Six.

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Julia.—

Al día siguiente me despierto y me cambio para ir al gimnasio. María me está esperando en el parque, se ha puesto a dar un par de vueltas para entrar en calor. Marlenne también manda mensajes al grupo que tenemos diciendo que estará en el gimnasio en diez minutos. Ruedo mis ojos al ver ese mensaje. Luego me llega otro de Juan diciendo que buenos días y toda la mierda. Mucho ya no me importa porque he desahogado mi despecho y de hecho la pasé muy bien, me divertí, me reí, disfruté y toda la cosa.

Le contesto normalmente. A él y a ella. Las heridas ya habían sanado.

Salgo de casa con mis auriculares puestos y corro muy despacio para entrar en calor hasta llegar al parque en donde está María.

La mañana está tranquila, la gente se levanta para ir a trabajar, los chicos van a la escuela, las personas hacen los mandados para la comida del día.  Hoy especialmente parece ser un muy lindo día, no sólo en clima si no en término de ánimos.

Llego al parque, María me encuentra. Hablamos un poco sobre Juan y Marlenne. Le cuento que he salido de juerga y que había conocido a otro chico. Ella se emociona y pide más detalles, pero no trato de contar todo. Sé que ella quiere ayudarme pero las experiencias me vuelven reacia a confiar de nuevo.

Mientras caminamos ella me cuenta de su dilema con su chico.

Marlenne nos encuentra justo en la puerta del gimnasio y nos obligamos a dejar de hablar de nuestros temas. Ella ya no entra en ellos.

La rutina comienza, Silvana, nuestra personal traner, nos pone a trabajar de inmediato.

Soy a la que más le cuesta todo. Estoy en el proceso de dejar de ser una debilucha pálida y esculiada. Un desastre en deportes. Inútil con cualquier tipo de destreza física. Con menos fuerza que el Sr. Burns en Los Simpsons. Silvana estaba detrás de mi sin darme un respiro.

Media hora más tarde aprovecho el descanso para ir al baño a echarme un poco de agua en la cara y refrescarme.

Al salir, voy despistada secándome la cara, me cruzo de frente con esa cara conocida. Él también parece sorprendido de verme.

Silvana me llama y me obligo a seguir mi camino sin detenerme a saludar.

—¡Te faltan treinta sentadillas más, apurate!

Mi mente queda recalculando. Jamás lo había visto por este gimnasio, ya vengo hace varios meses y nunca me lo he cruzado.

Silvina me pone a trabajar y yo me obligó a enfocar mi mente en los ejercicios.

Para al final tomó mis cosas y me despido de María y Marlenne. Yo debo volver rápido a casa y bañarme para volver a clases, por lo tanto, no me detengo mucho a saludar y salgo con caminando a paso ligero.

Para cuando pasan dos cuadras siento una voz agitada que grita mi nombre. Me giro y lo veo detener su trote. Saco mis auriculares y sonrío.

—¡Hey! No pensé que te encontraría de nuevo.

—Yo menos.—sonríe y pasa una mano por su frente.— especialmente que el otro día no me dejaste tu número de celular.

Me sorprendo.— creí que no... bueno, que no era necesario, ya sabes. — me encojo de hombros.

—Bueno, ahora te pido que por favor me dejes tu número, eres muy especial como para dejar que sea algo de una noche— sonríe seductor.

—Eh... — la verdad es que yo si tenía intenciones de que sea sólo por una noche y nada más pero, si él me estaba demostrando interés a lo mejor si podría entablar una relación. — bueno.

Él vuelve a sonreír y sacas su móvil. Me lo extendió para que deje mi número en él. 

— Ahora te dejaré una llamada perdida así te quede mi número.

Mi celular chilla en su ringtone y luego se calla.

— Listo.

— Eh... bueno, creo estaremos en contacto.

— seguro, linda.— Me guiña un ojo y luego vuelve por donde vino.

***

Al pasar el día, Juan me llama y me pide que lo acompañe a una fiesta que unos amigos de él van a hacer en la playa. Las cosas están un poco más tranquilas. Creo que se calmó al ver que los últimos días no le di la atención que él esperaba y comenzó a preocuparse. Igual así, los sentimientos ya no son los mismos.

Le respondo que sí. Pues la verdad que una fiesta en la playa no me vendría mal.

Busco algo tranquilo, especialmente porque sólo planeo escuchar música y tomar algo suave. Los músculos no me dan para mucho más.

Cuando estoy lista le mando un mensaje a Juan diciendo que podía pasar por mi. Él  no demora demasiado. En moto el tiempo es nada para él.

Me subo a su moto y emprendemos rumbo a la playa.

***

La reunión es tranquila. Igual es día de semana, muy alocados no podemos estar. La gente es amistosa, divertida. La música es suave. Un ambiente realmente lindo.

Juan comienza a charlar con unos muchachos, yo no espero a que me diga nada y me voy a buscar algo en la barra de bebidas.

Me siento en el taburete y sorbo un poco el trago mientras observo el panorama. A lo lejos veo a Marlenne.

¿Marlenne en la misma fiesta?

Sigo mirando mientras sorbo mi trago. La veo charlar con un par de chicas. Luego una se acerca a su oido a decirle algo. Ella se gira a ver. Sigo la dirección en la que mira y me doy cuenta que es Juan.

Oh no, justo ahora no. ¡Qué maldita perra!

En parte estaba ansiosa por ver que hacía para poder ir dejarlos en evidencia frente a todos y por otro lado quería que todo estos fuera una mentira.

La veo caminar hacia él y se acerca de manera provocativa.

—La voy a matar.— pienso en mis adentros mientras tomo el último sorbo y dejo el vaso vacio en la barra.

Juan se sorprende. Es claro que no la esperaba y ella tampoco contaba con que él estuviera aquí... conmigo además.

Me levanto de la barra y camino hasta ellos. Juan ni si quiera tiene tiempo a reaccionar y ella está de espaldas así que no me ve llegar.

—Marlenne, qué sorpresa.—mi tono de voz no es muy amigable.

— Julia.— responde más que sorprendida.

—Juan, ¿podemos hablar en privado?

—eh... seguro bebé.

Nos apartamos un poco. Trato de calmar mi bronca pero se me hace difícil.

—¿Qué sucede?

— Sabes, he estado recibiendo rumores de que tú y Marlenne me juegan por detrás y por la manera en la que la vi acercarse a ti me da a pensar que son ciertos.

—¡Julia, que dices por favor! No es así, jamás tendría algo con ella.

—Entonces ve y dile que no se acerque más a ti o me van a conocer enojada.

Lejos de volver a la fiesta, caminé hasta la calle y me tomé un taxi.

Esa traidora iba con todas las intenciones de estar con Juan. Juan me mintió en la cara diciéndome que jamás tendría algo con ella cuando los vi con mis propios ojos en aquél boliche.

Necesitaba ir con María a descargarme. Pero María ya me había dicho que estaría con su chico tratando de arreglar las cosas. No podía ir y llevarle mis problemas.

Entonces...

—Hola.

—Hola linda, ¿cómo estas?— Bruno sonaba contento del otro lado de la línea.

—¿Tienes algo que hacer esta noche?

Regresaras a mis Brazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora