S E I S

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En ese momento, Rocket conectó unos cables. Fuera de donde estaban ellos, protegidos en la sala de control, todo cambió. Comenzaron a flotar, sus cuerpos perdiendo el control de sí mismos y el de las armas.

—Desactivaste la gravedad artificial en todos lados, excepto aquí —murmuró Gamora, impresionada.

—Jodidamente brillante —dijo Cherry, asintiendo. Rocket unió unos cables, y pronto la sala de control se alejó del suelo, comenzando a flotar verticalmente hacia arriba.

Presionando más cosas y teclas en la pantalla de control, Rocket consiguió que alguna de las armas tipo dron funcionaran como propulsores, como los propulsores de una nave, adhiriéndose a la sala de control flotante. Apretando más botones, la sala de control se convirtió en una nave capaz de ser controlada, o al menos una provisional.

—Les dije que tenía un plan —musitó Rocket engreído, dirigiendo la sala de control hacia abajo, pasando por un pasillo lo suficientemente alto y grande para poder pasar sin dificultad alguna.

Atropellaron a un par de personas que flotaban al no haber gravedad, pero no salieron gravemente heridas. Rocket iba abriendo las compuertas conforme las necesitaban para pasar por el pasillo, teniendo control de todo gracias al lugar donde estaban.

Sin embargo, la cosa seguía siendo simplemente una sala de control, y dando tumbos contra la pared finalmente cedió, estrellándose contra el final del pasillo, deteniéndolos. Rocket presionó un botón, cerrando la última compuerta por la que acababan de pasar. Los guardias, si es que conseguían de alguna manera reactivar la gravedad, no podrían pasar.

—Inteligente, conejo —musitó Cherry.

—Estoy con ella, fue un muy buen plan —exclamó Peter, sin molestarse en ocultar su sorpresa. Lo que sí ocultó, no obstante, fue la decepción en su rostro cuando por fin Cherry dejó ir su mano.

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Salieron de la sala de control, pateando el ya frágil cristal de una de las enormes ventanas. Peter y Cherry corrieron a una de las ventanas, buscando con la mirada su nave.

—¡Necesitamos conseguir mi nave! —exclamó Quill, señalándola con el dedo detrás del cristal — . Es la Milano. La naranja y azul que está en el rincón.

Los demás le prestaron poca atención, pero Cherry ya estaba lista para ir tras ella.

—¡Hicieron un boyo con mis pantalones! —se quejó Rocket, husmeando entre sus artículos confiscados—. ¡Qué groseros! Doblaron los suyos.

Buscando entre los suyos y los de Peter, Cherry se detuvo repentinamente.

—¿Qué sucede? —preguntó Peter.

—No está el walkman —dijo, tragando saliva pesadamente.

—¿Qué? —escupió Peter, haciendo gentilmente a Cherry a un lado para buscar por ella.

—¡El Orbe está aquí, vamos! —exclamó Gamora detrás de ellos, ajena a la desgracia.

—Ese desgraciado no lo devolvió —gruñó Quill.

—Tenemos que ir por él —exclamó Cherry, sin dudarlo. Probablemente los demás no entenderían que arriesgarían su vida por un reproductor de música, pero sabía qué importante era para Peter.

—¿Qué no les devolvió? —preguntó Gamora, sin entender el estrés en sus rostros.

—Ten —dijo Peter, pasándole a Gamora una mochila con el Orbe. O al menos Gamora creía eso—. Llévalos a la nave, volvemos enseguida.

CHERRY BOMB | guardians of the galaxy vol. 1 [moonstone series #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora