LIBRO 1 [Vigésimo Primer Orgasmo]

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Cuando ya iba por el décimo capítulo de South Park, JiMin se sintió incómodo en el sillón, a demás de que no podía ver a gusto su caricatura porque el teléfono de NamJoon estaba sonando. ¿Qué era lo que le enviaban? Se preguntaba él. Normalmente NamJoon no se caracterizaba especialmente por ser alguien social.

─Mmmm... ─Gruñó. Miró hacia ambos lados confirmando que nadie estaba cerca para ver su fechoría.

Tomó el teléfono en sus manos y le bajó volumen a la caricatura. Cuando lo prendió se dio cuenta de que el teléfono de NamJoon no tenía contraseña. Agradeció por eso y comenzó a revisarlo. Rió, pensando que encontraría toneladas y toneladas de porno en ese teléfono. 

Cuando revisó el panel de notificaciones se encontró con muchas burbujitas que indicaban que tenía mensajes en messenger. ¿Quién utilizaba messenger? JiMin miró planamente el teléfono, preguntándose si debía revisar o no las conversaciones de NamJoon. 

Por un lado, a él no le gustaría que revisaran sus conversaciones, pero por otro, el teléfono vibraba mucho y quizá sería algo importante. Pensó que no debía excusarse consigo mismo, él sabía que nada de eso le importaba y sólo quería, como la persona curiosa -y metida- que era, ver qué tenía el rubio en sus conversaciones. 

Extrañamente sólo encontró un chat, y era el de su hermana mayor. O eso podía notar él por el nombre. JiMin sintió algo extraño cuando observó el último mensaje, algo le decía que no debía entrar a ese chat, pero su curiosidad era más grande. Incomodidad fue lo primero que sintió, ¿Y si NamJoon despertaba?

JiMin miró en dirección a las escaleras, como si pudiera invocar a NamJoon con sus pensamientos, y se relajó al no escuchar nada.

Cuando NamJoon despertó era de noche. NamJoon se estiró y puso sus dos manos a nivel de su cuello, luego tiró la cabeza hacia atrás. Su espalda y su cuello traquearon y él se sintió aliviado, con más movilidad disponible en su cuerpo. Se relamió los delgados labios como un gatito y abrió y cerró repetidas veces los ojos, intentando acostumbrarse a la luz de la luna que se colaba por la ventana. No era mucha, pero era suficiente como para irritar sus sensibles ojos.

NamJoon miró en dirección a la puerta. Ligeramente entre-abierta, esperó ver a JiMin recostado ahí para molestarlo o pedirle comida -él normalmente lo hacía-. Se levantó y prendió la luz, mirándose al espejo para comprobar su aspecto. Como siempre, se veía impecable, inaccesible y ridículamente hermoso,y demasiado malditamente bueno para los simples mortales a su alrededor. 

Kim NamJoon tenía un gran ego. Bostezó y se desperezó y abrió la puerta, tomó sus pantuflas de Ryan y las puso fuera del cuarto, en donde ya no había alfombra. La luz de la sala no estaba prendida y eso le causó inseguridad. ¿Y JiMin? El mocoso no soportaba tener la luz apagada. A menos que se hubiera quedado dormido, claro está.

Si era así armaría un escándalo. Bajó las escaleras, como siempre, corriendo y se encontró a JiMin con su teléfono en mano y el televisor aún prendido. Sintió un escalofrío recorrer su espalda cuando JiMin, al parecer perturbado por su estadía, se giró y lo observó sin expresión. Con los ojos decaídos, serio y los labios fruncidos. 

Le extendió el teléfono a NamJoon.

─Tuve que apagarlo. Sonó durante toda la tarde ─Explicó y lo dejó en la mesita de noche de al lado. NamJoon inseguro lo tomó en sus manos. JiMin no parecía cambiado, a excepción de su no-tan agradable actitud. 

No se veía perturbado, pero aún así estaba nervioso. Él quizá debía borrar las conversaciones después de tenerlas. JiMin se levantó y se estiró, luego prendió la luz. NamJoon se sintió escrutado por sus ojos.

─¿Ya comiste?

Estúpido, sí. JiMin sonrió, pero sus ojos no se achicaron. Era una sonrisa falsa, se notaba porque cuando él realmente estaba feliz o sonreía, sus ojos se arrugaban y ahora no lo hacían. NamJoon ladeó la cabeza y JiMin negó.

─Hyung... estoy cansado ─Murmuró con la garganta seca, ronco. NamJoon encontró gusto en aquella voz y sintió como necesitaba tener actividad sexual. Algo, lo que fuera─, ¿Me puede hacer un poco de comida...? ─Preguntó mientras se acercaba a él. Cuando estuvo lo suficientemente cerca, NamJoon maldijo por lo bajo. El mocoso era caliente y ahora estaba respirando cerca de su oreja─, con un vaso de leche, por favor, hyung ─NamJoon cerró los ojos y apartó a JiMin. 

No quería obligarlo a hacer cosas que el pequeño no quisiera, sobre todo después de conocer su pasado a fondo. JiMin primero se vio con un semblante que mostraba confusión pero luego sonrió. Falsamente. NamJoon odiaba como se veía JiMin de esa manera, ¿Él realmente había leído su conversación con Camila? Se puso rígido ante ese pensamiento.

─Lo esperaré arriba, Hyung. Creo que iré a descansar.

NamJoon se dirigió al baño y JiMin a las escaleras. Hacía mucho tiempo que no se masturbaba y sentía que se podía correr con nada, él probablemente necesitaría correrse unas cuatro veces y luego podría sentirse en paz. Consideró lo de ir a terapia con Mirna, no sonaba como algo descabellado en ese momento.

Aunque había olvidado su adicción durante un tiempo, ésta seguía ahí y era molesta. Abrió la puerta y se sentó en el inodoro, luego desabrochó su pantalón y sacó su ya erecto miembro comenzando a bombearlo rápidamente, con imágenes obscenas en su mente. No necesitaba medios audio-visuales, él estaba -bastante- acostumbrado a eso.

Mientras tanto, cuando JiMin se aseguró de que su Hyung entró al baño para atender su problema, abrió la puerta de su cuarto y se tiró a las sábanas. No pudo evitar que las lágrimas se resbalaran por sus mejillas.

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¡El sexo no lo es todo...! ¿O sí? - NamMin - [LIBRO 1 & 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora