Y él alguna vez se enamoró del diablo

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Un club de lectura por la tarde de un miércoles. Un sol cálido golpeaba su piel mientras leía en la tranquilidad de la terraza de aquella anticuada biblioteca.

Era un día lo suficientemente agradable como para vestir un pantalón corto y una camisa con mangas cortas, demasiado informal para ser Jung Hoseok.

Pasaba sus ojos de párrafo en párrafo, letra por letra y oración por oración hasta que sintió su presencia. Un lindo vestido rosa palo y cabello corto robaron su atención. Sentada casi al lado de él, no por muchos metros.

Hoseok tuvo que parpadear para creer lo que sus ojos le mostraban; una belleza más allá de lo que la humanidad debería permitir.

Con mucha torpeza dejó caer su libro. Idiota. Pensó.

La chica lo miró por encima de su libro y rió en voz baja sin que él viera sus labios. Aquel chirriante sonido le pareció adorable. 

— Deberías de tener más cuidado —dijo riendo mientras Hoseok buscaba la página de su libro.

— ¿Eh? —dejó de prestarle atención al libro y la miró con confusión, luego recordó que era ella. Entonces se puso rojo como un tomate antes de reír nerviosamente.

— El libro. Deberías de tener más cuidado —Su voz se podía sentir tan suave como un algodón de azúcar en los tímpanos de Hoseok.

— Ah, sí. Es sólo que a veces soy muy distraído —le sonrió.

Ella le sonrió de regreso. Le permitió ver su sonrisa. Hoseok jura que casi muere por lo bien que se veía.

— Me llamo Haneul —extendió su mano, con la otra ocultaba su avergonzado rostro bajo el libro.

— Hoseok —extendió su mano para entrelazarla con la suya. Un choque de estrellas fugaces y muchas luces se prendieron en su cabeza. Casi como si alguna parte de su cuerpo se derritiera. Su piel era suave y cálida, demasiado buena.

Haneul le volvió a sonreír con algo gracioso entre sus labios. Le gustaba verla sonreír.

— Nunca te había visto por esta biblioteca... Haneul.

— Bueno, yo nunca había venido. Debe ser por eso.

— Ah —rió— Sí, debe ser por eso.

— Me llamó la atención este lugar. Se ve lindo por fuera y por dentro lo es todavía más.

— Es un lugar muy agradable. Lo mejor es que no hay muchas persona —eso último se lo susurró. Ambos rieron.

— Creo que hice bien en entrar aquí —Haneul le sonrió picara y tiernamente.

El corazón de Hoseok se aceleró, podía sentirlo retumbar por su garganta. Un sudor frío se deslizó por su espalda. Sólo pudo ponerse todavía más rojo y nervioso por su mirada.

— Yo... ¿Te gustaría comer algo? Conozco un lugar muy bueno y no está lejos de aquí.

— ¿Sabes? Es perfecto, no he comido desde las siete de la mañana. —tocó su estómago dando a entender que si, efectivamente tenía hambre.

— Bien. Entonces sígueme —Se levantó al igual que Haneul. La dejó pasar primero y cuando estuvieron fuera de la biblioteca se sintió todavía más irreal. Él no estaba acostumbrado a llegar tan lejos.






...






— ¿Hace cuánto vas a esa biblioteca? —preguntó Haneul antes de meterse el popote de su jugo a la boca.

— Tal vez unos seis meses, no recuerdo muy bien —rascó su nuca.

— Vaya... ¿Amante de los libros?

— Nunca me planteé eso, pero puede ser.

Ella sonrió.

— Tu sonrisa es muy linda —Hoseok no mentía. 

Ella sonrió un poco roja.

— Gracias.

Esa sonrisa. Esa tentadora sonrisa que alguien tan bueno no podría tener. Se veía demasiado falso para ser malo, demasiado como una droga.

¿Hoseok sentía algo por ella? No.

Él estaba por sentirlo.

Sentir el como se podía enamorar del diablo.

Un personaje cruel y despiadado que se disfrazaba de algo tan dulce como el algodón de azúcar. Tan adictivo como las drogas.

Tal vez ella no era tan mala como se veía.

No, no. Ella era peor.

Sin embargo él pudo ver más allá de esa crueldad y abominable intolerancia que cargaba. Vio más allá de todo eso para poder enamorarse de ella.

Tal como lo haría con Taehyung.

Tal vez ese era su talento; enamorarse de la persona incorrecta en el momento adecuado. Vaya curiosidad.

Miles de oportunidades y dos intentos fallidos llevaba Hoseok.

Taehyung y Haneul. Los nombres de lo que parecían ser sus errores.

¿Por qué tan mala suerte? Es decir, se había enamorado de personas incorrectas, había cambiado, se metió en el mundo ilegal. Todo esto era un mundo al que él no pertenecía, sin embargo seguía ahí. Atándose él mismo al objeto que no lo dejaba salir.

Aferrándose a un cactus en medio del desierto, así de doloroso y cansado se sentía.

Pero aferrándose de manera voluntaria.

Vaya decepción.









pied piper






We're the same ·vhope·Donde viven las historias. Descúbrelo ahora