Nineteen.

886 60 12
                                    

Me muerdo la lengua por preguntarle por qué mierda se subió al auto del idiota y me mintió diciendo que estaba yendo a casas de sus padres. Sin embargo sonrío. Se supone que he cambiado y que no debo tener celos con Julia.

—Cielo. 
—Hola. — para nada simpática.
Trato de acercarme a darle un beso pero pasa de largo y me deja colgado. 
Quedo casi en shock.

Me acerco a ella y la tomo de la mano. Ella gira sorprendida y a provecho esos segundos para atraerla a mi.

—¿Qué haces?— pregunta descolocada.
—¿No me vas a dar un beso?
—Evan, es tarde, ya está por empezar la clase.
—Me importa un carajo la clase, dime si me vas a dar un beso o no.

Ella me mira por unos segundos y yo me acerco hasta quedar a un corto espacio.

— ¿Qué nos pasa Cielo?
—Dime tú, qué nos pasa.— responde sin dejar de mirarme a los ojos.
—No puedo decirte que es lo que a ti te pasa, pero puedo decirte lo que me pasa a mi y...  lo que sucede es que muero de ganas de un beso tuyo.
Ella sonríe y rompe el contacto visual mirando hacia un costado por unos segundos, luego vuelve a verme. Me toma por las mejillas y me da un beso. Yo la aprieto un poco más contra mi.

—Te amo. — le digo al separarnos.
—Yo también te amo bobo.
—Ahora si podemos entrar a clases.

***

Los días pasaron. Ninguno de los dos volvió a mencionar esa serie de eventos que se pusieron bien confusos pero que tampoco tratamos de investigar para saber el por qué, sin embargo las cosas seguían raras.

No sólo raras entre nosotros, raras en general. 

La acosadora volvió a aparecer, pero sólo una vez y esa vez fue cuando fui al bar donde nos encontrábamos con Marcus y Bradley, el bar donde ella era camarera. No nos vino a atender pero tampoco nos sacó los ojos de encima.

Encontré a Julia conversando dos veces con el idiota. Cosa que, ha decir verdad, si me molestó bastante, pero se supone que el ya lo entendió y que yo soy un hombre que ha cambiado y que no es más celoso. 

Clarie volvió a clases, pero sigue distante de James, y esto lo sé porque James no me ha dejado en paz con sus llamadas llorando por Clarie. Y en cierta parte, lo entiendo y lo escuche, porque él estuvo conmigo cuando yo estuve así por Julia.

Malcom dejó a Susan, aún no sabemos el por qué, porque ninguno de los dos lo ha dicho, sin embargo se ven perfectos los dos, ninguno anda como un trapo por el otro. Lo que es bueno pero es extraño porque los dos estaban muy bien juntos.

En el fin de semana, mi hermano Charlie nos trajo a los demonios. La verdad es que ya no estaban tan desastrosos como antes pero seguían siendo un dolor de cabeza. En especial Ian.

—Te los dejo por el fin de semana, ya sabes que Barbie y yo vamos a cenar y...
—Sí, lo sé.— ruedo los ojos— puedes dejarlos en mi apartamento, esta Julia ahí, yo estoy en el supermercado comprando provisiones para los demonios.
—No le digas así a mis hijos.— se ríe.
—Sólo te pido que no tengas más niños porque no podré con tantos.
—Te quejas de los míos pero cuando tú y Julia tengan uno será mil veces más travieso.

No respondo nada. Es decir... nunca hemos tocado el tema "hijos" con Julia. La amo y me encantaría pasar el resto de mi vida con ella pero... hablar de hijos en estos momentos es muy prematuro.

—Ajá, bueno. Tengo que colgar. Me avisas cuando los pasas a buscar.

Julia.—

Susan y yo estabamos en la cocina tratando de hacer galletas, Mandy andaba en su caminadora dando vueltas y vueltas por la sala tratando de alcanzar a Ian quién escapaba de la bebé.

Regresaras a mis Brazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora