Parte II - El Pireo

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Los tablones de madera del viejo puerto del Pireo crujían bajo las sandalias que calzaban los gemelos. Saga seguía a Kanon que llevaba la delantera con paso firme y casi marcial. Estaba seguro que su hermano había detectado la víctima que caería en las redes de su capacidad de convencimiento y que terminaría por llevarlos a su lugar de destino.

Es que Kanon se había pasado los dos días siguientes después de conocer la noticia de la partida acechando el puerto en busca de alguien que los llevara sin tener que pagar por el pasaje, algo que ni su condición de milicianos lograba evitar muchas veces.

Podrían haberse embarcado en un trirreme de guerra, pero esos barcos no tenían la capacidad para cargar provisiones y eran necesarias demasiadas paradas, así que la opción de un barco mercante era la más apropiada... Y Kanon, obviamente había dado con el comerciante adecuado.

-¡Hey, niño! – llamó a un jovencito que estaba sentado con los pies colgando por fuera de la borda del barco, balanceándolos alegremente. Un bonito rubio de grandes ojos turquesas que debía andar cerca de los dieciocho años.

El niño alzó la cabeza molesto, pero el ceño fruncido cambió por una sonrisa cuando reconoció a Kanon que lo saludaba desde el muelle.

-¡Kanon! – exclamó poniéndose de pie y corriendo por el barco hasta saltar a los tablones donde estaban los gemelos – Ya no soy un niño – dijo saludando al gemelo, estrechándose las muñecas derechas mutuamente, en señal de confianza.

-¡Ya lo creo que no! – contestó Kanon, revolviéndole la melena – Creciste bastante en este tiempo... Te recordaba como un niño que apenas me llegaba al pecho...

-En poco tiempo me inscribiré como postulante para la ephebeia (1)...

-Vaya... - Kanon se rascó la nuca, riendo – aún me acuerdo esos años...

-Parecen tan lejanos... - acotó la voz del otro gemelo.

-Julián, esta es mi hermano, Saga.

-Claro, no hace falta presentación – inclinó levemente la cabeza en señal de reconocimiento – Kanon me ha hablado bastante... Bien, he de suponer que este encuentro no es casual, ¿cierto? – dijo mirando suspicaz los zurrones que colgaban de los hombros de los gemelos.

Una risa escapó de la garganta de Kanon y miró al joven con cierta dulzura.

-Pensar que no hace mucho podía hacerte adivinar en qué mano había escondido el dulce... - Julián se sonrojó incluso sin quererlo y Saga arqueó una ceja inquisidora – Efectivamente... Necesitaría hablar con tu padre...

-Está a bordo... Supongo que no tengo que mostrarte el camino.

Kanon se pasó el zurrón por la cabeza y se lo tendió a su hermano para luego trepar al interior del barco.

Un silencio incómodo, provocado por los sentimientos que ambos guardaban hacia el gemelo menor envolvió a los dos que quedaron en el muelle, a pesar de las voces de los marineros y su colorido lenguaje.

Es que Saga nunca pensó que se encontraría con el "pequeño" Julián del que tanto le habló Kanon al volver de su servicio como hoplita (2) a bordo del trirreme de uno de los trierarcas (3) más acaudalados de Atenas y Julián nunca pensó que se encontraría con el hermano del hombre que tantos sentimientos despertaba en su tierno corazón.

En realidad, lo que Saga nunca pensó era que el "pequeño" Julián fuera actualmente un efebo de tal belleza... ni que una pequeña punzada de celos por eso, atravesara sus tripas. Kanon solía contar divertidas anécdotas al respecto de Julián y lo pintaba siempre como un niño simpático, curioso e inteligente; y Saga lo había imaginado así: con agujeros en la dentadura por la caída de los dientes de leche, más adelante con la voz cambiante del adolescente desgarbado e incluso con acné... Muy diferente al muchacho de porte aristocrático que tenía delante de las narices.

Nunca debería haber dejado a Kanon abordar ese trirreme solo.

-Kanon siempre habló maravillas de vos, Saga – dijo finalmente Julián, rompiendo el silencio, pero sin mirarlo, sino observando al otro gemelo que discutía con su padre. Suspiró largo – Tengo muy buenos recuerdos de él.

Y es que a pesar de su corta edad, el padre de Julián había decidido llevar a su primogénito en el barco consigo para que viera y aprendiera de primera mano lo que le esperaba en un futuro cuando se convirtiera en cabeza de familia.

Saga supuso que lo mejor era no indagar en la clase de recuerdos que el muchacho guardaba del otro y solo atinó a cruzarse de brazos observando también a su hermano que se acercaba charlando animadamente con el padre de Julián.

-Es mi guía y mentor... - dijo el muchacho en apenas un murmullo y Saga no estuvo muy seguro de haber escuchado bien.

-Parece que esta vez llevaremos dos polizones – dijo el dueño del barco palmeando la espalda de Kanon. Sus salvajes cabellos entrecanos y su mirada adusta hacían pensar en la aspereza de las olas mar adentro al desatarse la tormenta. El hombre había sido trierarca de un trirreme durante años, tiempo en el que conoció a Kanon quien formaba parte de su tripulación y en el que Kanon conoció a Julián, antes de dedicarse por completo al comercio marítimo con las colonias griegas de occidente.

Kanon le tendió la mano a Saga después de que este le hubiera pasado los zurrones y Julián trepó al interior del barco con la pericia de quien esta acostumbrado a navegar.

-Partimos dentro de poco – avisó el padre de Julián antes de dar media vuelta y volver a su puesto de mando.

-Kanon... - lo llamó Julián tomándolo del brazo. El gemelo se giró y siguió al muchacho unos pocos pasos antes de detenerse a su lado.

Saga no pudo escuchar lo que hablaron y eso solo aumentó el malestar que sentía carcomerle las tripas a pesar de mantener una expresión estoica en su rostro y hacer de cuenta que controlaba por enésima vez el contenido de su mínimo equipaje de viaje.

Kanon rodeó los hombros de Julián en un cálido abrazo y el muchacho saltó por la borda hacia el muelle. Saga caminó hasta ponerse al lado de su hermano y lo observó con una mirada interrogadora.

-Espero no tener que pedir explicaciones...

-No hay nada que explicar... - respondió tomando a su hermano por el mentón, mirándolo directamente a los ojos.

-¿Qué es lo que quiere ese niño? – preguntó brusco Saga.

-Ya no es un niño... - lo amonestó Kanon solo para hacerlo rabiar un poco más. El tono del gemelo mayor había delatado claramente sus sentimientos – Me hizo prometerle que cuando él esté a cargo del negocio familiar vendría a prestarle mis servicios como consejero...

-¿Qué sabés de comercio? – preguntó Saga alzando una ceja, aún molesto con Kanon y con el muchacho.

-Nada... Pero Julián no necesita mis consejos para el comercio...

Es mi guía y mentor...

Una sonrisa se dibujo en los labios de Saga al darse cuenta de sus infundados celos y de que la relación que unía a su gemelo con el muchacho era admiración y agradecimiento y no otra cosa.

-Entiendo... - contestó apoyando su frente en la de Kanon que lo besó fugaz en los labios antes de dirigir su vista al muelle.

Julián lo despedía desde los tablones crujientes del Pireo mientras el sol bañaba de dorado sus regias facciones, el barco soltaba amarras y los remeros comenzaban a bogar para mover la embarcación hacia aguas profundas.


*****

(1) Ephebeia: una institución que se dedicaba a formar a los futuros ciudadanos, entrenando a los efebos en las artes de la guerra, a veces incluso en el campo de batalla.

(2) Hoplita: unidad del ejército ciudadano ateniense, el soldado de infantería pesada. 

(3) Trierarca: un ciudadano o un meteco rico, no obligatoriamente un marino, miembro de la clase de los pentacosiomedimnos.

Apártate del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora