odiaba. Diablos, él había odiado ver como YoonGi lo tocaba con tanta familiaridad a JiMin, aunque sólo fueran toques externos. Él realmente era un poco -muy- posesivo con lo que él creía que le pertenecía, y por un demonio que JiMin lo hacía, o al menos lo haría en un rato. 

─Él era... El amable hombre que me recogió cuando tú me abandonaste, y también al parecer ahora es, bueno, un hombre de.. de negocios, sí ─Había intentado no balbucear, pero fue imposible. Él nunca logró entender qué significaba cuando en los libros decía que la mirada del protagonista se oscurecía, pero diablos que ahora la mirada de NamJoon estaba jodidamente oscura.

─¿Y se puede saber qué diablos estaba haciendo aquí? ─JiMin no pasó por alto la molestia en la voz de NamJoon. Él fue claro, conciso. Se notaba que a NamJoon no le gustaba su relación -si es que se le puede llamar así- con el hombre amable.

─Él se ofreció a llevarme a casa ─Respondió. No había sido del todo una mentira. No lo había sido del todo.

─¿Y tú por qué diablos aceptaste? ¿Tienes idea de lo que hombres como él pueden hacerle a niños como tú? ─JiMin sintió su cara enrojecer y su sangre calentarse.

─¡Yo puedo hacer lo que quiera, rubio! ─Se levantó de su lugar, exaltado, pero al ver a NamJoon tan cerca decidió volver a sentarse, exhalando con indignación y resignación al mismo tiempo─ ¡Tú no puedes prohibirme nada, no eres mi hermana para hacer eso! ─Gritó, cada vez más fuerte el tono de su voz. NamJoon tomó el puente de su nariz y lo sobó, conteniéndose para no hacer alguna estupidez.

─Aléjate de él ─Fue lo único que pronunció, no le dejó a JiMin replicar porque en cuestión de segundos él ya se encontraba en la cocina.

Sacó una lata de cerveza y se la bebió en cuestión de poco tiempo. El sabor era horrible, la cerveza era amarga y estaba fría, pero al menos el mal sabor de la bebida le ayudaba a distraerse en torno a lo que estaba pasando a su alrededor. Él quizá debería hablar con YoonGi y decirle que se alejara de JiMin. Quizá, no se sentía con derecho de hacerlo, pero después de aquel roce sexual que había tenido con el pequeño chico, se había convertido casi en una obsesión.

JiMin llegó a la cocina poco tiempo después, con la cara roja y al parecer bastante enojado. NamJoon hizo amago de irse, él no era bueno lidiando con personas como JiMin cuando estaban enojadas; esas personas eran insoportables, él no tenía un buen manejo con su estado de ánimo tampoco, y era posible que terminasen gritando y diciendo cosas que tal vez sólo él -considerando la personalidad de JiMin- lamentaría.

─¡Tú... tú no tienes derecho a prohibirme nada! ¡Simplemente eres un rubio estúpido que está aquí porque... porque! ¡No lo sé! ─Cada vez, su entrecejo se iba arrugando más y más. JiMin no estaba midiendo sus palabras, simplemente estaba gritando porque sí.

Cuando él se acercó a NamJoon e intentó golpearlo, la cerveza cayó al piso cuando lo detuvo con su mano. Había sido un simple reflejo, la poca cerveza que había quedado en la lata había sido derramada y se había convertido en espuma. JiMin lo miró, él no supo identificar que intentó expresar.

Cuando el chico se acercó a él, un poco más calmado, NamJoon no supo si la cerveza se le había subido demasiado rápido a la cabeza, porque esos labios rosados y esponjosos se veían apetecibles. No dejaba de mirarlos, parecía hipnotizado. Él quería besarlos. Él quería probarlos. Él quería probar a JiMin. 

Así que lo hizo.

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¡El sexo no lo es todo...! ¿O sí? - NamMin - [LIBRO 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora