Two.

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Julia—

Ya me lo habían dicho. Yo no quería creerlo, pues ¿Cómo es posible que mi mejor amiga y mi novio estén revolcándose a mis espaldas? Juan no es así, Juan me ama y yo le amo a él. Pero los rumores iban creciendo y en algún momento debía averiguar si esto era así  o no.

María ya tenía los supuestos datos de a que fiesta iban a ir. Juan me había mandado un sms de que se iba a dormir porque al día siguiente tenía que ir a su trabajo.  Marlene se suponía estaba de visitas en lo de su prima Berenice.

Me puse lo primero que encontré, pues no había mucho caso el arreglarse para ir a ver si tu novio te engaña con tu amiga. Aún sabiendo que la idea me daba náuseas, me dispuse a llevarle el apunte a María e ir a ese bar y a esa fiesta.

El ambiente estaba en su clímax. Gente bailando y parloteando por todos lados.

Me quedo en un rincón con María y nos pedimos un par de tragos para aflojar un poco.

La gente sigue en lo suyo. Mis ojos viajan por todos lados esperando ver lo que no quiero ver pero a la vez sí.

María habla, pero su voz me es inaudible debido a la adrenalina que corre por mi cuerpo.

Media hora nos pasamos ahí mirando a los costados y tratando de encontrar a quienes vinimos a buscar.

—No los vamos a encontrar aquí, ya te dije que Juan se quedó en su casa.
—Tú sólo espera, niña, sólo espera.

Rodé los ojos pensando: "Está loca" y continué con mi trago.

La hora pasó y cuando menos me lo esperé vi a la cabellera negra de Marlene y ese distintivo top rosa chicle que usaba. De la mano iba con un chico de estatura mediana y camisa negra de Jeans ajustados.

—Ahí los tienes. Con que durmiendo ¿eh?

Allí estaban, bailando al compás de la música, pegando sus cuerpos y frotándose sin ningún tipo de remordimiento, amenazando con besarse. Él poniendo sus manos en su maldito trasero. Y yo estaba ahí, viendo como me engañaba y tiraban al diablo mi confianza.

Otra vez estaba siendo engañada y usada por un idiota.

Otra vez estaba sucediendo lo mismo.

¡Qué puta mala suerte tengo con los hombres!

—¿Qué esperas? Ve y revientale la cara  de un puñetazo, mujer.—sugiere María.

Pero no volvería a pasar por la misma vergüenza, de que la gente me vea humillada y ser el centro de atención de toda la chusma.

—No, déjalos. Mi venganza vendrá después.

Tomé el fondo de mi trago y pagué.

Volví a casa con la mente hecha un desastre. Mis recuerdos y las imágenes de Juan con Marlene me daban vueltas y vueltas.

¿Tanta desgracia junta puede ser?

Estoy destinada a ser un blanco fácil para la burla y la traición, me repetía todo el tiempo.

Los rumores eran ciertos. Al menos no me puedo quejar y decir que todos querían verme humillada, porque me lo advirtieron y me lo dijeron mil veces. Pero yo era la idiota ciega que no quería aceptar la realidad. Qué ilusa.

María continuó mandándome mensajes toda la noche, pero decidí quedarme y dormir.

***

Los mensajes de Juan llegaban como todas las mañanas. A mí me daban ganas de estrellar el celular contra la pared al ver tantas mentiras juntas. Respondí cada uno de los mensajes como si no hubiera visto nada y no supiera que los rumores de que él y Marlene follan a mis espaldas son ciertos.

Me tragué todas las maldiciones que dedicaba a él y disimulé toda la bronca que eso me provocaba.

***

Jueves en la noche. Había tenido que soportar las ganas de desfigurarle la cara a Juan en toda la semana. En cierto modo ya se estaba dando cuenta de que algo pasaba, porque la verdad no me daban ganas se besarlo sabiendo que había con mi "mejor amiga". Pero como para ocultar un poco todo tenía que fingir.

El jueves me puse mi mejor ropa. Hacia calor, así que puse a disposición todo lo que entendía por sensual. Me maquillé, me puse el mejor perfume y salí a dar un par de vueltas por la ciudad en busca de alguna fiesta nocturna en la cual pudiera liberar mis penas.

Juan quería salir a la playa, pero le dije lo mismo que él me dijo a mi esa noche:

—Lo siento amor, pero está noche me quedó a dormir en casa. No me siento muy bien.— dije mientras buscaba mi cartera entre mis porquerías.

—¿No quieres que vaya para ahí y te haga un par de mimos? —dice del otro lado con voz tierna.

—suena tentador, pero sólo quiero dormir, tal vez se me pase.

—Bueno mi niña linda, cualquier cosa me llamas, sabes que estoy para ti cuando me necesites.

¿Sabes qué? Necesito que te vayas al diablo, por favor.

—Adiós mi amor.

Tomé mis llaves y salí.

Como dije la noche era calurosa. Todos andaban en la calle y también era muy probable que me encontrar en algún antro con Juan y Marlenne aprovechando que supuestamente yo estaba enferma. Pero ya no importaba nada. Ya todo se había ido al diablo.

En si, mucho no me gustaba andar sola deambulando, pero la verdad que no tenía ganas tampoco de tener compañía, aunque sabía que si le marcaba a María estaría ahí con dos botellas en la mano.

Dejo de deambular y me meto a uno. Esta más o menos lleno. Me acerco a la barra y pido un trago. Me quedo allí observando el panorama.

—No me digas que tal hermosura anda sola.— me dice el barman que está limpiando un par de copas.

—No estoy buscando compañía está noche.

El se ríe y luego se inclina. — para ser gringa hablas muy bien el español.— se burla.

Me giro a verlo y le sonrío falsamente.

Si, aprendí español a la velocidad de la luz porque sino no podía ni siquiera tomar clases en la universidad. Pero aún así mi acento se notaba en contraste al español puertorriqueño.

Le pedí otro trago, este me lo entrega, comenzamos a charlar. Ya no está con esos aires de galán, sino que ahora está curioso por saber por qué sigo pidiendo tragos y no me muevo de la silla.

—Así sucedió. —concluyo mi relato.

Él niega con la cabeza.— grandísimo idiota ese novio tuyo.

—Ay, ni lo menciones.— me paro del taburete.— bueno José, fue un gusto charlar contigo, ahora debo ir al baño.— trato de sacar algo de dinero pero él niega con la cabeza.

— Todo es gratis. Hoy está de cumpleaños una chica de dinero que se llama Katerina. Esta todo pago.

Saco igualmente un par de billetes y se los dejo el bote de propinas. — eso es por prestar el oído.

Él me guiña un ojo y vuelve a su trabajo.

Me encamino hacía los baños. La música a esta altura se siente más divertida. Sin darme cuenta me desplazó moviéndome al ritmo de la melodía.

Entro y salgo en mebos de 5 minutos de los baños.

Creo que he desahogado mucho. La verdad es que hablar con José me hizo bien, es hora de volver a casa.

Me meto entre la multitud, camino esquivando brazos y torsos, pero fallo con uno y tambaleo.

Éste me toma de la mano y me mantiene en equilibrio.

Regresaras a mis Brazos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora